Cuando los españoles se quejan sobre precios energéticos muy altos y una inflación de un 10% se olvidan de que el paro ha descendido como no se había visto en los últimos 10 años y el turismo aprovecha el deseo de los alemanes y franceses de huir de la pandemia y la guerra. Mientras los […]
InternacionalDirigentes Digital
| 21 abr 2022
Cuando los españoles se quejan sobre precios energéticos muy altos y una inflación de un 10% se olvidan de que el paro ha descendido como no se había visto en los últimos 10 años y el turismo aprovecha el deseo de los alemanes y franceses de huir de la pandemia y la guerra. Mientras los españoles siguen con su vida y no se preocupan tanto ni por una ni por la otra, el conflicto bélico con Rusia está muy presente en Berlín.
Ni la política ni las empresas estaban preparadas para esta guerra y la nación industrial número uno en Europa sufre ahora la falta de recursos naturales y, sobre todo, de energía. El hecho de que se haya tardado tanto en ceder y no comprar gas a Rusia ha sido una cuestión de supervivencia. La demanda de coches, muebles, medicamentos, máquinas y todo tipo de productos químicos no para y Alemania está entrando en un fase de problemas de suministro y de producción. La fuente de energía más importante para el funcionamiento de las instalaciones es actualmente el gas natural con una participación de más del 40%. Alrededor del 70% del uso de gas natural en el sector es para producción de energía, el 30% para uso material. En general, la industria representa alrededor del 15% del consumo anual de gas alemán. Desde hace varios meses, la industria química se ha visto muy afectada por la fuerte subida de los precios del gas.
En una entrevista con el Frankfurter Allgemeine Zeitung Martin Brudermüller, el máximo responsable de la empresa química más grande del mundo, BASF, reconoce que “los suministros de gas rusos han sido hasta ahora la base de la competitividad de nuestra industria”. Una prohibición de importación “destruiría nuestra prosperidad”. Este suministro de energía competitivo es un “bloque de construcción esencial para la fortaleza económica de Alemania”.
De esta manera, el jefe de la industria pudo describir directamente el anterior modelo de negocios alemán, que ha convertido a este país en una de las potencias económicas más fuertes del mundo y en una gran nación exportadora: importar energía comparativamente barata, refinarla en los países altamente desarrollados, desde la industria nacional con trabajadores cualificados bien remunerados, hasta productos populares que finalmente se venden de manera rentable en todo el mundo. Este modelo está en peligro y este hecho hace que Putin ya haya ganado esta guerra en parte.
En los sectores de producción química y metalúrgica, también en el de la nutrición y en la industria papelera, se utiliza principalmente gas natural. Se emplea principalmente para generar calor durante los procesos, por ejemplo, para hornos industriales o tanques de vidrio.
Con el objetivo de lograr la neutralidad climática se utilizarán sistemas de reducción directa para los altos hornos que se reemplazarán gradualmente. El hidrógeno verde pretende sustituir el uso del gas natural cada vez más. La Asociación de la Industria del Acero ha advertido repetidamente las nefastas consecuencias que acarrearía una prohibición de importación de gas natural ruso porque, en su opinión, esto provocaría paralizaciones en la producción de la industria del acero y una caída de la producción industrial. Según la asociación comercial del acero, La industria siderúrgica consume alrededor de 2.100 millones de metros cúbicos de gas natural al año.
Todo el mundo habla de Putin, pero los peligros están en EE.UU.