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Sin independencia en las materias primas no habrá revolución ecológica ni digital

Tanto si se habla de una cuarta como de una quinta o incluso de una sexta revolución industrial, a menudo vemos surgir el debate público. Pese a las opiniones divergentes sobre la cuestión, una cosa que podemos decir con certeza es que nuestra industria está experimentando una profunda revolución que entraña un doble reto: ser […]

Dirigentes Digital

29 jul 2021

Tanto si se habla de una cuarta como de una quinta o incluso de una sexta revolución industrial, a menudo vemos surgir el debate público. Pese a las opiniones divergentes sobre la cuestión, una cosa que podemos decir con certeza es que nuestra industria está experimentando una profunda revolución que entraña un doble reto: ser más ecológicos y circulares y llevar a cabo una transformación digital. Se trata de una revolución impulsada por varios factores: nuestros compromisos en el marco del Acuerdo de París, la búsqueda de la competitividad global y la necesidad de adaptar los mercados laborales, la sensibilidad de los consumidores y, por último, la opinión pública.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y la lucha contra el cambio climático figuran claramente entre los pilares esenciales de la acción de la UE, pero debemos asegurarnos de que todos los sectores de la sociedad y la industria los perciban y experimenten cada vez más como una oportunidad y no como una carga. El Pacto Verde Europeo, el Plan de Acción para la Economía Circular, la Nueva Estrategia Industrial para Europa actualizada recientemente, el paquete Objetivo 55 presentado en julio, así como las actividades y la legislación relacionadas son instrumentos esenciales para trasladar los debates públicos a la realidad cotidiana, en toda Europa, sin dejar a nadie atrás en este esfuerzo colectivo.

Las materias primas, especialmente las materias primas fundamentales, figuran en el núcleo de este proceso. Digitalizar y ecologizar las industrias y las sociedades de la UE requiere tecnologías que dependen de las materias primas. Por ejemplo, la energía eólica procede de turbinas que contienen, entre otros materiales, elementos de tierras raras. La UE depende casi al 100 % de China para el suministro de dichos elementos. Escenarios similares se repiten en el caso de muchas tecnologías esenciales para la transición ecológica y digital, desde las baterías a la tecnología fotovoltaica, desde la robótica hasta las pilas de combustible. El Plan de acción sobre las materias primas fundamentales de la UE y la Nueva Estrategia Industrial determinan 30 materiales y 137 productos, respectivamente, esenciales para nuestra industria y nuestra sociedad y de los que la UE depende en gran medida.

Estas cifras son preocupantes, pero también proporcionan una visión realista necesaria. En los últimos meses, estas dependencias han llamado aún más la atención del público, ya que la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de que la industria y la sociedad de la UE en general sean más resistentes y estratégicamente autónomas, en particular en ámbitos como las vacunas, los medicamentos y los productos sanitarios. Por lo tanto, ha llegado el momento de actuar sobre estos factores críticos, y debemos utilizar todos los instrumentos disponibles para abordar nuestras dependencias con una visión estratégica.

El plan de acción sobre las materias primas fundamentales de la Comisión, sobre el que el Comité Económico y Social Europeo (CESE) publicó recientemente el Dictamen CCMI/177, es un buen instrumento que combina medidas para superar las deficiencias actuales con acciones destinadas a prepararse ante posibles problemas futuros. El CESE considera que las acciones previstas por la Comisión Europea son esenciales para mantener y reforzar la base industrial de la UE. Se trata de un primer punto muy importante: durante demasiado tiempo, hemos dejado esta cuestión en manos del libre mercado y de la industria, esperando que se regulara por sí misma. Sin embargo, debemos reconocer ahora que, así como las empresas deben ser libres de construir sus cadenas de suministro, es necesario garantizar algunas partes de estas cadenas que consideramos de importancia estratégica para la Unión Europea.

Más concretamente, la UE necesita instrumentos de apoyo para un abastecimiento primario sostenible en Europa. Son necesarios instrumentos financieros para proyectos sostenibles, junto con procesos de autorización optimizados, así como una mayor participación y una aceptación más amplia por parte de los ciudadanos y las comunidades locales. Esto también está estrechamente relacionado con la necesidad de mantener las capacidades de extracción y transformación en la UE. Tenemos que apoyar a los trabajadores y a las regiones mejorando la formación y estableciendo un vínculo más estrecho con la educación superior y profesional, incluida la inversión en formación y reciclaje profesional, y en la enseñanza de disciplinas especializadas como la geología, la metalurgia y la minería, incluso en los primeros años del ciclo universitario.

Al mismo tiempo, y este es el segundo punto, tenemos que invertir en actividades que puedan fomentar la sustitución; algo que solo será posible con inversiones significativas y constantes en programas de I+D para descubrir nuevos materiales y procesos que garanticen una sustitución justificada.

Junto con el abastecimiento primario y la sustitución, el tercer elemento clave es la reutilización circular y el abastecimiento secundario a partir de residuos. Para ello, tenemos que invertir en investigación y desarrollo, pero también debemos evaluar cuidadosamente los residuos que enviamos fuera de Europa y, al mismo tiempo, cartografiar, tan pronto como sea posible, el suministro potencial de materias primas secundarias procedentes de reservas y residuos de la UE.

En cuanto a la dimensión exterior, la UE debe diversificar sus relaciones comerciales, apoyando al mismo tiempo a los países en desarrollo. Estos dos objetivos van de la mano, ya que nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a forjar asociaciones estratégicas con países afines en un marco multilateral, lo que puede ayudar a evitar perturbaciones del suministro para la industria de la UE y contribuir al bienestar y al desarrollo de terceros países en desarrollo. A este respecto, cabe destacar tres elementos muy específicos: las ventajas mutuas de la integración de los países de los Balcanes Occidentales en la cadena de suministro de la UE; la necesidad urgente de reforzar el papel del euro en el comercio de materias primas fundamentales y la necesidad de tener más en cuenta la dimensión ética a la hora de elaborar la lista europea de materias primas fundamentales.

En general, queremos que la industria de la UE florezca de forma ecológica y digital, pero no queremos que nuestra industria y nuestra sociedad pasen de una dependencia (por ejemplo, de determinados combustibles fósiles) a otra (respecto de determinadas materias primas fundamentales). Para evitarlo, y para garantizar que las transiciones ecológica y digital aumenten la resiliencia, la competitividad y la justicia social, debemos invertir en investigación y desarrollo, en la exploración minera nacional sostenible, en la recuperación de materiales valiosos a partir de los residuos, en la formación y el reciclaje profesional de una mano de obra cualificada y en la creación de unas condiciones de competencia equitativas con carácter multilateral. Esto es esencial si se quiere garantizar que las revoluciones ecológica y digital tengan éxito y beneficien a la industria de la UE y a la sociedad en su conjunto, y que no dejen atrás a ningún trabajador, región o país del mundo.

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