La economía china, como nunca antes había ocurrido desde las reformas económicas de 1979, este año solamente crecerá un 1,5%. “Es el escenario más optimista que manejamos”, comenta Wang Tao, economista-jefe del banco UBS, a DIRIGENTES. Si hubiese un rebrote del virus, o afectase más gravemente a las economías industrializadas, China incluso podría sufrir una […]
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| 10 jun 2020
La economía china, como nunca antes había ocurrido desde las reformas económicas de 1979, este año solamente crecerá un 1,5%. “Es el escenario más optimista que manejamos”, comenta Wang Tao, economista-jefe del banco UBS, a DIRIGENTES. Si hubiese un rebrote del virus, o afectase más gravemente a las economías industrializadas, China incluso podría sufrir una recesión. Se descuenta, en todo caso, un repunte de unos veinte puntos porcentuales de la ratio de deuda sobre el PIB. Y los estímulos fiscales adicionales, dirigidos a contrarrestar la crisis económica asociada al COVID-19, sumarán un 1,5% del PIB. Estos últimos, conviene resaltarlo, se sumarían a los anunciados hace tan sólo unas semanas (1,2% del PIB). Es decir que, en total, las medidas de gasto público ejecutadas por China podrían terminar rondando el 3% del PIB (unos 456 millones de dólares).
La actividad económica, por otra parte, se va normalizando gradualmente. El paro urbano registrado de marzo se ha reducido tres décimas, al 5,9%, si bien ochenta millones de personas todavía no han retomado su actividad. La incógnita, en este último caso, es cuántos trabajadores retomarán finalmente su actividad. Los menos afortunados, en este sentido, acabarán en las listas del paro durante todo 2020. Ahora bien, la inversión en infraestructuras va a crecer un 10% este año. Y los precios inmobiliarios, pese al coronavirus, han aumentado un 5,8% en marzo. El principal riesgo, en todo caso, es destinar los esfuerzos económicos a inflar activos con efectos potencialmente adversos sobre la deuda total dentro del largo plazo. Otra buena noticia, sin embargo, es que las ventas minoristas on-line de marzo han crecido u 5,4%. Y la inversión en activos fijos correspondiente a servicios como sanidad, o educación, también ha aumentado alrededor del 10%.
La realidad económica, en cualquier caso, es objetivamente dura. La inversión general en activos fijos, que deberá repuntar en trimestres sucesivos, se desplomó un 16%. El consumo de los hogares, según las últimas encuestas oficiales, ha caído un 8%. Y las exportaciones del primer trimestre, si bien están recuperándose con respecto al desastroso inicio de año, han caído un 6,6%. “La actividad de las PYMES ha llegado a contraerse un 50%”, recuerdan algunos analistas en conversación con DIRIGENTES. La mano de obra, un problema en febrero o marzo, ha vuelto a estar disponible. Pero, para muchas empresas del sector servicios, sus niveles de actividad son todavía bastante inferiores a los del año 2019.
Los daños económicos, en sectores como turismo o servicios, son notables. Los estímulos, tanto fiscales como monetarios, van a ser bastante útiles dentro del corto plazo. Pero, a medio plazo, surgirán oportunidades de desarrollo en otros sectores nuevos e innovadores. La actividad económica, en este sentido, va a ser diferente después del COVID-19. En China, durante la crisis, se han identificado avances tecnológicos notable en materia de robótica o medicina a distancia. Y la investigación médica, sin duda, está recibiendo un impulso notable desde el gobierno. China ha comenzado a probar la primera vacuna contra el COVID-19 (solamente cuatro meses después de declarar su existencia). Se está hablando mucho de investigación e innovación. Sobre cómo protegernos mejor frente a pandemias como la del COVID-19. También se están levantando nuevos hospitales en todas las provincias. Pero el verdadero reto, con todo, será extraer las enseñanzas adecuadas para salir más fuertes si cabe, tanto social como económicamente, de una experiencia tan traumática como es esta crisis del COVID-19.
Pese a la recesión prevista en Japón, del 5,2%, China o India finalizarán este año con tasas positivas de crecimiento. Los países del sudeste asiático, en su conjunto, también entrarán en una recesión moderada del 0,6%. Pero el desempleo de Asia, en ningún caso, va a superar el 10% en 2020. Por cuenta corriente, considerando el descenso del comercio internacional, países como Malasia, Indonesia o Filipinas van a incrementar su déficit exterior, según las previsiones del FMI. Esto, considerando la debilidad estructural de sus divisas, podría generar tensiones con las reservas. Si bien, siendo optimistas, estas naciones están mucho mejor preparadas que antes de la crisis asiática del 98.