El maremoto italiano que tanto azotó a los mercados meses atrás ha quedado en segundo plano, pese a que su sombra puede volver a bañar de duda a las bolsas en el futuro. La entrada en recesión del país transalpino y la situación de su sistema financiero son dos losas que pueden generar turbulencias cuando menos se esperen.
El escenario para la banca italiana sigue sin resolverse. La proporción de préstamos incobrables netos sobre el total de créditos está disminuyendo en Italia, pero la morosidad de los mismos en términos absolutos siguieron aumentando, lo que implica que la fuente de deuda impagable, probablemente debido a debilidades estructurales de la economía, no ha sido controlada.
Además, la desaceleración económica es cada vez más visible y las fuerzas políticas también tienen el potencial de perturbar la recuperación en curso. Todo esto podría desafiar de nuevo al sistema bancario italiano.
La proporción de préstamos impagados netos sobre el total de préstamos en quince bancos italianos grandes y medianos alcanzó su punto máximo en 2016 y cayó en 2017 por primera vez desde 2008. Esto se debió en parte a una leve disminución en el saldo de préstamos incobrables y, aún más, a un aumento mucho más rápido en los préstamos totales.
En un último informe de Flossbach von Storch, la explicación económica de ambos desarrollos, la leve disminución de los préstamos incobrables y el rápido aumento en los préstamos totales, «se encuentra en un buen impulso en el ciclo económico, visible en una disminución moderada de la tasa de desempleo».
En términos absolutos, el saldo de préstamos incobrables netos (después de amortizaciones) disminuyó de un máximo de 41.900 millones de euros en 2015 a 37.600 millones de euros a finales de 2017. Sin embargo, los préstamos morosos brutos siguieron aumentando, alcanzando los 109.000 millones de euros en 2017. Esto implica que la fuente de la deuda impagable (probablemente debido a las debilidades estructurales de la economía, como lo indica la tasa de desempleo, todavía alta), no ha sido controlada y, además, se necesita una cantidad creciente de amortizaciones para mantenerse al día con el ritmo actual de reducción neta.
La mejora del sentimiento en torno al riesgo después de que Italia evitara el procedimiento por déficit excesivo se ha descontado de forma rápida y completa. Según explicaba Andrea Iannelli, Director de inversiones en renta fija de Fidelity International, a partir de ahora, «las perspectivas de los BTP dependen mucho de la evolución del crecimiento, lo que plantea nuevos riesgos bajistas, sin olvidar que las próximas elecciones europeas en mayo son la cita política clave en el horizonte».
Además, la dispersión en la distribución de los préstamos incobrables netos en la muestra de los quince bancos italianos más grandes es relativamente alta, lo que implica que «el dolor de la baja calidad crediticia se distribuye de manera desigual dentro del sistema bancario», afirman desde Flossbach von Storch. E
En consecuencia, el stock de préstamos incobrables netos en el último decil de la distribución es ahora 22 veces mayor que en el primer decil y cinco veces más alto que en el banco con el stock promedio de préstamos incobrables. Casi el 50% del total de préstamos morosos netos se mantiene en los balances de los tres bancos con las mayores cantidades de préstamos incobrables netos, que también son los bancos con los balances generales más grandes.
Así, el progreso en la cancelación de préstamos morosos es innegable. Con todo, el saldo restante de estos créditos brutos y netos sigue siendo considerable. Esto es aún más problemático dada la desaceleración económica en Italia a partir de 2018, precedida por un período de cuatro años de provisiones decrecientes para préstamos deteriorados (llamado costo del crédito, ver apéndice para detalles metodológicos).
Esta tendencia en las provisiones para pérdidas crediticias se debe a un mecanismo de contabilidad que incita a los bancos a comportarse de manera procíclica. Los bancos reducen fuertemente sus provisiones para pérdidas en los buenos tiempos, pero no pueden aumentarlas, como deberían, en períodos de desaceleración económica.
Una primera manifestación de este fenómeno fue visible en 2009, ya que las provisiones crediticias se mantuvieron en niveles muy bajos a pesar de la recesión económica. Es probable que esto vuelva a desafiar al sistema bancario italiano, dada la recesión económica cada vez más visible, lo cual seguirá generando dudas en el futuro para la Unión Europea.
2019-03-06 09:44:20