No importan las dimensiones de nuestra empresa ni el área concreta a la que nos estemos dedicando como profesionales, a todos nos gustaría que nos dieran la clave del éxito antes de ponernos manos a la obra con la estrategia de nuestra compañía. Lo cierto es que, una vez tenemos un objetivo en mente, no […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 19 jul 2022
No importan las dimensiones de nuestra empresa ni el área concreta a la que nos estemos dedicando como profesionales, a todos nos gustaría que nos dieran la clave del éxito antes de ponernos manos a la obra con la estrategia de nuestra compañía. Lo cierto es que, una vez tenemos un objetivo en mente, no estamos ante un folio en blanco para conseguirlo si sabemos hacia donde dirigir la mirada. ¿Cuántas veces ha pensado en cómo habrá conseguido su competidor el éxito que ha logrado y en cómo le gustaría estar en su lugar? A través del benchmarking, dejamos de “mirarnos el ombligo” para encontrar inspiración y herramientas en los líderes que ya lo han logrado abriendo la mente y buscando fuera de los muros de nuestra empresa. Después, es solo cuestión de introducir los factores de nuestro caso concreto y, por supuesto, de sumar nuestra creatividad y nuestros propios recursos personales.
El castellano clarifica los conceptos y facilita su comprensión, así, por benchmarking podemos entender ese punto de referencia en el que nos fijaríamos para llegar hasta el objetivo que nos estemos marcando, por ejemplo, incrementar las ventas. Sin embargo, no existe solo una manera de abordarlo, ya que existen varios tipos de benchmarking. Por ello, el primer paso será determinar cuál se adapta a lo que pretendemos.
Si lo que estamos haciendo es fijarnos en lo que mejor ha hecho nuestra competencia directa, estaremos ante un benchmarking competitivo. Es cierto que nadie va a desvelar sus cartas ganadoras, y mucho menos, si con ello pone en peligro su liderazgo en el sector. Eso sí, siempre hay información pública sobre la evolución de la empresa en la que poder basarnos para comenzar un estudio que nos lleve hasta donde queremos. También podemos encontrar inspiración y buenas ideas en experiencias de compañías con las que no compitamos, que pertenezcan incluso a otros sectores. Hablaríamos entonces de benchmarking funcional. En el caso de que el objeto de nuestro análisis sea muy concreto, mejorar la atención al cliente por ejemplo, estaríamos trabajando con benchmarking genérico.
De dentro a afuera, usaremos el benchmarking interno si lo que pretendemos es fundamentar el análisis entre departamentos de una misma empresa. Si optamos por buscar ejemplos de lo que ya funciona en otros países, habremos elegido el benchmarking internacional.
Decía Antoine de Saint-Exupéry que “un objetivo sin un plan es solamente un deseo”. Esta frase nos da el punto de partida: una buena planificación. Necesitaremos determinar varias cosas antes de continuar, algo tan sencillo como hacernos ciertas preguntas. ¿Qué quiero averiguar? ¿En quiénes me voy a fijar para ello? ¿Cuál será el proceso a seguir? Seguidamente, entraremos en las fases de recolección y comparación de datos antes de llegar a las conclusiones que nos interesen.
Además de contar con nuestra experiencia profesional, en el caso de dirigir un departamento de marketing, por ejemplo, existen numerosos profesionales y asesores externos a los que recurrir para implantar con éxito el benchmarking y convertir nuestra empresa en aquella capaz de dar ejemplo, no solo de seguirlo.
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