La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha dado al traste con las perspectivas positivas que existían sobre la economía española y mundial. La guerra se cobra entre las víctimas el consumo, el crecimiento, los precios y los márgenes empresariales, tal y como comprueban los análisis de todo tipo de organismos e instituciones de […]
Distribución y consumoDirigentes Digital
| 30 mar 2022
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha dado al traste con las perspectivas positivas que existían sobre la economía española y mundial. La guerra se cobra entre las víctimas el consumo, el crecimiento, los precios y los márgenes empresariales, tal y como comprueban los análisis de todo tipo de organismos e instituciones de estudios.
Organizaciones como Funcas, Afi o CEOE, además de otros departamentos de estudios de las principales empresas españolas estimaban un crecimiento del 4,8% para este año hace tan solo dos meses. En la coyuntura actual, las previsiones han cambiado y reducen esas expectativas en ocho décimas de media, es decir, hasta el 4%.
Según explica el director general de Funcas, Carlos Ocaña, la situación económica está sujeta a “elementos que no son económicos”. Su organización estima que la economía española reducirá su crecimiento desde el 5,6% hasta el 4,2%, pero esos cálculos se hacen considerando que la duración de la guerra no irá más allá del segundo trimestre que se inicia en abril.
“Si el escenario fuera otro, si la duración de la guerra fuera mayor, el escenario cambiaría de manera importante”, advierte Ocaña. “Estamos presentando un escenario de cómo irían las cosas si no hubiera más sorpresas”, subraya el director general de Funcas.
Por su parte, el director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, Raymond Torres, añade que la economía española se está beneficiando de un cierto “efecto de arrastre” que procede de los últimos meses del año pasado. Se calcula que dicho efecto iba a aportar en torno a 3 puntos porcentuales al crecimiento de este año, por lo que la expansión extra de la producción de España será del 1,1%, aproximadamente.
En todo caso, desde Funcas descartan que pueda producirse la temida estanflación. “Se evitaría la recesión por los pelos”, explica Torres, gracias a que persiste la fuerza del rebote de la economía tras la pandemia. En particular, los hogares cuentan con cierto ahorro acumulado, el turismo se recupera en comparación con los años previos y los Fondos Europeos también resultarán de ayuda para compensar el golpe.
Lo que no puede arreglarse con tanta facilidad es la subida de precios. Cerca ya del aumento a doble dígito y con inflación récord, en Funcas constatan que “los precios energéticos se han tensionado más desde el estallido del conflicto en Ucrania”. Dado que la inflación subyacente no refleja todo lo que han crecido los precios en su conjunto, existen ciertas posibilidades de que no todo lo que se encarece la energía acabe repercutiendo en el resto de productos.
Por el momento, eso está provocando una contención en el valor de los productos, pero a costa de la reducción de márgenes empresariales y del descenso de las rentas de los hogares. Según afirma Torres, ese “pacto de rentas tácito” que se ha producido entre empresas y trabajadores “va a determinar la senda de inflación subyacente”, aunque tendrá consecuencias sobre la competitividad española.
De todos modos, el Plan de Choque Gobierno puede ayudar a que se reduzca la inflación en cerca de un punto porcentual. “Se podría evitar una inflación a doble dígito si la reducción de los precios tiene efectos de aquí a mayo”, explica Torres.
Torres incide en que gran parte de estas circunstancias han sido provocadas por la crisis energética, que contagian otros aspectos económicos. Por ejemplo, llama la atención sobre que “la confianza y el sentimiento empresarial han caído”, lo que refleja la “preocupación y el impacto psicológico que tiene la situación para los consumidores y las empresas”, dice el especialista.
No es para menos, dado que se estima que el coste para los hogares del aumento de los precios será de alrededor de 16.700 millones de euros. Si en España existen 18,7 millones de hogares, el coste rozará los 900 euros por familia (893 euros). Por otro lado, el ahorro embolsado que se mantiene hasta ahora puede ayudar a que las familias compensen el aumento de precios.
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