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Un cisne negro en el ajedrez mágico de Latam

Un examen posterior de las proyecciones que se lanzan ahora para 2021-2022 permitirá verificar el saldo de las primeras olas y de la partida de ajedrez que disputan líderes populistas en un tablero mágico con fichas de salud y economía. Mientras unos países hacen un enroque, Latam parece encontrar un jaque en cualquier casilla a […]

Internacional

Dirigentes Digital

10 may 2021

Un examen posterior de las proyecciones que se lanzan ahora para 2021-2022 permitirá verificar el saldo de las primeras olas y de la partida de ajedrez que disputan líderes populistas en un tablero mágico con fichas de salud y economía. Mientras unos países hacen un enroque, Latam parece encontrar un jaque en cualquier casilla a la que mueva sus piezas.

Donald Trump era todavía una presencia tormentosa en la escena global en el inicio de 2020 cuando Latam buscaba colocar sus productos agrícolas y petróleo aprovechando las guerras comerciales del republicano con China e Irán. Los países de la región lanzaban sus planes para el primer año de la nueva década y, si bien estimaban un período de desaceleración, no llegaron siquiera a imaginar el vértigo que comenzaría sólo unas semanas después, cuando llegó el cisne negro que resultó ser el Covid-19.

El coronavirus introducía entonces un inesperado elemento que impactaría directamente en los resultados de la región, con perjuicio mayor en países del sur, indicaron analistas ante los primeros síntomas. Economías mineras y agroexportadoras serían las más afectadas mientras que México resultaría indemne, según las proyecciones de febrero, en las que ya se consideraba a la epidemia un factor de máximo peso en el balance del primer trimestre.

Mientras la curva de contagios subía en marzo, la mayoría de los países de Latam, excepto Brasil y México, aplicaban un recetario común contra los estragos sanitarios y económicos: confinamientos, inyección de liquidez, contención de vulnerables, prórrogas de deuda, créditos para pymes, etc. La secuela social pospandemia, con todo, aún no había sido diagnosticada, a pesar de que ya era claro que el futuro había cambiado repentinamente de lugar para todos.

Las diferencias sociales preexistentes comenzaron a quedar en primer plano a partir de los confinamientos. Mientras los gobernantes se dividían entre las políticas más adecuadas, la sociedad se fragmentó entre quienes continuaban desarrollando su vida en casa y quienes se la jugaban en las calles, expuestos al contagio, para mantener lo esencial funcionando y como estrategia de supervivencia.

Ni las más elaboradas proyecciones de años recientes pudieron prever una transformación tan rápida y drástica como la ocurrida del primero al segundo trimestre 2020. Inversiones, estrategias, prototipos, educación, planificación… todos los preparativos para la tan mentada “transformación digital” que se venía gestando quedaron pronto superados por el avance de la pandemia y un creciente sentido de “nueva normalidad”.

En agosto, miles de argentinos salieron a protestar contra la gestión económica que el Gobierno llevaba de la pandemia, corrupción, inseguridad, reforma judicial y pobreza al tiempo que grupos de acreedores mantenían su presión para el cobro de la deuda externa del país. En septiembre, el presidente de Brasil anunció que extendería hasta fin de año, aunque reducidas a la mitad, las ayudas de emergencia para los brasileños que habían perdido su empleo durante la pandemia. El programa impulsó su popularidad, aunque generó preocupación en el equipo económico.

Las grandes cuestiones que iban apareciendo cada vez más nítidas a medida que avanzaban los contagios de la nueva enfermedad podrían resumirse, hacia octubre, en tres: cómo (y si) se volverían a poner en pie las estructuras que se derrumbaron, qué es lo que se podría rescatar entre los escombros y qué era necesario construir para posicionarse en la nueva realidad.

Gracias a la digitalización acelerada, el 5G avanzaba notoriamente en Uruguay, Colombia y Chile mientras fintech, farmacéuticas, constructoras y firmas de logística emergieron triunfantes en la crisis sanitaria gracias a haberse adaptado rápida y eficazmente al cambio de realidad.

Cuando aún no se habían disipado las dos primeras olas de contagios, Latam terminaba 2020 preparándose para iniciar este año con nuevas cepas emergiendo en el horizonte al tiempo que lanzaba campañas de vacunación de emergencia e intentaba consolidar los cimientos de su nueva realidad para volver a crecer y dejando atrás de sí claroscuros en los sectores de digitalización, ambiente, cultura, sociedad y economía.

Así llegamos a febrero de 2021, cuando la región entró en el radar de Joseph Biden como escenario de una nueva fase de disputas con China en los frentes comercial, tecnológico, ambiental y geopolítico. después de cuatro años en los que Latam figuró en la agenda de Donald Trump como blanco de sus hostilidades hacia México y políticas duras hacia Venezuela y Cuba,

Hacia el segundo año de pandemia

Así, tras la contracción de 2020, que borró una década o más de crecimiento del PIB per cápita en el 40 % de las economías de la región, Latam comenzó a transitar 2021 por un escenario incierto en el que, si las condiciones son favorables, podrá crecer un 3,7% o no más que un 1,9% si no lo son. En el mejor de los escenarios, los resultados perderán vigor en 2022 hasta alrededor de la mitad de lo alcanzado este año. Ese es el cálculo macroeconómico del Banco Mundial.

En la escala del día a día, en tanto, la sociedad observa un repentino aumento de la pobreza, gobernantes erráticos de todos los colores políticos, baja velocidad de inmunización frente a la aceleración de los contagios, una desigualdad persistente y polarización creciente, además de una acumulación de demandas insatisfechas de larga data.

Todos estos factores podrían contribuir a “un resurgimiento del malestar social que la región experimentó a finales de 2019”, advierte la Comisión Económica para América Latina y Caribe (Cepal) en la misma línea en que, mirando a Europa, alertaba una columna de Bloomberg de noviembre al afirmar que el malestar social y las revueltas son “el legado inevitable de la pandemia de Covid”.

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