La pandemia del Covid-19 ha pillado a las economías emergentes y en desarrollo en baja forma. Además de la saturación del sistema sanitario y del grado de pobreza de la población, la mayoría de los empleados no trabaja de forma regularizada y sus niveles de deuda externa y déficit por cuenta corriente son elevados. Con […]
BolsasLa pandemia del Covid-19 ha pillado a las economías emergentes y en desarrollo en baja forma. Además de la saturación del sistema sanitario y del grado de pobreza de la población, la mayoría de los empleados no trabaja de forma regularizada y sus niveles de deuda externa y déficit por cuenta corriente son elevados. Con el estallido del coronavirus en Europa, el dólar estadounidense se apreció a medida que los inversores buscaban refugio motivados por el inesperado agotamiento de la financiación extranjera en los mercados emergentes: un “parón repentino”. Como muestra el rastreador diario del IIF el tamaño de los flujos de salida es el más grande en la historia reciente. La vulnerabilidad de la economía ante un parón inesperado depende de sus condiciones macroeconómicas previas, del acceso al dólar y de la capacidad de reacción de las políticas económicas.
Una primera condición macroeconómica relevante es el saldo por cuenta corriente. “Antes del parón, los déficits de las cuentas corrientes se financiaban con capital extranjero. Sin entradas de capital, los grandes déficits por cuenta corriente se vuelven insostenibles”, cuenta Pablo Duarte, analista senior del Instituto Flossbach von Storch Research.
Ni si quiera una moneda flexible ofrece en estos momentos un buen contrapeso. “En la situación actual de contracción en la demanda y la oferta, es improbable que las exportaciones satisfagan una demanda suficientemente alta en los mercados internacionales, incluso con la fuerte apreciación del dólar de las últimas semanas. Además, los datos académicos demuestran que, en el pasado reciente, los tipos de cambio flexibles solo han ayudado parcialmente a reajustar los desequilibrios globales. Las posiciones de política fiscal y monetaria han sido más relevantes”, añade Duarte.
La segunda condición macroeconómica es el nivel de deuda externa (valorada en dólares). Como el parón conduce a una depreciación de las monedas locales con respecto al dólar estadounidense, “la deuda denominada en dólares explota haciendo que los pagos sean más complicados y la refinanciación en los mercados financieros internacionales, actualmente con dificultades, es casi imposible”.
A modo de resumen, el experto explica: “Sin una línea swap de dólares, con considerables déficits por cuenta corriente, altos niveles de deuda externa, bajos precios de los productos básicos (lo que también significa menores ingresos para los exportadores de productos básicos, gobiernos y empresas estatales) y una demanda global en peligro, las medidas tradicionales de política económica no pueden hacer mucho para contener estos riesgos”.
Por todo ello, el panorama futuro de los emergentes es desolador.” Las economías de los mercados emergentes no se enfrentan a un horizonte nublado. Están frente a un huracán de graves dificultades financieras a pesar de la facilidad en la presión sobre el dólar debido a las últimas inyecciones de efectivo de la Reserva Federal y las medidas que los gobiernos locales pueden tomar. Sin una rápida recuperación de la demanda global a la vista (Europa y EEUU todavía están en cuarentena), el FMI y el Banco Mundial deberían estar listos para intervenir con fondos suficientes para ayudar a las economías de mercados emergentes con dificultades financieras”, concluye Pablo Duarte.