Las consecuencias de la guerra y las sanciones económicas impuestas contra Rusia no hacen sino aumentar la inestabilidad a nivel global. Y cuanto más dure la guerra, mayores serán los costos económicos. Suponiendo que el conflicto no se extienda fuera de Ucrania, es probable que el impacto en la oferta no sea lo suficientemente grande […]
InternacionalDirigentes Digital
| 05 abr 2022
Las consecuencias de la guerra y las sanciones económicas impuestas contra Rusia no hacen sino aumentar la inestabilidad a nivel global. Y cuanto más dure la guerra, mayores serán los costos económicos. Suponiendo que el conflicto no se extienda fuera de Ucrania, es probable que el impacto en la oferta no sea lo suficientemente grande como para descarrilar la economía de EE.UU., que se expandió rápidamente en 2021.
El equipo de economía de Goldman Sachs proyectó que el PBI de EE.UU. se expandiría solo un 1,75% desde el cuarto trimestre del año pasado hasta el cuarto trimestre de este año, una fuerte disminución del crecimiento del 5,7% pronosticado en 2021.
Todo en un momento de fragilidad ya que acabamos de pasar por un periodo de agitación económica masiva debido al coronavirus y todavía las cadenas de suministro no se han recuperado por completo y la inflación está en niveles récord. Además, los disturbios en la frontera entre Europa y Asia podrían representar un riesgo comercial extra para las cadenas de suministro que no se han visto afectadas por la pandemia. El conflicto podría interrumpir los vuelos de Asia a Europa y esto podría representar un desafío para las industrias que mueven productos por aire, como la electrónica, la moda rápida e incluso los fabricantes de automóviles.
Mucho antes de que comenzara la guerra, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y sus colegas de la Fed ya habían decidido que la amenaza de una inflación en aumento justificaba eliminar parte del estímulo monetario extraordinario que habían brindado a la economía durante la pandemia. La Fed ha aumentado, por primera vez desde 2018, de cero a 0,25% los tipos de interés y Wall Street espera hasta seis aumentos de tipos adicionales en 2022.
Desde el inicio de 2022 algunos de los problemas de la cadena de suministro que había causado la pandemia parecían estar disminuyendo, y muchos expertos esperaban que la tasa de inflación alcanzara su punto máximo en febrero o marzo, antes de retroceder significativamente. Ahora ese cronograma ha sido cuestionado ya que el conflicto entre Rusia y Ucrania está ayudando a que esa inflación aumente, sobre todo el precio de materias primas, además del petróleo.
La guerra representa un “shock estanflacionario global”, en palabras de Chris Keller, jefe de investigación económica de Barclays. “Europa fue la región más expuesta al impacto, sin embargo, Estados Unidos no es inmune a ello”, continuaba Keller.
Para el presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass, el conflicto bélico se trata de “una catástrofe” para la economía mundial que podría aumentar la inflación en todo el mundo y afectar más a los países más pobres.
Los costos más altos de la energía actúan como un impuesto sobre la economía, deprimiendo el nivel de demanda de otros bienes y servicios. También contribuyen a un aumento general de la inflación de precios al consumidor, que en Estados Unidos ya está en su tasa más alta en cuarenta años: 7,9% en febrero.
Algunos economistas se mantienen optimistas de que las presiones inflacionarias generales comenzarán a disminuir pronto a pesar de la guerra. Ian Shepherdson, economista jefe de Pantheon Macroeconomics, explica que el factor clave para determinar la trayectoria de la inflación en Estados Unidos será lo que suceda en el mercado laboral. “Si las ganancias salariales son moderadas y la productividad de los trabajadores aumenta, las empresas tendrán menos incentivos para subir los precios y habrá menos peligro de una espiral de precios y salarios, el resultado que más teme la Fed”. “En esta etapa, los datos del mercado laboral son razonablemente alentadores desde el punto de vista de la inflación”, señaló Shepherdson. El informe de empleos del Departamento de Trabajo de febrero mostró que el trabajo en nómina aumentó en seiscientos setenta y ocho mil personas y la tasa de desempleo cayó al 3,8%.
Además, la confianza del consumidor se podría ver afectada por la guerra ya que los disturbios globales también podrían asustar a los consumidores estadounidenses, incitándolos a reducir el gasto y otras actividades económicas.
Aun así los expertos creen poco probable que esta situación desencadene una recesión en Estados Unidos, donde el crecimiento económico ha sido fuerte durante el último año.
