En la crisis actual, las presiones inflacionistas van en direcciones opuestas. Como explica Alastair Irvine, de Jupiter AM, por un lado “se están generando economías zombie” y, por el otro, podremos asistir a una “recuperación económica rápida gracias al dinero de helicóptero”, es decir, gracias a las actuaciones de los bancos centrales en aras de […]
En la crisis actual, las presiones inflacionistas van en direcciones opuestas. Como explica Alastair Irvine, de Jupiter AM, por un lado “se están generando economías zombie” y, por el otro, podremos asistir a una “recuperación económica rápida gracias al dinero de helicóptero”, es decir, gracias a las actuaciones de los bancos centrales en aras de que no haya problemas de liquidez, que se unen a los elevados planes de estímulo fiscal que se están llevando a cabo. Este experto apunta que, en este tipo de economías, expectativas de inflación y deflación combaten y, de momento, está por ver quién resulta vencedor.
Por lo pronto, a corto plazo, Esty Dwek, de Natixis IM Solutions, considera poco probable que el bombeo de los bancos centrales traiga problemas de inflación ahora porque “aunque los QE aumentan las reservas de los bancos, si no hay apetito por estas reservas, el precio del dinero no aumenta y, por ende, tampoco lo hace la inflación”. De igual modo que no ve que los consumidores eleven gastos dada su preocupación por el empleo y los ingresos.
Así las cosas, por ahora, Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G Banca Privada, ve “más riesgos de deflación por la ralentización de la demanda mundial, que se une a las fuerzas deflacionistas que ya teníamos en el pasado (digitalización de la economía, globalización, bajada del precio de materias primas, envejecimiento poblacional…).
En efecto, a día de hoy, las expectativas de inflación están deprimidas como resultado de la caída de los precios del petróleo y las previsiones de un crecimiento económico mucho más lento en el futuro. Pero, ¿qué cabe esperar cuando comience la recuperación tras los estímulos que se han puesto sobre la mesa?
¿Inflación futura?
Como explica Erik Weisman, economista jefe y gestor de carteras en MFS Investment Management, “el registro del último ciclo económico sugiere que la política monetaria expansiva tuvo un impacto limitado en la inflación de los precios al consumidor, pero sí tuvo un enorme efecto en la inflación de los precios de los activos”. Y recuerda que, esta vez, los QE están menos centrados en los bancos y más oriendados hacia la economía “real” de las empresas y hogares no financieros. Por tanto, considera que estas políticas ahora pueden “generar presiones inflacionistas una vez que la economía se haya normalizado y sanado”.
En la misma línea, García Mellado tiene claro que, una vez que la economía se recupere y se empiecen a retirar estímulos monetarios, habrá que estar atentos a la inflación, dado que un eventual repunte elevado de los precios “tendría consecuencias importantes en la valoración de los bonos de gobierno y de la mayoría de los activos financieros”. Es por ello que, si ese es el escenario con el que trabajamos, recomienda “vender bonos de gobierno en las partes más largas de las curvas de tipos de interés o abrir estrategias de valor relativo de empinamiento de pendiente”. Pero, ¿y fijarse en los bonos ligados a la inflación?
Bonos ligados a la inflación
Desde Axa IM aseguran que, en un entorno en el que los bancos centrales imprimen dinero para financiar el gasto presupuestario, los bonos ligados a la inflación vuelven a ser atractivos. Recuerdan que han tenido un buen desempeño durante los años de flexibilización cuantitativa y destacan varias características que les hacen mirar a ellos en la actualidad, como el hecho de que “en tiempos de incertidumbre, los inversores buscan activos defensivos. Los bonos vinculados a la inflación son emitidos principalmente por soberanos y más aún por los que tienen una alta calificación”. Por tanto, existiría un buen nivel de comodidad en la solvencia de los emisores al estar en este tipo de bonos y, además, “la mayoría de los bonos vinculados a la inflación encuentran apoyo de liquidez, ya que están incluidos en paquetes de flexibilización cuantitativa”, subrayan desde la gestora.
Otra de las razones que les hacen apostar por este activo es que, en el contexto de nervios desatado en esta última crisis, “los bonos vinculados a la inflación han sido vendidos por inversores enfocados en el corto plazo que buscan liquidar activos para afrontar las margin calls o liberar algo de efectivo”. Por eso creen que “el más reciente aumento en las tasas de interés reales es una oportunidad en nuestra opinión”. según subrayan, “históricamente, uno de los principales efectos de los programas de flexibilización cuantitativa ha sido hacer que los tipos de interés reales disminuyan, lo que beneficia a los bonos ligados a la inflación”.
Para Steve Ellis, CIO Global de inversiones en renta fija de Fidelity International, “a tenor de la magnitud de los estímulos en la economía mundial, creo que la década de 2020 podría terminar siendo un entorno inflacionista. Por lo tanto, pienso que surgirán oportunidades en los bonos indexados a la inflación”. Por su parte, para Evan Brown, responsable de Estrategia en UBS AM, los inversores deben mantener la mente abierta de cara a los riesgos de inflación en el futuro, ya que los estímulos agresivos se encontrarán con limitaciones de la oferta. De ahí que, ante el convencimiento de que los bancos centrales harán lo que sea necesario para aliviar las condiciones financieras, señale que “estamos positivos en activos ligados a la inflación como protección contra un mayor deterioro del apetito de riesgo”.
Erik Weisman también comparte que, con un horizonte a largo plazo, “los inversores deberían buscar formas de protegerse contra una inflación más alta mediante la construcción de una canasta de valores que luchen contra la inflación, incluidos los productos básicos, las acciones y los bonos vinculados a la inflación”. Sin embargo, también advierte de que éstos “pueden ayudar a proteger contra la inflación, pero sufrirán pérdidas potenciales si la actividad económica real también aumenta”, por lo que ofrecerían sólo una cobertura parcial.