“La rentabilidad, la felicidad y la excelencia necesitan equilibrio”

¿Cómo llegó a la conclusión de que era necesario bajar el ritmo de un negocio para lograr una gestión rentable y eficiente?

Para mí, los negocios y la vida forman un mismo universo, ambos conviven y se retroalimentan. Se multiplican los proyectos emprendedores en todo tipo de sectores y sin embargo se da poco eco a las pobres estadísticas de éxito y supervivencia de muchas de estas iniciativas. Demasiado esfuerzo, recursos y talento que no se consolidan en proyectos estables, principalmente porque muchas veces se les exige inmediatez en el resultado y en el retorno, echando así a perder ideas brillantes que posiblemente solo necesitaban un ritmo menos explosivo.

Las prisas, el estrés, la desorganización o la improvisación constante solo nos conducen a cometer más errores, a perjudicar la calidad, a ofrecer un peor servicio y a despilfarrar. En la empresa debemos poner el foco en las personas, en el factor humano, en el control, en los valores… Curiosamente, hacerlo así nos permitirá ser más productivos y eficientes, más rentables y conseguir más ventas… como se ha hecho toda la vida: convirtiendo a quien nos compra en nuestro mejor portavoz.

Aplicado a su campo, ¿en qué consiste el concepto de odontología slow?

Es la adaptación de la filosofía slow a la odontología, con un modelo de excelencia donde el profesional y el paciente disfrutan y se benefician por igual.

La odontología slow cuida hasta el último detalle para que el paciente descubra otra forma de ir al dentista. Los profesionales del sector necesitamos hacer de la excelencia un modelo rentable y sostenible a la vez que atractivo y accesible para el paciente. Hoy la experiencia de visitar al dentista puede disfrutarse, al tiempo que no hay nada más barato que hacer las cosas bien. Se hace imprescindible enterrar el “miedo al dentista” y el cliché “el dentista es caro”.

Con su libro “Odontología Slow” ha logrado hacer extensivo sus conocimientos a otros campos y aspectos de la vida. ¿Cuáles son las lecciones clave que aprenderá un emprendedor o empresario de este bestseller?

Mi vida gira entorno a la odontología, y mi faceta emprendedora y relación con el mundo de la empresa ha sido siempre una constante. Tomo conciencia de que las ideas y conceptos que desarrollo para el sector dental son válidos para todo tipo de empresas cuando profesionales de otros sectores leen mis artículos o escuchan mis conferencias y me trasladan su aplicación.

Hoy tenemos evidencia de que los profesionales que aprenden y aplican la metodología slow consiguen reducir los niveles de estrés personal y de su equipo, reducen los errores, disminuyen los conflictos, aumentan la producción y la rentabilidad y superan los niveles de satisfacción de sus clientes… y con ello sus ventas.

Las prisas nos hacen perder el foco, entrar en un bucle peligroso en el que el caos nos hace despilfarrar y creer que necesitamos vender más. Muchas veces lo único que hace falta es ralentizar, para encontrar el equilibrio y volver a crecer desde el control y con la certeza de que hacerlo no nos hará ni peores ni más infelices.

Emprender con salud es el mejor negocio para todos: para el emprendedor y su equipo, para cualquier inversor, para los mercados, y por supuesto, para los clientes.

Comparte su discurso con entidades educativas dentro y fuera de España, destacando su puesto en la Universidad de Harvard como “lecturer”. ¿Qué es lo más importante que le ha aportado su experiencia internacional?

La experiencia internacional me ha ayudado a ser más creativo, mucho más investigador, más humilde y a la vez más ambicioso. Nada me ha enseñado más que el atril desde el que doy cualquier conferencia. Las preguntas y opiniones de quien te escucha son mi mejor formación.

De todos modos, yo nunca planeé convertirme en un speaker internacional. La curiosidad y la pasión por compartir me condujeron allí sin más. Por eso siempre procuro tener los pies y la mente en mi origen.

Una de sus frases es que “los emprendedores hemos sido o seguimos siendo víctimas de la tiranía del paso del tiempo”, ¿a qué se refiere con esta barrera y cómo se puede superar para tener éxito en los negocios?

El primer y principal paso hacia el método slow es cambiar la mentalidad, convencerse de que “mejor” va antes que “más”, que la cantidad no puede primar sobre la calidad, que la tecnología es fundamental pero el factor humano es la prioridad, que hacer las cosas bien es la mejor forma de ser rentables, que el éxito no sirve de nada si no tenemos con quién compartirlo, que no importa que otros corran más, que cualquier negocio que genere daños colaterales es un mal negocio, que muchas veces menos es más… y en definitiva que la rentabilidad, la felicidad y la excelencia necesitan equilibrio.

¿Podemos beneficiarnos de la filosofía slow en nuestra vida personal?

Se trata de saber cuándo podemos correr, cuándo es mejor caminar y cuándo debemos parar. El mayor reto en la vida moderna es encontrar el equilibrio justo, ese que nos haga conseguir nuestra mejor versión, disfrutar del camino y no tener que pagar un precio muy “alto” por alcanzar el éxito y por ser, al mismo tiempo, felices.