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Las vías por las que podríamos asistir a la inflación

Además de la pandemia Covid-19 que estamos viviendo, donde la tercera ola de contagios está a la orden del día, lo cierto es que una de las grandes preocupaciones de inversiones y mercados es la inflación.  Y es que su posible aumento, puede venir de la mano de la recuperación financiera tras la pandemia, cuya […]

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25 ene 2021

Además de la pandemia Covid-19 que estamos viviendo, donde la tercera ola de contagios está a la orden del día, lo cierto es que una de las grandes preocupaciones de inversiones y mercados es la inflación. 

Y es que su posible aumento, puede venir de la mano de la recuperación financiera tras la pandemia, cuya contracción económica ha sido atajada con amplios estímulos de la política monetaria y de los gobiernos. 

Así, la gestora Schroders, de la mano de Keith Wade, su economista jefe, ha señalado las posibles tres rutas por las que la inflación llegaría en un contexto de rápido crecimiento de la oferta monetaria de EE.UU. y el aumento de los precios de las materias primas. “Estas preocupaciones se reflejan en los valores vinculados a la inflación, con la tasa de inflación de referencia a 10 años en EE.UU. aumentando del 0,5% en marzo a poco menos del 2%”, expresa el experto. 

Una medición “nueva” y poco precisa fruto de la Covid-19

La primera ruta que enuncia el experto es la técnica, en la que la inflación está subestimada y no se mide adecuadamente. Y es que ante los cierres que se están produciendo durante la Covid-19 se está haciendo compleja la recolección de los datos de manera real, por lo que muchos precios se han estimado o se han señalado como “no disponibles”. 

Pero desde Schroders aseguran que el mayor error viene de la mano de los cambios de patrones de gastos durante la pandemia, la cual ha forzado esta modificación. “Los consumidores han reducido los viajes, o las comidas fuera y han aumentado el gasto en comida y bebida en casa, por ejemplo”, señala el experto y aclara: “Como consecuencia, las ponderaciones utilizadas en los índices de IPC – que se basan en los patrones de gasto normales – no recogen el cambio en la economía más limitada por el Covid-19. Dado que los precios de los alimentos se aceleraron y los precios del transporte cayeron en casi todas las regiones durante la pandemia, esto hace que la inflación se incline hacia abajo. Las estimaciones del FMI y nuestros cálculos sugieren que esto supone entre 0,3 y 0,4 puntos porcentuales en EE.UU”. 

Este problema, dado que viene de la mano de la Covid-19, debería solucionarse a medida que recuperemos la normalidad. “La distorsión creada por el coronavirus lleva a una modesta subestimación única de la inflación, pero no debería persistir”, insiste Wade. 

El ahorro de los hogares, que podría elevar los precios 

Por otro lado, desde la gestora explican que otra de las rutas de este incremento de precios o la inflación sería que “el aumento de la masa monetaria represente un exceso de liquidez que cree un incremento del gasto una vez que se normalice la actividad”, por lo que la mayor demanda obligaría a los precios a subir.

Y es que como fruto de la reducción del gasto en los hogares, la correlación entre el dinero y la actividad representa en este contexto un crecimiento de los depósitos bancarios. Esta característica pandémica se ha traducido por tanto en un aumento de la tasa de ahorro. 

“Aunque un aumento de los depósitos de efectivo no es inusual durante una crisis, un aumento de esta escala ha sido exclusivo del Covid-19. La pregunta clave es si estos depósitos se gastarán y, en caso afirmativo, con qué rapidez”, apunta el experto que matiza que aunque con la vuelta a la normalidad la gente empezará a gastar, la población va a tardar algo de tiempo en recuperar la confianza, además de que se han establecido nuevas tendencias como la del teletrabajo, que han venido para quedarse. 

Eso sí, el aumento de esa tasa de ahorro no se ha dado en todos los estratos sociales por igual pues, mientras que los grupos de bajos ingresos han tendido a disminuirlo o a pararlo, lo cierto es que las clases más ricas y los jubilados habrían tendido a ahorrar más, según una encuesta realizada en Reino Unido por parte del Banco de Inglaterra. 

“Es probable que quienes tengan un exceso de ahorro sean cautelosos, lo que concuerda con otros estudios sobre el gasto después de una pandemia”, expresa el entendido para la que precisa, que sería entonces la política fiscal la que puede ayudar a los hogares con menos ingresos. 

“Sin embargo, en última instancia, es probable que el exceso de ahorro o de liquidez en el sector doméstico se disipe gradualmente, con lo que se ejercerá menos presión sobre la capacidad económica y menos sobre la inflación”, aclara Keith Wade. 

El nivel de desempleo 

Otra de las preocupaciones o rutas por las que la inflación podría hacer su aparición tendría que ver más con el largo plazo y reflejaría más el impacto estructural de la pandemia en la economía. 

Y es que viendo que habrá cambios permanentes en los patrones de gasto, será necesario, según la gestora, que haya una reasignación de recursos. Así, y mientras que el impacto inicial que suponen por ejemplo los desplazamientos de los trabajadores entre sectores más o menos prósperos tras la Covid-19 es un hecho y sería inicialmente deflacionario (pues el desempleo aumentará durante algún tiempo), lo cierto es que después puede llegar la temida inflación. 

“La amenaza inflacionaria llega más tarde, cuando los gobiernos y los bancos centrales interpretan erróneamente el alto nivel de desempleo como algo cíclico más que estructural”, aclara el experto para recalcar que es entonces cuando el exceso de estímulo monetario y fiscal podría crear inflación, “ya que la capacidad de oferta de la economía no es tan grande como sugieren las cifras de desempleo. Las crisis inflacionistas de los años setenta tuvieron su origen en una política que no reconoció los cambios adversos en el lado de la oferta”. 

Ante estas tres amenazas, el entendido de Schroders, interpreta que la primera sobre la medición mal calculada probablemente ya es un hecho. Por otra parte “la mayor es la preocupación por el crecimiento de la masa monetaria, dado el aumento de la liquidez y lo veríamos en la perspectiva de un mayor ahorro” pues las encuestas sugieren una respuesta comedida de la gente una vez que obtengamos la inmunidad frente a la Covid-19. 

“El Covid-19 ha estado particularmente polarizado en sus efectos económicos sobre los diferentes grupos de ingresos, de tal manera que ha concentrado el aumento de la liquidez y el ahorro entre los más acomodados, que seguirán ahorrando en lugar de gastando”, expresa para añadir: “Los mercados seguirán preocupados, pero las bajas tasas de interés para las inversiones a largo plazo deberían mantenerse hasta 2021 y potencialmente más allá”. 

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