Ana Botín y el presidente mexicano López Obrador, durante su visita al país azteca el año pasado. La máxima ejecutiva de Banco Santander compartió en este encuentro su visión de un crecimiento inclusivo y sostenible para México. “El progreso tecnológico está transformando profundamente el mundo del trabajo y, a su vez, las habilidades exigidas por […]
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| 18 jun 2020
“El progreso tecnológico está transformando profundamente el mundo del trabajo y, a su vez, las habilidades exigidas por los empleadores. Esto plantea desafíos, pero también crea oportunidades para los países de América Latina y el Caribe (ALC) en el futuro cercano”, señala un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) promovido por Banco Santander. Se espera que este cambio de modelo se acelere en los próximos años, lo que afectará a millones de empleos y trabajadores. El informe subraya la necesidad que existe en la zona ALC de una formación continua de la población activa -actualmente por debajo de la media, según los datos que maneja este organismo- para que pueda hacer frente a los desafíos de la nueva economía. Para lograr crecimiento económico en este entorno cambiante, la región debe abordar algunas cuestiones específicas, en especial las capacidades de su capital humano.
El compromiso de Banco Santander con la formación de calidad en ALC es evidente. Latinoamérica es uno de los motores de crecimiento de la entidad (el 46% del beneficio del grupo proviene de esta área geográfica) y también uno de los principales focos de los programas de apoyo a la educación que desarrolla el grupo, convencido de que es el pilar para poder construir sociedades más inclusivas, prósperas y resilientes. De hecho, el banco cuenta con el galardón de ser la empresa privada que más invierte en educación superior en el mundo.
La propia Ana Botín recogía en su perfil social de Linkedin las conclusiones de este informe y aportaba su visión sobre la situación. “La crisis del coronavirus va a acelerar la tendencia hacia una economía digital. Y en ese nuevo escenario, América Latina no es inmune a los retos de la capacitación de la fuerza laboral”.
En su opinión, este continente tiene como positivo “una población más joven que Europa”. “El coste de adopción de la tecnología todavía protege a muchos trabajadores de los efectos de la automatización, aunque es cuestión de tiempo que esto cambie. Sin embargo, la previsión es que el total de población joven se reduzca a partir de 2020. Y se estima que el porcentaje de empleos que podrán ser sustituidos por máquinas será superior en Latinoamérica que en el resto de la OCDE. Por tanto, la necesidad de formación continua en adultos es tan urgente como en otras partes del mundo. Y, sin embargo, las oportunidades de acceso a esta formación allí son menores. Y si eres mujer la situación es incluso peor”.
El informe asegura que los países latinoamericanos invierten menos en políticas activas para el mercado laboral y las empresas son las que compensan parte de esta diferencia. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas y la economía sumergida, que desempeñan un papel crucial en estas economías, tienen menos probabilidades de ofrecer formación.
Pese a que la mano de obra aún sigue siendo una opción mucho más barata que la automatización, que exige inversiones costosas en alta tecnología que hoy por hoy no están al alcance de las pymes, solo es cuestión de tiempo. Pero son necesarias políticas que anticipen este cambio potencial. La ventana de oportunidad que ofrece actualmente el hecho de una población joven -lo que la OCDE denomina “dividendo demográfico”- empezará a cerrarse a partir de este año.
La formación es la herramienta fundamental para avanzar hacia una economía moderna y, según esta organización, los cursos académicos en línea abiertos (los conocidos como MOOC) pueden ser una gran oportunidad de aprendizaje a medida que crece el acceso a la red en el continente. “La evidencia muestra que las personas que tienen más probabilidades de participar en la educación abierta en América Latina, como en todos los países de la OCDE en general, son principalmente trabajadores jóvenes, educados y calificados. Esta situación potencialmente excluye a los más vulnerables y poco calificados que más necesitan recibir capacitación. Se necesita un mayor esfuerzo para fortalecer las habilidades de TIC de los grupos desfavorecidos y crear opciones adecuadas para que utilicen tecnologías digitales para el aprendizaje”, sostiene el organismo multilateral.
El aprendizaje de adultos es donde los países de la región están especialmente rezagados: más de 10 puntos porcentuales por debajo del promedio de la OCDE. Aproximadamente el 57% de los adultos no participaron, y no quisieron participar, en actividades de formación, un dato que varía considerablemente según los antecedentes socioeconómicos y / o la situación laboral del individuo. También es preocupante que la participación de las mujeres en las actividades de formación sea menor que la de los hombres en todos los países de la región.
Además, si bien existe en todos los países una clara brecha en la provisión de capacitación entre pequeñas y grandes empresas, en el caso de América Latina y el Caribe esta fractura es casi el doble que la OCDE. Los datos de la Encuesta de habilidades para adultos (PIAAC) muestran que solo el 40% de los trabajadores de las PYME participaron en la capacitación, en comparación con el 69% de los trabajadores de las empresas más grandes.
El estudio analiza algunas de las políticas gubernamentales que deberían impulsarse, entre ellas crear conciencia en las empresas sobre los beneficios de la capacitación y ayudarlos a identificar sus propias necesidades y las posibles oportunidades de financiación (incentivos fiscales, subvenciones, etc) que podrían aprovecharse para mejorar y aumentar la formación de sus trabajadores. También destaca la importancia de políticas dirigidas a ayudar a comprender y planificar el futuro, e incentivos financieros bien diseñados que permitan un equilibrio adecuado entre el apoyo a empresas e individuos, por un lado, y la prevención de posibles pérdidas.