Estamos siendo testigos de grandes cambios a todos los niveles. Las revoluciones tecnológicas se suceden en periodos de tiempo cada vez más cortos. Ya está afianzado el concepto de Industria 4.0 y cada vez se habla más de la revolución 5.0, que pretende potenciar la transformación del sector industrial en espacios inteligentes basados en IoT […]
Dirigentes Digital
| 09 sep 2022
Estamos siendo testigos de grandes cambios a todos los niveles. Las revoluciones tecnológicas se suceden en periodos de tiempo cada vez más cortos. Ya está afianzado el concepto de Industria 4.0 y cada vez se habla más de la revolución 5.0, que pretende potenciar la transformación del sector industrial en espacios inteligentes basados en IoT y en computación cognitiva. Que la tecnología ha cambiado las reglas del juego y que estamos en manos de la digitalización, ya es una realidad.
En este contexto, la comunicación tiene mucho que decir, valga la redundancia. Los profesionales de este ámbito debemos aprovechar la revolución tecnológica que estamos viviendo para mejorar la relación entre las organizaciones y sus stakeholders. Y es en esta ecuación donde ejercen un papel protagonista el Big Data y la Inteligencia Artificial (IA).
El Big Data se ha convertido en la palabra mágica a la hora de tomar decisiones empresariales. Aunque el término aparece allá por el año 1997 en un artículo de la NASA (Michael Cox y David Ellsworth), ahora toma absoluta relevancia como un proceso muy potente para conocer y administrar de forma óptima los datos de los clientes, con el objetivo de ofrecerles experiencias personalizadas y adaptarse al máximo a sus gustos y necesidades. De todas formas, cabe mencionar que el verdadero valor de los datos no son los datos en sí mismos, sino que es necesario incorporar algoritmos basados en inteligencia artificial que permitan analizarlos y sacar conclusiones. A través de los algoritmos podemos detectar patrones de comportamiento y buscar la forma de satisfacerlos. Lo que viene siendo “separar el grano de la paja” en busca del auténtico valor.
Por su parte, el gran potencial de la Inteligencia Artificial en el ámbito de la comunicación reside en la automatización. La posibilidad de generar contenidos de forma automática, al tiempo que analizar de inmediato los datos que recibe la empresa a través de sus diferentes canales, ayuda a los profesionales de la comunicación a mejorar la estrategia comunicativa generando interés.
Como profesionales de la comunicación y las relaciones públicas, trabajamos diariamente mano a mano con periodistas e influencers y, aunque no niego que las plataformas comunicativas han proliferado muy positivamente y que su impacto es cada vez mayor, aún quedan ciertos aspectos por mejorar y potenciar.
El mayor valor para un medio es recibir información de calidad y de forma exclusiva. Los envíos masificados a bases de datos infinitas cada vez funcionan menos y los periodistas están cansados de nuestra falta de filtro a la hora de realizar envíos. Hay mucho que progresar en este sentido. Para ello, el Big Data y la IA se presentan como herramientas imprescindibles para lograr nuestra propia revolución comunicativa 5.0.
Es posible que el lector se esté preguntando cómo podemos hacerlo. La personalización es el camino a seguir y para ello debemos cuidar nuestra estrategia de contenidos. Tenemos que adaptarnos a las tendencias antes incluso de que estas aparezcan. La anticipación y segmentación son palabras esenciales para lograr una comunicación de 360 grados adaptada a la situación actual.
Como dice Mark Zuckerberg, en los próximos años el 90% de los contenidos de Internet serán audiovisuales. Esto es innegable, las nuevas generaciones leen cada vez menos y su capacidad de atención se va mermando. Ahora TikTok o Twitch son sus plataformas favoritas y esto ya es imparable. El tiempo que pasamos sentenciando que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, son minutos perdidos en pensar cómo adaptarnos a la nueva normalidad comunicativa.
En el ámbito de las relaciones públicas, sin ir más lejos, organizaciones como la red de agencias Worldcom PR Group ya han desarrollado índices basados en inteligencia artificial (como el Confidence Index) para prever tendencias comunicativas y así planificar acciones de comunicación más efectivas.
La tecnología va más allá de las capacidades humanas. Por ejemplo, en redes sociales siempre habrá un equipo responsable de revisar el feedback de los usuarios. Sin embargo, poder analizar las respuestas de cientos de usuarios en tiempo real no es posible ni para el más grande de los equipos. Utilizar la tecnología para detectar rápidamente una potencial crisis a través del análisis de las conversaciones en redes sociales, puede permitirnos mitigar el problema antes de que se propague. ¡Saquemos provecho del potencial de la tecnología!
Todos somos conscientes de que cualquier actividad cotidiana de una persona cualquiera es susceptible de generar datos de interés para empresas y corporaciones. Esto impacta directamente en la privacidad y la identidad de los usuarios, generando sesgos y prejuicios que deben preocuparnos. Si los datos de los que se alimenta la IA son discriminatorios, estos sesgos serán reproducidos por la tecnología, lo que perpetuará la marginación. Esto es un grave problema, por lo que la diversidad, la equidad e inclusión, deben estar presentes en todos los equipos responsables del análisis de datos manual, así como en los de la validación de los algoritmos. Como ocurre con cualquier otro aspecto de la vida, nuestra convivencia con la IA debe basarse en la ética.
En lo que a comunicación respecta, debemos aprovechar que esta tecnología todavía está madurando para marcar unas directrices libres de discriminación. Por tanto, como profesionales de las relaciones públicas, nos parece fundamental entender que lo que se comunica debe ser interpretado de la misma forma por la mayor cantidad de personas posible.
En este escenario juega un papel importante la lingüística moderna. Ya se está discutiendo la integración de la comunicación inclusiva en la educación infantil para evitar que cuando un profesor hable de “el bombero o el doctor”, las niñas no se sientan interpeladas. Esta misma reflexión debe llegar al ámbito de la IA para que esta tecnología crezca libre de prejuicios.
Por tanto, debemos aplicar la comunicación inclusiva en cualquier estrategia de comunicación que desarrollemos. Hay que tener presente la globalización y que nuestras comunicaciones pueden llegar a públicos muy diversos. No comprender esta interculturalidad solo nos pondrá trabas en el camino para un mundo más justo. Teniendo en cuenta que el futuro es un mundo digital, si queremos que este sea más igualitario, necesitamos que la tecnología también lo sea. La quinta revolución comunicativa debe huir de la dictadura de los datos y apoyarse en el sentido crítico. ¿Y tú, te sumas a formar parte del cambio para lograr la equidad a la hora de comunicar?