2020 se manifestó como un año nefasto en muchos sentidos y también en el plano económico. Además de la caída sin apenas precedentes de la producción económica española, valorada en el 10,8%, el país experimentó un bajón en su competitividad, que el Consejo General de Economistas (CGE) estima en el 2,3%. Es decir, España fue […]
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| 14 dic 2021
2020 se manifestó como un año nefasto en muchos sentidos y también en el plano económico. Además de la caída sin apenas precedentes de la producción económica española, valorada en el 10,8%, el país experimentó un bajón en su competitividad, que el Consejo General de Economistas (CGE) estima en el 2,3%. Es decir, España fue un 2,3% menos competitiva en 2020 que en 2019.
El CGE lo comunica así en su Informe de la Competitividad Regional, que deja a la Comunidad de Madrid como la autonomía más competitiva de España, seguida de País Vasco y Navarra, que gozan de regímenes tributarios propios. En este punto cabe diferenciar entre la competitividad en sentido amplio y la competitividad tributaria.
Este último concepto refiere al atractivo que tiene el sistema fiscal de cada región. Mientras, la competitividad, tal y como la calcula el CGE, abarca numerosos aspectos, como son el entorno económico general, la situación del mercado de trabajo, el capital humano, la situación institucional, las infraestructuras, el tejido empresarial y la innovación tecnológica.
En ambos casos se observa el liderazgo de Madrid como pulmón económico. Tanto a nivel fiscal como en el resto de factores, la capital de España obtiene las mejores puntuaciones, a pesar de que este año sufre un leve retroceso, al igual que lo hace el país a nivel general. En el caso de la competitividad fiscal, Madrid mantiene el primer puesto por delante del País Vasco y Canarias. Más allá, se encuentran regiones como Castilla y León y Andalucía, que consiguen avanzar varios puestos con respecto al año pasado. Mientras, en la cola se sitúan Aragón, Comunidad Valenciana y Cataluña.
En cuanto al Índice de Competitividad Regional (ICREG), la Comunidad que preside Isabel Díaz Ayuso presenta niveles altos prácticamente en todos los aspectos que estudia dicho índice. No obstante, la innovación y la estabilidad institucional bajan la media de la región, dado que su calificación es de medio-alto. Las variables que mejor comportamiento mostraron durante el pasado año son las referentes al capital humano, a la innovación y a la investigación, entre otras.
El atractivo de estas regiones no coincide exactamente con su atractivo fiscal. Por eso, aunque Cataluña es la región menos competitiva en el plano fiscal, escala al cuarto puesto en el índice de competitividad. En ese sentido, cabe mencionar que el año pasado resultó un tanto anómalo por los efectos de la pandemia, lo que incide en la pérdida de competitividad que tuvieron los archipiélagos balear y canario, que se encuentran en el grupo de regiones menos competitivas. Las peores puntuaciones las tienen Extremadura y Andalucía, pese a que esta última mejora significativamente en fiscalidad.
El responsable de este informe, José Carlos Sánchez de la Vega, incidió durante la presentación en que, a niveles generales, “la pandemia no ha cambiado el Índice de Competitividad Regional”. En su opinión, existen muchos factores en juego como para hacer una lectura simplista de la situación, por lo que recomienda hacer un análisis prudente de estos datos. Asimismo, observa que la tan reclamada armonización fiscal “tendría un impacto muy poco significativo”.
“Esa homogeneización podría incrementar la competitividad fiscal de algunas comunidades y a largo plazo derivar en una mayor inversión extranjera pero no habría cambios significativos”, matiza el experto. Por el contrario, el presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich, lamenta que en España “nunca nos hemos planteado en serio que la fiscalidad pueda ser una herramienta para mejorar la competitividad como han hecho otros países y han tenido buenos resultados”.
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