Antes del Covid-19 Madrid y Barcelona eran ya ciudades con grandes problemas de tráfico, contaminación y una densidad humana muy alta comparado con otras ciudades europeas. Además, con 30 millones de visitantes en 2019 Barcelona es una de las ciudades más turísticas del mundo. “Llegamos en densidad de población a unos niveles de Calcuta o […]
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| 19 oct 2020
Antes del Covid-19 Madrid y Barcelona eran ya ciudades con grandes problemas de tráfico, contaminación y una densidad humana muy alta comparado con otras ciudades europeas. Además, con 30 millones de visitantes en 2019 Barcelona es una de las ciudades más turísticas del mundo. “Llegamos en densidad de población a unos niveles de Calcuta o Nueva York”, dice la directora general de los transportes municipales de Barcelona (BSM), Marta Labata. Pero ella y su equipo lo ponen todo de su parte para que, aun así, la vida en la ciudad para sus habitantes será más agradable en el futuro y sobre todo seguro en tiempos de Covid-19. Algo ya se ha conseguido, muy diferente a lo que pasa en Madrid, donde reina todavía el coche, en Barcelona el 75% de los trayectos en la ciudad se hacen ya sin automóvil – andando, en autobús, en metro, en bici o moto.
Pero con la pandemia la movilidad ha cambiado también en Barcelona en el sentido de que en lugar de coger el metro la gente va en bici o moto para reducir la posibilidad de contacto. La empresa que lleva el metro de Barcelona TMB aprovecha este bache para ganar dinero fuera y se ha aliado con Renfe para presentarse juntos en proyectos urbanos internacionales como asesores tecnológicos e urbanísticos: “Tenemos todos los trenes y autobuses que están ya en gran parte centralizados bajo un mismo techo, que es TMB esto llama mucho la atención internacionalmente”, dice el director general Gerardo Letxundi. Lo bueno en el caso de Barcelona es que la gran mayoría de los casi 6 millones de ciudadanos están de acuerdo con los planes de movilidad de Ada Colau, porque ven los beneficios para su vida diaria no solamente por la planificada reducción en ruido que sigue en Barcelona en muy altos niveles y la contaminación, sino también a la hora de recuperar la vida familiar y escolar en los barrios.
Barcelona es una de las ciudades, donde los conceptos de compartir coche, bici o moto siguen creciendo, “pero el negocio da para muchos muy poco dinero”, dice el empresario alemán Timo Buetefisch. Mientras su empresa Cooltra ya factura 40 millones de euros, muchas como Getaround están luchando para cubrir sus gastos. Para Buetefisch este año también ha sido más bien un repunte en el negocio de alquiler y vender motos eléctricas en las ciudades: “La gente tiene miedo de coger el transporte público por las posibles aglomeraciones, así claro la moto o la bici son una buena alternativa, sobre todo en una ciudad tan plana como Barcelona”. Ahora su empresa ofrece también e-bikes: “Negocio complicado por el vandalismo, pero también atractivo si hay cierto volumen de trayectos”.
También Seat con su antiguo jefe Luca de Meo ha visto este enorme potencial urbano que tiene una ciudad plana como Barcelona para una movilidad alternativa al coche combustible. El fabricante alemán ha lanzado su propio coche eléctrico para compartir y también un scooter urbano. Para Robbert Reurings, guía turístico en la ciudad, todo ha cambiado con la pandemia: “Ahora hago mis tours con bici sin problema”. Lo que le falta son los turistas: “Pero van a volver, la ciudad se da solamente un respiro”, dice el holandés. Así lo hacen sus habitantes: se estima según Salud Publica de Barcelona que alrededor de 400 personas mueren al año debido a la contaminación en la ciudad.
El ayuntamiento de Barcelona trabaja desde años en un nuevo concepto para reactivar la vida de barrio. La pandemia ha acelerado los planes y hasta el año que viene la velocidad en el 75% de las calles se va a reducir a 30 km/h. “Además, queremos tener más sistemas de park+ride para que también baja el tráfico en la entrada de la ciudad que sufre todavía enormes atascos en horas punta”, dice Xavier Serra, Innovations-Manager bei Abertis. Así el Ayuntamiento de Barcelona ha reforzado los departamentos de movilidad y diseñó ya hace años las “supermanzanas” – un bloque de edificios donde ha convertido los cruces de calles en puntos de reencuentro cerrándolo para los coches. Por el momento el proyecto solamente se ha llevado a cabo en el barrio de Sant Antoni, en el que la gente discute sobre si el diseño de estas restricciones en el suelo es bonito, pero no sobre la utilidad para su vida diaria.
Sobre todo, la gente mayor y los adolescentes tienen así más bancos y mesas para reunirse. “Por el momento el 50% de la superficie de la ciudad solamente sirve al automóvil, tenemos que cambiarlo a lo mínimo. La ciudad debe ser para los ciudadanos y turistas que la quieren visitar, pero no para mover coches”, dice Labata que ha estudiado en las mejores escuelas de negocios sobre el tema y es una de las pocas mujeres importantes en el sector de la movilidad en España. Ahora las “supermanzanas” son en tiempo de pandemia una estrategia muy útil, porque los bares y restaurantes intentan usar su espacio al aire libre a tope: “Así tendrán más flexibilidad y más negocio”. Eloi Badia, responsable de la transición ecológica en el Ayuntamiento de Barcelona dice que son ya referencia internacional con sus medidas: “Nos llegan muchas preguntas de otras ciudades y damos muchas charlas sobre nuestra transformación ecológica urbana”.