No hace falta rascarse mucho la cabeza para recordar alguna catástrofe reciente relacionada con el medio ambiente. Cada año suceden un puñado de inundaciones con enormes costes para la población, las administraciones y el sector financiero, que trata de cubrir los riesgos de que ocurran ese tipo de eventos. Para muestra, el freno en el […]
BancaDirigentes Digital
| 08 mar 2022
No hace falta rascarse mucho la cabeza para recordar alguna catástrofe reciente relacionada con el medio ambiente. Cada año suceden un puñado de inundaciones con enormes costes para la población, las administraciones y el sector financiero, que trata de cubrir los riesgos de que ocurran ese tipo de eventos. Para muestra, el freno en el crecimiento que supuso la borrasca Filomena en enero del año pasado.
Si bien los seguros están en la primera línea de defensa ante este tipo de desastres, los bancos tienen un papel muy relevante en la consecución de los objetivos climáticos. Muchos de ellos ya han puesto negro sobre blanco cómo y cuándo van a ir reduciendo su exposición a sectores contaminantes, pero más allá de ser una actuación voluntaria, las autoridades en la materia quieren examinar la actividad de las entidades financieras para ver cómo responderían a diversos riesgos climáticos.
El Banco Central Europeo (BCE) lidera este año el diseño y lanzamiento de los test de estrés de riesgo climático, una variante de otros test que ya afrontan los bancos del Viejo Continente. En este caso, miden el impacto financiero en las cuentas de los bancos. En un coloquio organizado por la Asociación Española de Banca, el responsable de Stress Test del Banco de España enfatizó que estos ejercicios tienen sentido como “aprendizaje para todos”.
Mauricio Ruiz identifica como primer objetivo la creación de conciencia en la banca. “Crean conciencia en la banca de la importancia de este riesgo y sirven de aprendizaje a los supervisores sobre las mejores prácticas en las entidades”, resume Ruiz. Por el momento, se puede observar que se trata de una prueba que irá modificándose conforme los objetivos y los métodos vayan siendo más específicos.
Aunque los bancos aplauden la iniciativa, advierten de que gestionan conforme a sus principios y que aún no existen unas normas claras en el sector. Manuel Pérez de Castro, de Banco Santander, incide en que “para que esa transición ocurra los gobiernos tienen que establecer las políticas necesarias en todos los sectores”. “Queremos tener un papel relevante”, dice el portavoz de Banco Santander, aunque rechaza que la banca tenga que ser quien marque los objetivos y los límites. “Si no lo hacemos bien, podríamos confundir quién tiene que dar el primer caso”, reflexiona Pérez de Castro.
Adrià Pros, de Banco Sabadell, cuestiona que el enfoque de estos exámenes al sector sea adecuado. Cree que se busca compatibilizar la perspectiva del riesgo a largo plazo que tienen en cuenta los bancos con riesgos concretos que pueden suceder en un periodo mucho más corto. En ese sentido, cree que se trata de “un ejercicio tremendamente ambicioso”.
Por ejemplo, Pros menciona la situación del sector inmobiliario. “No es viable que queramos enfocarnos en casas con certificados energéticos”, dice Pros, a la vez que se dejan de financiar el resto. Desde su punto de vista, se trata de hacer una transición ordenada. En esa transición, hay que potenciar unos sectores a la vez que se ayuda a cambiar a aquellas actividades de las que se pretende salir.
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