Joe Biden firmó una orden ejecutiva que prohíbe las importaciones de petróleo y productos derivados del petróleo rusos y advirtió a los estadounidenses que el costo de la gasolina “aumentará aún más”, aunque se comprometió a encontrar formas de mitigar esas subidas de precios. Aun así, EE.UU. solo obtiene alrededor del 7% de su petróleo de Rusia, pero casi el 45% del petróleo importado por la Unión Europea (UE) es de Rusia. En principio la UE no tiene pensado prohibir las importaciones de crudo ruso pero si esto su- cediera podría hacer que los precios del petróleo aumenten de 125 dólares por barril a $175 o $200, lo que aumentaría drásticamente los precios.
El Índice de Precios al Consumidor estadounidense podría subir cerca del 9% en los próximos dos meses. Lo que los expertos no tienen claro es hasta cuándo se mantendrán elevados estos pre- cios. Óscar Muñoz, vicepresidente de estrategia macro para Estados Unidos en TD Securities, cree que “aún hay espacio para que sigan subiendo los precios del petróleo significativamente”.
La energía opera en un mercado global, por lo que si hay un problema en una parte del mundo, todos lo sienten.
Rusia es un importante productor de petróleo y gas natural a nivel mundial. Produce 10 millones de barriles de petróleo al día, aproximadamente el 10% de la demanda mundial. Además es el ma- yor proveedor de gas natural de Europa, un gas que se utiliza para alimentar plantas de energía y proporcionar calor a hogares y empresas.
El conflicto geopolítico ha aumentado mucho los precios de ambos en las últimas semanas a medida que los mercados energéticos se adaptan a la vida sin suministro de petróleo y gas ruso.
Aunque los estadounidenses aún no han te- nido que soportar el racionamiento de gasolina y las filas alrededor de los surtidores de las gasolineras que provocó la escasez de petróleo de 1973 y 1979, los precios en las últimas semanas han causado un agujero financiero para muchos.
Y aunque los precios se disparan y la inflación continúa aumentando, las encuestas de opinión recientes muestran que los estadounidenses están abrumadoramente a favor de aumentar las sanciones económicas contra Rusia y respaldan ampliamente más medidas para detener la invasión de Ucrania. Eso incluye apoyar el movimiento para dejar de comprar petróleo ruso.
Una de esas encuestas, realizada por Reuters, encontró que el 80% de los estadounidenses dijo que EE.UU. debería dejar de comprar petróleo ruso y el sentimiento se comparte de manera bastante equitativa entre republicanos y demócratas.
En esa misma encuesta se vio que alrededor del 62% dijo que valía la pena pagar más por combustible y gas debido a la crisis para defender otro país democrático. Además, mostró que el presidente Biden está obteniendo mejores calificaciones por su manejo de la crisis, con su índice de aprobación que ha aumentado del 34% al 45% en un período de una semana.
Pero no está claro hasta cuánto la gente podrá aguantar esto y cuál será el punto en el que la tensión financiera y la política partidista fracturarán el apoyo unificado a Ucrania.
La guerra probablemente seguirá afectando a los precios, aunque Estados Unidos importa relativamente poco directamente de Rusia.
Y Ucrania es actualmente el socio número 67 comercial de bienes de Estados Unidos. En datos de 2019 las exportaciones a Ucrania totalizaron 2.400 millones de dólares y las importaciones de bienes ascendieron a 1.300 millones de dólares. Entre los productos que Ucrania vende a Estados Unidos están zumos de frutas, verduras, aceites vegetales, alimentos en conserva, productos lácteos y frutas y verduras procesadas. Por tanto el país norteamericano no se verá tan afectado por una subida de precios en el trigo y el maíz que ya está afectando a Europa. Ucrania es el mayor exportador de trigo del mundo y es un importan- te proveedor de alimentos para el continente europeo. Combinadas Rusia y Ucrania representan casi el 30% de las exportaciones mundiales de trigo, mientras que Ucrania por sí sola representa más del 15% de las exportaciones mundiales de maíz, según Capital Economics.
En cuanto a los productos que Estados Unidos importa de Rusia, principalmente se encuentran combustibles minerales, metales preciosos, hierro y acero, fertilizantes y productos químicos inorgánicos.
Ucrania también es un importante productor de uranio, titanio, mineral de hierro, acero y amoníaco. Y esto se traduce por ejemplo en que habrá problemas con productos básicos que se utilizan para fabricar automóviles, tanto eléctricos como de gasolina.
De hecho, según datos de la Casa Blanca, Estados Unidos compra a Ucrania hierro, acero y maquinaria eléctrica. Así que en este sentido el país norteamericano sí podría notar aquí una subida de precios. Además del paladio y el níquel rusos, metales que se compraban a Rusia.
