El 60% de la carne consumida será de origen vegetal en 2040. La predicción no es baladí, aunque para entender esta paradójica afirmación, hay que ahondar en el fondo de la cuestión. El crecimiento exponencial de la población a lo largo de las últimas décadas -y el proyectado para este siglo- aviva el debate sobre […]
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| 19 abr 2021
El 60% de la carne consumida será de origen vegetal en 2040. La predicción no es baladí, aunque para entender esta paradójica afirmación, hay que ahondar en el fondo de la cuestión. El crecimiento exponencial de la población a lo largo de las últimas décadas -y el proyectado para este siglo- aviva el debate sobre el nivel de consumo al que la sociedad de los países desarrollados se ha acostumbrado a vivir, premisa que también incluye la comida. El fenómeno de la superpoblación unido a la emergencia climática hacen necesaria la búsqueda de nuevas fuentes de producción de alimentos, con especial hincapié en todo lo relacionado con la ingesta de productos de origen animal.
Según se desprende del informe La comida del futuro, con datos de la FAO, la alimentación y la agricultura representan entre el 21-37% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Frente a esta situación, los expertos urgen al rediseño del sistema agroalimentario, en línea con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque para ello primero se debe impulsar la agricultura inteligente, con el fin de optimizar el uso de los recursos naturales, así como favorecer el desarrollo de nuevos cultivos más resistentes al cambio climático. Algo que no sería posible sin las foodtechs. Este término engloba a emprendedores y compañías emergentes dedicadas a aplicar las nuevas tecnologías en la mejora de todo el proceso de la cadena alimentaria.
Desde luchar contra el desperdicio de alimentos y la producción de carne insostenible, hasta reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) o las ineficiencias en el proceso de distribución, en los últimos años han proliferado multitud de iniciativas en este ámbito, suscitando un gran interés. “La búsqueda de proteínas alternativas a la carne y al pescado en el mundo vegetal (plant based meat), basadas en insectos, alimentos impresos en 3D y agricultura celular, es una tendencia en alza por la que apuestan inversores y start-ups como una línea de negocio en crecimiento exponencial”, remarcan en el citado documento publicado por la Fundación Innovación Bankinter. Prueba de ello es que el capital riesgo en este mercado experimentó un crecimiento acumulado del 250% entre el periodo 2016-2019. En un ejercicio marcado por la pandemia, los fondos recaudados por las start-ups y scale-ups de este sector suman más de 17.000 millones de dólares. En el ejercicio anterior (2019), la cifra ascendió a 10.000 millones de dólares.
En los últimos diez años se han contabilizado un total de 3.058 rondas de financiación, cantidad que se reparte entre foodtech (1.429) y agritech (1.629), cuyo valor agregado de las inversiones de capital riesgo asciende a 35.400 millones de dólares. De ellos, el grueso (25,4 millones) han sido destinados al primero, mientras que los 10,4 millones restantes al segundo. “El capital va cambiando de subsector a medida que madura el mercado. Crecen las inversiones en tecnologías avanzadas de protección de cultivos, agricultura vertical, proteínas alternativas, nuevos ingredientes y mejora de la cadena de suministros, mientras que, en subsectores más maduros, como la agricultura digital, está comenzando a disminuir la inversión a medida que comienzan a surgir los primeros líderes”, precisa el fundador y socio ejecutivo de Finistere Ventures, Arama Kukutai.
Todo ello tiene lugar en un contexto en el que multinacionales de supermercados como Lidl o Carrefour, conscientes de la creciente demanda en todo lo relacionado con los vegetales, han comenzado a ofertar alternativas a los productos de origen animal, con sustitutivos muy similares en apariencia. Así las cosas, un análisis realizado por la agencia de comunicación Trescom y Food for Thought, arroja que el mercado europeo de la carne y los lácteos veganos alcanzará los 7.500 millones de euros en 2025. Para este 2021, la expectativa es que el mercado de la carne hecha a partir de plantas aumentará en 600 millones de dólares en el planeta.
España siempre ha sido un referente en alimentación. La calidad de producción de las materias primas, que le ha servido del calificativo de la ‘huerta de Europa’, su ubicación estratégica en el cruce de rutas comerciales y la famosa dieta mediterránea componen la terna que le han hecho valedora de esta posición. En un momento de cambios para la industria, desde la organización aseguran que este país se está convirtiendo en un “importante actor” del foodtech, tanto en Europa como en el resto del mundo, gracias al rápido crecimiento de los últimos años. En este sentido, ha conseguido triplicar su participación en la inversión total de la Unión Europea, pasando del 3% (2013-2016) al 9% (2017-2019).
En concreto, estiman que el ecosistema español ha recibido alrededor de 636 millones de euros en inversión entre 2010 y 2020. Sin embargo, el grueso de este montante (609 millones) ha sido canalizado por las diez principales empresas de tecnología alimentaria, con especial protagonismo de Glovo, que ha conseguido recaudar 450 millones, cifra que no incluye la operación cerrada hace un par de semanas. Esto pone de relieve que muchas de ellas han recibido “cantidades relativamente pequeñas de dinero”. El ICEX contabiliza más de 400 negocios de diversa índole en el momento actual, que hacen de este “uno de los sectores innovadores con más potencial para emprendedores e inversores”.
Compañías como NovaMeat o Foods for Tomorrow, dedicadas a la elaboración de sustitutos de la carne con base vegetal o BioTech Foods, que produce carne cultivada de laboratorio, son algunas de las más punteras del panorama nacional. Desde la fundación argumentan que la carne cultivada genera un 96% menos de emisiones de gases de efecto invernadero, requiere un 99% menos de tierra y un 96% de agua menos en comparación con la carne de ganado, lo que contribuye a “proteger el planeta del cambio climático, la deforestación y la pérdida de biodiversidad”.