En España, el perfil del inversor sigue siendo muy conservador, algo que puede costarnos muy caro en la próxima década, en la que las inflaciones volverán a estar en un rango más normalizado del 2-2,5%. La vuelta de los depósitos y el aumento de las hipotecas también pueden suponer un problema para la inversión y […]
En España, el perfil del inversor sigue siendo muy conservador, algo que puede costarnos muy caro en la próxima década, en la que las inflaciones volverán a estar en un rango más normalizado del 2-2,5%. La vuelta de los depósitos y el aumento de las hipotecas también pueden suponer un problema para la inversión y el ahorro de los españoles, según cuenta Elizabeth Wakefield, asesora financiera independiente.
Durante este año que hemos dejado atrás, el 2022, ha habido mucha gente muy concienciada sobre la necesidad de poner los ahorros a trabajar, precisamente porque los precios de los bienes y servicios se han disparado y se han notado en la cesta de la compra.
En términos de personas interesadas en invertir, puede que no sea beneficioso que la inflación consiga llegar a los datos que el BCE establece (alrededor del 2 %), ya que podría conducir a una normalización de la situación. Provocaría que dejen de ver la necesidad de invertir y/o abandonen sus inversiones actuales. Por otro lado, la subida de tipos de interés en las hipotecas puede causar una disminución de la capacidad de ahorro de las familias, de forma que es posible que lleguen a prescindir de la inversión, priorizando el momento actual al futuro y cayendo así en el cortoplacismo financiero.
Espero equivocarme y que se entienda la necesidad de invertir, ya que si la inflación se reduce a tasas del 2 %-2,5 %, más fácil será obtener una rentabilidad real. No hay que confundir esta (la que podemos conseguir de una inversión descontando la inflación) de la nominal.
La falta de educación financiera en España hace que a la hora de poner nuestro dinero a trabajar sintamos miedo a perder ese capital que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir. Por esta razón, los españoles tenemos tendencia a escoger vehículos de inversión muy conservadores.
Este estilo conlleva una rentabilidad muy justa, apenas superando la inflación. El dinero invertido sufrirá oscilaciones muy limitadas, lo que significa que no vamos a ganar en exceso, pero tampoco perderemos demasiado.
Esta tipología de inversión tiene una desventaja muy grande y es el coste de oportunidad de ganar más dinero y, por tanto, de llegar antes a los objetivos que nos hayamos propuesto. Dicho con otras palabras, el coste de escoger una inversión muy conservadora repercute en el hecho de poder estar ganando mucho más dinero con el mismo esfuerzo.
El coste de escoger una inversión muy conservadora repercute en el hecho de poder estar ganando mucho más dinero con el mismo esfuerzo
Totalmente. Han pasado bastantes años con rentabilidades escasas en los depósitos y las cuentas bancarias y este es uno de los motivos por los que muchas personas se han visto forzadas a tener que buscar alternativas de inversión como, por ejemplo, los fondos.
Ahora que los depósitos vuelven a ofrecer rentabilidades más aceptables, aquellos con un perfil más conservador verán una oportunidad para proteger sus ahorros allí a cambio de seguridad. Es cierto que todo vehículo de inversión tiene su horizonte temporal ideal, por lo que poner el capital en un depósito cuando nuestra intención de mantenerlo es a corto plazo no me parece una mala opción.
Me resulta difícil contestar sin disponer de una serie de datos más subjetivos que necesitaría saber para poder confeccionar la cartera más adecuada. Sin embargo, algo que tendría claro en esa situación es la importancia de la diversificación estructural. Hay que escoger diferentes tipologías de activos que se comporten bien en todos los entornos que pueda haber en la economía (inflación, deflación, crecimiento o decrecimiento). Y para ello combinar renta variable, haciendo hincapié en el estilo de inversión “value” por la situación que estamos viviendo en la actualidad, efectivo con el fin de aprovechar las caídas, oro para protección, así como disponer de algo de renta fija estratégica.
Claramente, sí. El acceso a más información y conocimiento y, en efecto, la situación actual vivida con una inflación tan desajustada provoca que los jóvenes ya sepan la necesidad de invertir y quieran tomar acción. La edad influye, pues cuanto más joven se es, más poca aversión al riesgo se tiene.
Las nuevas generaciones son más propensas a escoger vehículos de inversión más volátiles como las criptomonedas. Cabe decir que muchas personas toman decisiones influenciadas por las modas y por los gurús que se muestran en redes sociales, apostando por “oportunidades” en las que aparentemente no se tiene que dedicar esfuerzo o tiempo para hacerse millonario, es decir, la vía rápida y fácil y luego caen en estafas.
Por otro lado, las modas influyen mucho. Cuando las criptos estaban en su auge en 2020 y 2021, más gente se sentía atraída aun sin entender muy bien su funcionamiento. Tras la bajada en el mercado, muchos perdieron dinero. A mi parecer, el motivo de lo ocurrido se ha dado por haber tomado decisiones emocionales sin entender que las inversiones requieren de paciencia, constancia y tiempo. Así como comprender el binomio rentabilidad-riesgo: cuanta más rentabilidad queramos de una inversión, mayor es el riesgo asumido y viceversa.
Como decía, la edad influye y es correcto que así sea. No es lo mismo invertir a largo plazo con 35 años por delante y optando por vehículos de inversión más dinámicos que teniendo 10 donde no hay tanto tiempo de recuperación ante una caída en los mercados.
Este 2023 empieza desafiante con una inflación desmesurada y habiendo finalizado 2022 con los mercados teñidos de rojo. La situación todavía sigue siendo inestable con tensiones geopolíticas, especialmente en Europa, con más subidas de tipos de interés por parte de la FED y del BCE y con una recesión que no termina de quedarse.
En conclusión, con mucha incertidumbre, por lo que predecir los activos que se van a comportar mejor en 2023 puede ser una ardua tarea, ya que el mercado se encuentra en constantes cambios y lo que hoy resulta aceptable, es posible que en un futuro no.
Aun sin tener una bola de cristal y viendo el panorama actual, vaticino que este 2023 la bolsa puede ofrecer buenas oportunidades de inversión, sobre todo en los sectores no cíclicos o “value” como salud y consumo básico. Las energéticas podrían seguir beneficiándose de la crisis y, por otro lado, las materias primas presentan una buena ocasión ahora que estamos en épocas de alta inflación, tal como se ha demostrado históricamente. También el sector inmobiliario si se sabe ser paciente y buscar. La renta fija ha renacido con rentabilidades más atractivas, por lo que puede ser otra opción para los más conservadores.