Un riesgo para la actividad económica estadounidense que se puede estar subestimando es la amenaza de un ataque cibernético. Rusia podría responder a las sanciones de Estados Unidos con represalias digitales, perturbando la vida digital en un momento en que Internet se ha vuelto central para la existencia económica.
“Rusia podría intentar interrumpir los sistemas financieros y la infraestructura crucial, como la red eléctrica o la producción de petró- leo, para presionar a EE.UU. para que cese en las sanciones”, dijo Saryu Nayyar, director ejecutivo de la firma de seguridad Gurucul. “Esto puede significar ataques a los dispositivo personales de los ciudadanos a través de ransomware”, continuó. Doug Jacobson, profesor de ingeniería eléctrica e informática en la Universidad Estatal de Iowa, dice a los estadounidenses que deben estar preparados: “Protéjase practicando la ‘higiene cibernética’”, les recomienda. Y Eman El-Sheikh, vicepresidente asociado del Centro de Ciberseguridad de la Universidad de West Florida, dijo que los estadounidenses deberían revisar y fortalecer sus defensas digitales de inmediato. “La ciberseguridad es responsabilidad de todos”, apuntó. Y recomienda utilizar la autenticación multifactor en todas las cuentas, incluido el correo electrónico, las redes sociales, las compras y los servicios financieros, para obtener una protección adicional.
Otro de los temores de la guerra está en el es- pacio. Durante décadas, Estados Unidos y Rusia han colaborado en programas espaciales. Desde el Proyecto de prueba Apollo-Soyuz de 1975, que tuvo lugar a mediados de la Guerra Fría, hasta la asociación continua en el programa de la Estación Espacial Internacional, las dos naciones han trabajado juntas en el espacio. Pero la invasión rusa de Ucrania ha provocado una reacción tensa entre los socios de la agencia espacial rusa que está desafiando ese espíritu de cooperación.
El jefe de la agencia espacial rusa, Dmitry Rogozin, comentó que las sanciones occidentales contra Rusia podrían hacer que la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) se estrelle, al interrumpir el funcionamiento de la nave espacial, vital para mantener la plata- forma en órbita, que está previsto que aterrice a finales de mes en Kazakhstan, y también ha amenazado con que podrían dejar en el espacio al astronauta estadounidense Mark Vande Hei. Pero esto ha sido desmentido, según ha publicado la agencia de noticias rusa TASS.
La ISS en el lado estadounidense proporciona energía y soporte vital para la propulsión y el control de actitud, interdependencias que se entrelazaron en el proyecto desde su inicio en la década de 1990.
La NASA dice que se mantiene neutral en cuestiones geopolíticas y tiene una relación saludable con los funcionarios espaciales rusos, y que “todos continúan cooperando en su misión de investigación en la Estación Espacial Internacional”.
Aun así, y por lo que pudiera pasar, Estados Unidos está explorando medios para mantener la estación en órbita a través de la propulsión de las naves Northrop Grumman y SpaceX, aunque esto aún no ha sucedido.
En cuanto al posible conflicto nuclear, la Casa Blanca está consultando con el sector nuclear estadounidense sobre el impacto potencial de imponer sanciones a Rosatom, la compañía estatal de energía atómica de Rusia que podría plantear de- safíos a largo plazo para la flota de más de 90 reactores de Estados Unidos que funcionan con uranio de bajo enriquecimiento proveniente de Rusia. Si bien las plantas existentes tienen suficiente combustible para los próximos seis u ocho meses y posiblemente más, los expertos dicen que las sanciones a las importaciones rusas podrían aumentar el costo global del uranio de bajo enriquecimiento y afectar a las plantas estadounidenses, sensibles a los cambios de costos. Rusia suministra el 20% del uranio poco enriquecido necesario para hacer funcionar las plantas nucleares estadounidenses, según el Instituto de Energía Nuclear. En 2020 una cuarta parte del uranio entregado a Estados Unidos se compró bajo contrato al contado con Rusia, o entregas únicas, mientras que más del 75% se compró bajo contratos a largo plazo. Constellation Energy Corp., el operador de la flota nuclear más grande de EE.UU., dijo que ninguno de los contra- tos de combustible nuclear existentes de la compañía se ha visto afectado por las sanciones actuales y que tiene suficiente combustible nuclear para satisfacer todas sus necesidades de reabastecimiento de combustible durante varios años, independientemente de las posibles sanciones.
Al mismo tiempo, el sector nuclear se enfrenta a cuestiones de seguridad a largo plazo a me- dida que las tropas rusas ocupan reactores nucleares en Ucrania, lo que genera preocupaciones sobre la seguridad del personal y la integridad de los reactores.
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