La Guerra de Rusia contra Ucrania cambia todas las previsiones y expectativas que se habían realizado sobre la recuperación española, y también global. Esade, justo el día antes de la invasión, proyectaba un crecimiento del 5,8% para este 2022 en nuestro país, con una media de crecimiento en la eurozona del 4,4%. Todo ello se […]
NacionalDirigentes Digital
| 08 mar 2022
La Guerra de Rusia contra Ucrania cambia todas las previsiones y expectativas que se habían realizado sobre la recuperación española, y también global. Esade, justo el día antes de la invasión, proyectaba un crecimiento del 5,8% para este 2022 en nuestro país, con una media de crecimiento en la eurozona del 4,4%. Todo ello se modifica ahora, con una nueva fase de incertidumbre, que pone en peligro que España vuelva a recuperar niveles de bienestar macroeconómico preCovid en el presente ejercicio.
La advertencia, sin medias tintas, viene directamente del presidente del Gobierno. Pedro Sánchez ha relatado que las tensiones geoestratégicas nos van a impactar de nuevo y lo harán en varios frentes económicos para lastrar la esperada recuperación.
Moncloa ha implementado una serie de medidas para mitigar su efecto, pero reconoce que nos afectará de forma importante. Y se prepara además para intervenir de facto el mercado de la luz para abaratar la factura de máximos desorbitados que ya estamos pagando.
La inflación transitoria de la que hablaban los banqueros centrales que se mitigaría en la segunda parte del año ahora, con la guerra, ha venido para quedarse. En el caso español hablamos ya del 7,4% en el primer flash de febrero, el nivel más alto en 33 años en España. Y todo sin contar con la elevación exponencial que estamos viviendo ahora mismo en el precio del gas y del petróleo, con niveles de 130 dólares el barril, máximos de 2008.
Ese es uno de los principales escollos a superar. Para España tiene un doble efecto la subida de las materias primas y, en especial, de las energéticas. Se trata de la principal factura que pagamos en las importaciones, que muestran, en la mayoría de las ocasiones, déficit comercial en nuestra balanza. El segundo impacto viene de la depreciación del euro frente al dólar que ha pasado de las 1,14 unidades a las 1,08 unidades, por lo que nos resultará más caro pagar el crudo que cotiza en el billete verde americano.
De hecho, la estimación del Ecofin comunitario es que cada subida del precio de la energía de un 10% supone un efecto del 0,2% en el nivel general de precios, por lo que, junto con el incremento del precio de los cereales y aceite de girasol de los que Rusia y Ucrania son algunos de los principales exportadores globales y de otras materias primas, se reflejará en un aumento del IPC.
Eso afectará día a día en nuestro bolsillo con sueldos con los que cada vez podemos comprar menos bienes y servicios: con incrementos derivados de los costes del transporte en el encarecimiento de los carburantes que derivarán en la subida de la alimentación y de todos los productos. Pedro Sánchez ha pedido un pacto de rentas, para que se mitiguen las subidas de precios y también de los salarios y no se cumplan los efectos de segunda vuelta. Más inflación porque todo, precios y retribuciones, suben más.
Nuestra dependencia energética rusa es menor de la de los socios europeos. En cifras oficiales importamos un 4,6% del petróleo y del 8% del gas de Rusia, un efecto más limitado frente a la media comunitaria del 40%, pero sigue siendo importante.
Este incremento generalizado de los precios, también se notará de lleno en las empresas, vía costes, en sus bienes y productos. Aunque también, una limitación de su crecimiento puede derivar en menor creación de empleo, como ya hemos visto en los datos del paro del mes de febrero.
Pero con muchas más derivadas, en especial por las sanciones. Todas aquellas compañías ligadas a Rusia o Ucrania se verán afectadas, en especial por sus inversiones o su presencia en ambos países, como ya lo están haciendo, negativamente por la situación.
También afectará a la recuperación del turismo, por los turistas rusos que vienen a España. La situación y el cierre del espacio aéreo mutuo frenarán esa llegada. No se trata tanto de la cantidad, casi 16.000 viajeros de esa nacionalidad que llegaron a nuestro país en el pasado ejercicio sino de su carácter: hablamos de un viajero medio de alta capacidad adquisitiva. De 1700 euros de gasto en sus vacaciones por encima de la media y de los gastan los alemanes, franceses y los británicos.
Todo ello impactará sobre el crecimiento, que ya se sabe que se va a ralentizar, aunque para cuantificar el efecto deberemos tener en cuenta varios aspectos. Uno de los más importantes es la duración del conflicto, que se prevé largo y que desgastará poco a poco nuestra economía.
El segundo reside en cómo se encauzará la invasión de Ucrania en el futuro y la posición de Rusia frente a las sanciones impuestas y los países europeos, incluido España. Variables que, de momento, quedan en el aire.
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