En 2016, los bolsillos de Xi Jinping se fueron vaciando conforme visitaba nuevos países. Irán, Arabia Saudí, Egipto fueron algunos de los destinos de las inversiones chinas, valoradas en cerca de 700 mil millones de dólares, si bien seis de cada siete dólares acabarán en Irán. Su objetivo: crear una red de conexiones que permitieran […]
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| 02 dic 2021
En 2016, los bolsillos de Xi Jinping se fueron vaciando conforme visitaba nuevos países. Irán, Arabia Saudí, Egipto fueron algunos de los destinos de las inversiones chinas, valoradas en cerca de 700 mil millones de dólares, si bien seis de cada siete dólares acabarán en Irán.
Su objetivo: crear una red de conexiones que permitieran al gigante asiático facilitar el acceso a las mercancías, así como extender su influencia. La iniciativa, nombrada como Nueva ruta de la Seda o Belt and Road, aspira a mejorar los enlaces ferroviarios y marítimos, más allá de la conexión de China con Europa que ya existe por Rusia.
La lluvia de millones pone de manifiesto la capacidad económica de China y de su dirigismo. Donde hay un objetivo, se envía el dinero. Asimismo, la estrategia vuelca el peso económico del mundo hacia Oriente.
Europa ha tardado años pero se ha decidido a contraatacar. Este miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció el lanzamiento de la Pasarela Mundial o Global Gateway en inglés. El Presupuesto de la Unión Europea soportará otros 300.000 millones de euros de inversiones para esta iniciativa, que pretende “impulsar enlaces inteligentes, limpios y seguros en los ámbitos digital, energético y del transporte, y reforzar los sistemas de salud, educación e investigación en todo el mundo”.
Esta es la terminología de la Unión Europea para decir que plantea una alternativa al plan chino para contrarrestar el peso de este, pero poniendo el foco en los objetivos y valores propios de la Unión. Así, entre sus argumentos sitúa el desafío del cambio climático, la protección del medio ambiente, el fomento de la competitividad y las cadenas de suministro mundiales.
Las inversiones se extenderán hasta 2027 en destinos como Japón, India, los Balcanes Occidentales, África, Asia Central y América Latina. En principio, los desembolsos se dedicarán a inversiones específicas que refuercen otros despliegues ya existentes, o bien creando nuevos.
Para von der Leyen, esta especie de Plan Marshall busca consolidar “el modelo Europeo”, que consiste “en invertir en infraestructuras tanto duras como blandas”. “La Estrategia de Pasarela Mundial es un modelo de la forma en que Europa puede construir conexiones más resilientes con el resto del mundo”, afirma von der Leyen, para quien este plan se diferencia con el de China en que quiere crear vínculos “en lugar de crear dependencias”.
135.000 millones se dedicarán a inversiones garantizadas en proyectos de infraestructuras, mientras que hay otros 18.000 millones que se facilitarán en forma de subvenciones, y la mayor parte, 145.000 millones, que dependerá de las instituciones financieras y de desarrollo europeas.
Esta iniciativa nace como complemento al plan estadounidense Build Back Better World, que tiene un objetivo similar. Existe un déficit de inversión mundial de unos 2,7 billones de dólares que los líderes del G-7 trataron en junio. Entonces firmaron un acuerdo para crear una asociación de infraestructuras.
En la propia documentación de la Unión Europea se puede encontrar un corolario de preguntas y respuestas. Una de ellas es si la Pasarela Mundial es una respuesta a Belt and Road. Llama la atención que la respuesta evita aludir directamente a la pregunta, pero dice que el objetivo es “ofrecer beneficios mutuos” a la vez que defiende los intereses de los 27 y refuerza los valores y principios democráticos.
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