De dónde viene y hacia dónde se dirige la economía española

Para comprender el impacto del coronavirus en la economía española en el momento actual es importante saber en qué punto se encontraba en el mundo pre-pandemia. Antes de que se produjese el shock de la oferta y la demanda por la COVID-19, la economía nacional se encontraba en una “profunda desaceleración, con un crecimiento del PIB del 1% d y con una tendencia declinante para el 2021″, según expresó el presidente de Freemarket Corporate Intelligence, Lorenzo Bernaldo de Quirós. 

A ello, hay que añadir que las condiciones tanto macro como microeconómicas eran “absolutamente inadecuadas” para afrontar un golpe de esta índole. “Hemos llegado a la pandemia con el déficit público más alto de la UE y con un nivel de deuda pública, que refleja que la política fiscal no ha contribuido a la estabilidad.

En un evento online organizado por el Instituto de Estudios Financieros (IEF), Bernaldo añadió que en ese escenario que ha precedido al coronavirus el país tenía una política económica “absolutamente contraria a la que exigían las circunstancias”. En ese sentido, habla del aumento del gasto público y los impuestos, siendo la combinación de ambos factores algo que “nunca ha servido para reducir y hacer sostenible el déficit y la deuda pública”. Algo que ha hecho que ese escenario se haya agudizado a raíz de la pandemia. 

En lo que atañe a la restricción de la oferta por la paralización de la economía a causa del confinamiento, Bernaldo de Quirós considera que ese hecho exigía plantear una terapia económica que le permitiese a la actividad productiva absorber el impacto de la COVID-19 sin generar una destrucción masiva del tejido productivo, concretamente, las pymes. Añade que se tenían que haber reducido los costes que recaen de este shock y ayudar a las empresas en estas circunstancias, ya que se van a encontrar con serios problemas de liquidez. De hecho, incide en que aspectos como impedir los despidos por causas objetivas, ha introducido rigidez. De este modo, también se refiere a los ERTEs: “son una mecánica tramposa”, porque señala que esas empresas que han recurrido a ellos no van a poder absorber a la población cuando finalicen, sino que es un mecanismo de “paro encubierto”.

De hecho, el último informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE) refleja que las medidas de apoyo a la empresa son las que tienen “mayores efectos multiplicadores” desde el punto de vista de sostenimiento de la producción, la actividad y el empleo, en comparación con las medidas de intervención pública. Es decir, decisiones encaminadas a reforzar al sector empresarial que minimicen la destrucción de tejido productivo en el corto plazo para los más afectados y, agregarse medidas que fomenten la transformación estructural y la modernización en el medio y largo plazo. Para todo esto es “imprescindible que no se introduzca ningún obstáculo regulatorio o carga administrativa” que aumente los costes en las compañías que mermen su adaptación al nuevo escenario pos-COVID-19.

Es por ello que a su juicio, introducir impuestos de cualquier tipo será “lesivo” y tendrá efectos para el consumo y la inversión. Algo que “agudizará los desequilibrios del sector público y alargará la recuperación”, incide Bernaldo de Quirós. “Somos una economía quebrada, en la que el ajuste es inevitable, costará mucho restaurar la destrucción del tejido empresarial y del empleo y estamos ante una crisis muy larga”. Añade que la política económica que se está desplegando es “absolutamente incompatible” con la realidad económica española y con las exigencias que esta plantea para superar la crisis con rapidez.

En este sentido, España dependerá mucho de la financiación del exterior. Desde el prisma europeo, la crisis ha llegado en un momento de agotamiento de las políticas económicas, especialmente la monetaria. Así lo expresaba el economista Javier Santacruz en el foro. También se refiere a la política presupuestaria incidiendo en que la condicionalidad para optar a los 750.000 millones de euros de la Comisión Europea, es una manera de que los países hagan un ejercicio de credibilidad, no solo ante las instituciones europeas, sino ante los mercados financieros.

En el evento los expertos coinciden que no hay otra alternativa que un plan de consolidación fiscal sustentado en la reducción del gasto público, acompañado en paralelo de una bajada de impuestos directos, de una terapia de liberalización de los mercados y una reforma institucional para “recuperar las reglas del juego en las que se marque la política presupuestaria”. En suma, a lo largo de la ponencia quedó planteado que será inevitable acudir al fondo de rescate, la pregunta que dejan es cuándo.