Desde mediados del siglo XXI, hemos visto un boom de startups de toda clase que, con el uso de las nuevas tecnologías y modelos de negocio, han desafiado el sector financiero tradicional. Las conocidas como fintech han supuesto una disrupción real en la banca y han cambiando radicalmente el sistema financiero y sus actores. En […]
Desde mediados del siglo XXI, hemos visto un boom de startups de toda clase que, con el uso de las nuevas tecnologías y modelos de negocio, han desafiado el sector financiero tradicional. Las conocidas como fintech han supuesto una disrupción real en la banca y han cambiando radicalmente el sistema financiero y sus actores.
En un primer momento, los bancos tomaron una posición agresiva, ante esta oleada de fintech, considerando a estas nuevas empresas como competidores. Sin embargo, en estos últimos años hemos visto un creciente acercamiento entre ambos players, que están viendo cómo uniendo fuerzas y colaborando pueden aprovechar sinergias y conseguir mejores resultados: la banca tradicional aprovechando de las fintech, su innovación, la excelente experiencia del cliente y la proximidad a los clientes más jóvenes; mientras que las fintech pueden beneficiarse del poder y cobertura de los bancos, la confianza y la gran base de clientes que poseen.
Además, los cambios regulatorios, las demandas de clientes y el enfoque en éste, cada vez más digital, se moverá más allá de los productos (pagos, préstamos, transferencias…) y se extenderá a los servicios financieros. Pero, ¿cuáles son los posibles escenarios que nos deparará el futuro del sector bancario?
Distintos escenarios
El primer sitúa a los bancos como grandes plataformas, un concepto introducido por Ron Shevlin, experto en banca digital, que explica que la estrategia de plataformización busca conectar e integrar en un mismo ecosistema: clientes, partners, servicios y dispositivos, con el objetivo de promover la creación e intercambio de servicios para crear valor. Todo ello, es posible gracias a la tecnología API, que juega el papel de “puente tecnológico” entre todos los actores del ecosistema, permitiendo que todo esté conectado en tiempo real. El banking as a platform (BaaP) es, por tanto, un concepto que redefine el modelo de negocio de los bancos; como decíamos gracias a las API, las aplicaciones modernas, la entrada de nuevas regulaciones como el open banking o la PSD2 están haciendo que los bancos se vean obligados a abrir sus puertas a la innovación y a la tecnología. La clave, no tomarlo tanto como una amenaza, sino como un reto y una oportunidad.
Un segundo escenario es el de los bancos Fintech, un concepto nuevo que combinará la agilidad propia de las fintech y el poder y presencia de los bancos. ¿Cómo? Basándose en cinco elementos clave: contar con una plataforma bancaria como base; contar con tecnología API que le permite conectarse fácilmente a terceros; una infraestructura sólida y segura que le permita llevar a cabo procesos de verificación y identificación; poseer una licencia bancaria para ser independiente de otros bancos y tener la custodia de los fondos sin restricciones y contar con un CRM para la gestión de clientes de forma óptima. Según los expertos, este tipo de banco fintech ofrecería los productos básicos ligados a cuentas bancarias, tarjetas de crédito y débito, wallet…y el resto de servicios relacionados con inversión, gestión de patrimonios, crowdfunding, hipotecas, criptomonedas y una larga lista, todos ellos podrían ser proporcionados por terceros a través de API, siempre con la idea de ofrecer la mejor experiencia de usuario y al precio más competitivo.
A diferencia de las fintech actuales, estas entidades podrían competir con los bancos tradicionales, al contar con licencia bancaria, y gozarían de una gran gama de servicios de gran calidad que han sido producidos por otros.
El último de los escenarios sitúa a las grandes tecnológicas como bancos, aunque para que las fintech se convierta en compañías de servicios financieros tendrán que someterse al estricto cumplimiento de la normativa y las exigencias de la banca tradicional, lo que les haría perder algunas de las ventajas competitivas de las que gozan ahora, lo que nos lleva a pensar en la existencia de un tercer escenario en los gigantes tecnológicos no financieros, que poseen la infraestructura y la confianza de los consumidores y que podrían reengancharse al juego financiero. De hecho, muchos consideran la posibilidad de que empresas tales como Google, Facebook, Apple o Amazon creen su propia entidad financiera, de momento han comenzado por colarse con el mundo de los pagos: Apple Pay, Amazon payments, Google Wallet con menos éxito… No creo que esto sea un preludio inmediato a convertirse en un banco, ya que los gigantes tecnológicos no ven todavía demasiado atractivo en el sector bancario, en gran parte debido a la alta regulación que existe.
La transformación del sector financiero no ha terminado y veremos cada vez más innovaciones disruptivas muy prometedoras. La tecnología se convertirá sin duda en la “varita mágica” que dictará los próximas transformaciones y es ahora o nunca cuando los bancos tradicionales tendrán que subirse al tren de la transformación digital para no quedarse atrás.