Cuando en la década de 1980 se popularizaron los ordenadores personales con monitores en blanco y negro o fósforo verde, pocos pensaban que estos pesados aparatos, junto con la posterior irrupción de Internet y la adopción masiva de los teléfonos inteligentes, serían pioneros en el creciente uso de las tecnologías digitales que ahora marca el […]
InternacionalDirigentes Digital
| 17 jun 2019
Cuando en la década de 1980 se popularizaron los ordenadores personales con monitores en blanco y negro o fósforo verde, pocos pensaban que estos pesados aparatos, junto con la posterior irrupción de Internet y la adopción masiva de los teléfonos inteligentes, serían pioneros en el creciente uso de las tecnologías digitales que ahora marca el ritmo a seguir para empresas, consumidores, ciudadanos e incluso administraciones públicas de todo el mundo.
Casi cuarenta años después de la llegada de aquellos rudimentarios ordenadores a nuestros hogares, España tenía en 2018 más de un 86 por ciento de la población conectada a Internet, un porcentaje que supera el 98 por ciento en la franja de edad de entre 16 y 24 años, según datos del INE.
España ocupa la décima posición entre los 28 países de la Unión Europea en el índice de economía y sociedad digital (DESI), que tiene en cuenta variables como la conectividad, el capital humano, el uso de Internet, la integración de la tecnología digital y los servicios públicos digitales dentro del bloque europeo. Aunque estamos por delante de gigantes como Alemania y Francia, todavía seguimos lejos de los países nórdicos y Holanda, que dominan este índice de la UE.
Así, España parte de una posición relativamente buena ante la transformación digital que se avecina y que muchos expertos consideran que en pocos años cambiará por completo la sociedad en la que vivimos como resultado de una mayor explotación del análisis de gran cantidad de datos, o big data, la llegada del Internet de las Cosas (IoT) o las aplicaciones de la inteligencia artificial.
Un informe de la fundación para la innovación COTEC advertía en 2017 de que la economía española estaba aprovechando sólo en parte su potencial digital y que podría alcanzar un impacto positivo de entre 1 y 2 puntos del Producto Interior Bruto (PIB) anual hasta 2025 si lograba desarrollarlo por completo.
Otro informe reciente de la Cámara de Comercio de España señala que la digitalización también mejora la productividad e impulsa la internacionalización de las empresas, a la vez que potencia su innovación, repercutiendo en empleos de más calidad.
Las empresas españolas pueden aprovechar la digitalización por varias vías, desde el acceso a nuevos mercados y clientes a través de Internet hasta la creación de nuevos modelos de negocio y productos, pasando por buscar una mayor eficiencia o por prestar unos servicios más personalizados.
Pero a la hora de la verdad, cuando una empresa opta por sumarse al torrente digital para no quedarse atrás en los nuevos tiempos dominados por gigantes tecnológicos y del comercio electrónico como Apple, Google o Amazon, surgen cientos de interrogantes sobre cómo llevar a cabo esa transformación, hasta el punto de que la propia identificación de estas necesidades digitales es un nuevo mercado a explotar.
Winecta es una empresa que aprovecha ese vacío que sienten algunos negocios ante el abismo que suponen las nuevas tecnologías para orientar y dar sentido a su transformación digital.
“Normalmente solemos encontrarnos con empresas que han oído hablar de transformación digital y sienten la necesidad de subirse al barco pero no saben cómo hacerlo”, dice a DIRIGENTES su consejero delegado, Samuel Sánchez. “Es algo más común de lo que podemos pensar, incluso hay muchos que buscan la transformación digital de puertas para fuera buscando vender más y no ven que quizás sea mejor empezar por ser más eficientes y eficaces haciendo uso de herramientas digitales”, añade.
Winecta, cuyo lema es “el punto de partida hacia la transformación digital”, ofrece servicios que van desde el desarrollo de modelos de negocio mediante consultoría hasta apps para el móvil, webs o soluciones de comercio electrónico, entre otras.
Esta empresa advierte de que actualmente existen más de 3.800 millones de usuarios de Internet, que suponen algo más de la mitad de la población mundial, y que en 2020 habrá 50.000 dispositivos conectados a la Red, todo un nuevo mercado emergente y global que no para de crecer y cambiar la forma de consumir y las relaciones entre empresas y clientes.
“Es cierto que el manejo de grandes cantidades de datos, Internet de las Cosas, Inteligencia Artificial, e-Health, la accesibilidad y movilidad van a ir cambiando de forma vertiginosa nuestra vida y por ende la de las empresas”, dice Sánchez.
El mayor obstáculo que observan a la hora de que una empresa se digitalice es el miedo al cambio. “Les cuesta entender que la tecnología no tiene por qué cambiar de forma radical su metodología de trabajo. Viene a mejorarla”. Otra traba es que la empresa entienda esta transformación como un coste añadido, en lugar de como una inversión. Además, los proyectos de transformación digital en los negocios requieren dinero y tiempo, dos recursos que desafortunadamente escasean entre muchas empresas de tamaño pequeño.
Para Jesús Vázquez Izquierdo, socio cofundador de The Worldgate Group, la transformación digital de un negocio también necesita en muchas ocasiones una transformación cultural, sobre todo en empresas de ámbito familiar.
“El gran peligro en la empresa familiar es no estar listo para implementar ciertas herramientas y cambios tecnológicos digitales o culturales”, dice Vázquez, cuya empresa se dedica a diseñar estrategias para la transformación estratégica de empresas.