Los polacos y los alemanes tienen una relación complicada, por lo menos a nivel político. Una parte de la sociedad polaca nunca ha podido perdonar lo que pasó el 1 de septiembre de 1939: el ataque de Hitler a su vecino y la ocupación de todo el país con lo que se inició la Segunda […]
InternacionalDirigentes Digital
| 28 oct 2022
Los polacos y los alemanes tienen una relación complicada, por lo menos a nivel político. Una parte de la sociedad polaca nunca ha podido perdonar lo que pasó el 1 de septiembre de 1939: el ataque de Hitler a su vecino y la ocupación de todo el país con lo que se inició la Segunda Guerra mundial en la que murieron entre cuatro y cinco millones de polacos. Prisionero entre rusos y alemanes, el país ha vivido muchas represiones pero siempre se ha levantado con orgullo y agilidad, lo que ha llevado a Polonia a ser hoy uno de los más digitalizados de la UE con una deuda pública en 2021 del 53,8% del PIB, la mitad de España. Además, el paro no llega al 3%. Viajando por el país ya no se percibe el triste gris que era típico durante el régimen comunista. Aunque el PIB per cápita español está el doble de alto, los polacos viven en ciudades muy bien restauradas, se cuida ya el medioambiente, hay un paraguas social y el sistema de transporte público funciona bien. Sin embargo, Polonia sufre las consecuencias de la guerra en Ucrania y el embargo contra los rusos mucho más de cerca que España por su dependencia energética de Moscú.
Todo también gracias a los fondos europeos que recibe Polonia desde su entrada en la UE en 2004. Para España, el país que hace frontera con Ucrania y Bielorrusia es un gran competidor para atraer inversiones industriales y fondos europeos. Mientras Pedro Sánchez se ha convertido en un partner leal de Alemania en esta crisis, los lazos españoles con una Polonia políticamente cada vez más ultraconservadora son mucho más superficiales, aunque hay bastante empresas españolas que invierten y asesoran a los polacos como Banco Santander, Ferrovial, ACS y la empresa estatal de ingeniería Ineco. En 2021, Polonia era el mayor receptor neto con alrededor de 12.900 millones de euros, mientras Alemania era el mayor contribuyente neto y España “solamente” recibió 3.493 millones de euros según Eurostat. Sin embargo, los distintos gobiernos de derecha de Polonia han sido más bien euroescépticos, mientras España es quizás ahora mismo el miembro más leal y el más fuerte aliado de las políticas energéticas actuales de Alemania. Sin embargo, la guerra en Ucrania ha provocado que el gobierno polaco actual bajo el mando de Mateusz Morawiecki se acerque de nuevo a la UE y se aleje de su aliado político Victor Orbán, primer ministro de Hungría, que no solamente es un euroescéptico sino también trata a Putin con más comprensión que el resto de Europa. “Algo que no se tolera en absoluto en el Gobierno polaco,” dice Thomas Urban, autor alemán de varios libros sobre el país.
En las últimas semanas Morawiecki ha intentado sacar del cajón un tema ya resuelto entre alemanes y polacos: su gobierno quiere alrededor de 1,3 billones de euros por el daño causado en la Segunda Guerra Mundial, algo que reclaman también ciertos sectores en Grecia desde hace años sin éxito. Como ha dicho la ministra alemana de asuntos exteriores en su última visita a Polonia: “este asunto está solucionado ya y no deberíamos abrir este tema otra vez.” De todos modos, en la actualidad de los casi 40 millones de polacos pocos piensan realmente en Alemania como su enemigo. Los jóvenes de Varsovia quieren lo mismo que los jóvenes alemanes de Berlín: vivir su vida sin reproches morales y tener un trabajo bien pagado. En oposición, en su último libro “Verstellter Blick: Die deutsche Ostpolitik”, Urban escribe que los distintos gobiernos alemanes son en parte responsables de la situación actual con Rusia: “A diferencia de los polacos no han visto el peligro de Putin, no han entendido su lenguaje y sus actos. Es un líder imperialista y mentiroso.” Mientras Polonia siempre era cauteloso los alemanes han vinculado su destino económico a Rusia que ahora dice que Polonia podría haber provocado el sabotaje de sus gasoductos Nord Stream 1 + 2, porque el país acaba de inaugurar, con los representantes de Dinamarca y Noruega su propio “Baltic Pipe”.
Por todas estas “mentiras” e “imprevistos” los polacos tienen miedo en la situación actual y han entrado en una carrera de armamento para no ser el próximo país atacado por Rusia. Está previsto incrementar el elevado presupuesto para las fuerzas armadas de 2% hasta el 3% para 2023. Sin embargo, la mayoría de los polacos tiene que afrontar una inflación que llega en septiembre a alrededor del 17% con un salario bruto mensual medio de alrededor de 1000 euros. Según datos del UNHCR, seis millones de refugiados han pasado la frontera de Polonia desde el inicio de la guerra en Ucrania. Aunque la sociedad privada les ayuda donde puede, y empresas como Siemens han abierto sus propias instalaciones para los refugiados, el país llega a su límite. Para los españoles, sin embargo, la guerra parece muy lejos. Aunque llena las noticias diarias con imágenes de bombardeos, solamente unos miles de refugiados han querido venir al sur de Europa. Sánchez por lo menos ha logrado que el gobierno polaco se sume a su tesis de que hay que reformar, al menos temporalmente, el mercado de derechos de emisión en Europa para aliviar la presión que éstos ejercen en la escalada de los precios de la energía. Para ganar popularidad Morawiecki ha suspendido el IVA de los alimentos y ha bajado el IVA del combustible. A pesar de todos los problemas que atraviesa ahora el país, “Polonia será clave en la futura integración de una parte políticamente olvidada de Europa,” dice Urban.