La recesión prevista para 2019, como mínimo, será del 1%. El dato más preocupante, sin embargo, se encuentra en la evolución de las ventas minoristas. De continuar las protestas, podrían hundirse más del 20% el próximo año, superando mínimos históricos. Otros factores, como la guerra comercial con EE.UU., han situado a las exportaciones en terreno […]
InternacionalDirigentes Digital
| 19 nov 2019
La recesión prevista para 2019, como mínimo, será del 1%. El dato más preocupante, sin embargo, se encuentra en la evolución de las ventas minoristas. De continuar las protestas, podrían hundirse más del 20% el próximo año, superando mínimos históricos. Otros factores, como la guerra comercial con EE.UU., han situado a las exportaciones en terreno negativo. El desempleo ha comenzado a repuntar. Y el turismo, según Alicia García Herrero, del Banco NATIXIS, “también está sufriendo un impacto significativo”.
La recesión, coinciden todos los analistas consultados por DIRIGENTES, puede ser incluso del 3% en 2020. La única manera de amortiguar esta espiral negativa sería mediante estímulos fiscales. Sin embargo, el último que se aprobó apenas supera el 0,7% del PIB, lo cual es claramente insuficiente. La ausencia de estímulos fiscales, en un escenario tan incierto, afecta negativamente a consumo e inversión. Los consumidores, ante la incertidumbre, tienden a ahorrar más. Y los inversores, frente a ese incremento del ahorro, aplazan sus decisiones. Todo esto, junto con unas menores exportaciones hacia EE.UU., explican la recesión en Hong Kong.
Las políticas monetarias, dada la paridad del dólar de Hong Kong con EE.UU., no dejan ningún margen para maniobrar en este sentido. Es más, las subidas de tipos estadounidenses obligan a incrementarlos también en Hong Kong, lo cual continuará ejerciendo una presión bajista sobre los activos bursátiles e inmobiliarios. Dicho con otras palabras: casi todas las condiciones necesarias para cualquier recesión, desde la incertidumbre en consumo e inversión hasta una menor demanda externa, pasando por políticas monetarias más o menos restrictivas, se dan ahora en Hong Kong.
A largo plazo, además, la incertidumbre es todavía peor. China, que tiene previsto anexionarse Hong Kong en treinta años, está buscando alternativas a una región considerada “díscola”. Primero, Pekín piensa que Shanghai puede ser un hub financiero de referencia en Asia, desplazando a Hong Kong. Y, en segundo lugar, Shenzhen también lleva tiempo compitiendo con Hong Kong como centro neurálgico de la industria manufacturera. “Esto, de alguna manera, hará que Hong Kong pierda peso en China”, señala Liu Baocheng, del UIBE, a DIRIGENTES.