Pensamos que estamos ya en el punto álgido de la política monetaria o cerca de alcanzarlo, que se ha iniciado el proceso de desinflación y que se está produciendo una desaceleración económica mundial que será relativamente breve. Aunque es probable que los mercados dejen pronto atrás esta etapa y empiecen a descontar una futura recuperación […]
Pensamos que estamos ya en el punto álgido de la política monetaria o cerca de alcanzarlo, que se ha iniciado el proceso de desinflación y que se está produciendo una desaceleración económica mundial que será relativamente breve. Aunque es probable que los mercados dejen pronto atrás esta etapa y empiecen a descontar una futura recuperación económica.
Con un contexto macroeconómico, que es cada vez más favorable, y con la mejora de las condiciones financieras -con la pausa de los bancos centrales-, el entorno debería favorecer la deuda corporativa.
Normalmente, un entorno desinflacionista y de crecimiento lento debería ser bueno para los mercados, pero los bancos centrales mundiales siguen endureciendo sus políticas monetarias, lo que mantiene la rigidez en las condiciones financieras y una elevada volatilidad. Este endurecimiento mantiene más altos los tipos y los diferenciales. Si los bancos centrales mundiales confirmaran una pausa en sus políticas, mejoraría la situación de los mercados.
Los catalizadores de esta oportunidad son:
El entorno actual es incierto para quienes invierten. El crecimiento ha sido más fuerte de lo esperado y el mercado laboral estadounidense ha resistido bien la subida de tipos. La incertidumbre en torno a la demanda energética ha disminuido, lo que ha dado lugar a mejores resultados económicos en Europa y en el resto del mundo. Aunque no está en auge, el impulso económico mundial se ha mantenido en territorio positivo y, hasta ahora, las principales economías han evitado la recesión. Las perspectivas de inflación en EE.UU. mejoran constantemente, a medida que la debilidad de los precios de la vivienda se refleja en los índices de precios y la presión salarial muestra signos de relajación.
A pesar de datos macroeconómicos alentadores, se vislumbran preocupaciones en el horizonte. La recesión y la inflación inquietan a analistas debido a tensiones bancarias y disminución de depósitos, posibles señales de contracción crediticia. Su ocurrencia en trimestres venideros es incierta. La economía estadounidense se mantiene estable sin grandes desequilibrios. La recesión es posible, pero su probabilidad es inferior al 50%. La disminución de la inflación es un alivio, pero persisten temores de presiones inflacionarias futuras en los mercados laborales. Si la inflación aumenta con un crecimiento débil, podríamos entrar en una estanflación.
Aunque los escenarios negativos de recesión o de una mayor inflación podrían ser perjudiciales para los mercados, siguen siendo posibilidades que no se corresponden con los datos actuales. De momento, el camino a seguir sería reconocer las buenas noticias de los datos actuales sin perder de vista los indicios de escenarios negativos.