Con la idea de ofrecer una guía completa y útil para “prevenir”, “gestionar” y “superar” el síndrome del trabajador quemado, también conocido como burnout, Henar Vega da las claves para que los responsables y trabajadores de las empresas sean capaces de identificarlo y superarlo desde un enfoque tanto individual como colectivo. Además, la autora de […]
SaludDirigentes Digital
| 25 ago 2023
Con la idea de ofrecer una guía completa y útil para “prevenir”, “gestionar” y “superar” el síndrome del trabajador quemado, también conocido como burnout, Henar Vega da las claves para que los responsables y trabajadores de las empresas sean capaces de identificarlo y superarlo desde un enfoque tanto individual como colectivo. Además, la autora de Trabajar en llamas también destaca la importancia de crear organizaciones que pongan a las personas en el centro con el fin de impulsar su bienestar, ya que, según comenta, “el valor diferencial vendrá por aquellas habilidades y capacidades inherentemente humanas”.
Este libro está dirigido principalmente a profesionales que puedan estar sumergidos en el fuego del burnout o que sientan que están empezando a quemarse en su trabajo, para que encuentren una luz que les ayude a salir de ello. Con este objetivo en mente, la idea es brindar una perspectiva integral. Por un lado, fusionar una parte más informativa basada en datos y estudios científicos y, por otro, una parte más humana, emocional y sutil a través de historias personales.
Además, en segundo término, el libro también se dirige a líderes y responsables de equipo que deseen construir espacios de trabajo saludables y que estén buscando herramientas para aprender a prevenir y manejar el burnout. Al abordar estas dos perspectivas, Trabajar en llamas busca ofrecer una guía completa y útil para prevenir, gestionar y superar el síndrome del trabajador quemado.
La definición que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS) del síndrome del trabajador quemado nos da las claves: es el resultado de un estrés crónico en el entorno laboral que no ha sido gestionado con éxito. Por lo tanto, es esencial entender bien el estrés y nuestra relación con él.
El estrés es una respuesta natural de nuestro organismo a las demandas del exterior, por lo tanto, es una herramienta de nuestra supervivencia. El estrés nos permite afrontar los retos que aparecen en nuestra vida personal y profesional, pues activa nuestros recursos para dar lo mejor de nosotros. Esta sería la cara amable del estrés, también conocida como eustrés. Sin embargo, si la activación es demasiado elevada y el reto es demasiado grande para nuestros recursos, entramos en esa cara negativa del estrés, conocido como distrés, que puede derivar en último término en burnout u otros problemas.
El cuerpo es sabio y resistente, capaz de hacer frente al distrés, siempre y cuando no se prolongue demasiado en el tiempo y siempre que le demos espacio para su recuperación. El problema radica en que, en general, cuando hablamos de estrés hacemos referencia únicamente a su lado negativo y, además, sosteniéndolo largos periodos de tiempo. Es importante darnos cuenta que un cierto nivel de estrés controlado, limitado en el tiempo y con espacios de pausa, contribuye a desarrollar nuestra resiliencia ante los retos de la vida. Ese es el cambio de perspectiva.
No existe una regla general que sirva para todo trabajador quemado. Es un síndrome que tiene muchas aristas y se interconecta con otros problemas y patologías. Sin embargo, los expertos están de acuerdo en que existen tres dimensiones principales que lo caracterizan. Por un lado, un nivel de agotamiento extremo que va más allá del plano meramente físico y que invade todas las esferas de tu vida. Por otro lado, la denominada despersonalización que implica sentimientos de distancia, negatividad e incluso cinismo hacia actividades, aspectos o personas que antes nos podían agradar. Se pierde la empatía, llegando a tener incluso un trato hostil o cínico hacia compañeros o personas de nuestro alrededor. Y, por último, está el sentimiento de ineficacia por el que comenzamos a dudar de nuestra valía, perdemos la motivación y puede llegar a afectar a nuestra autoestima e identidad.
En cuanto a las causas, hay un amplio abanico de factores que contribuyen al burnout. Los más habituales suelen estar relacionados con altos niveles de exigencia, ritmos frenéticos, exceso de carga de trabajo, ambigüedad en los roles o falta de control sobre las funciones a desempeñar. En un nivel más sutil, la falta de alineamiento entre los valores personales y los de la empresa, la falta de reconocimiento o la percepción de desigualdades, también pueden ser factores importantes. Pero no siempre las causas están en relacionadas con la exigencia o el exceso: un trabajo demasiado monótono o la falta de retos, también pueden derivan en que el trabajador se queme.
Henar Vega, autora de 'Trabajar en llamas'
Actualmente los estudios indican que en torno al 40% de los trabajadores tienen sensación de agotamiento o se encuentran quemados. Además, estas cifras han aumentado tras la pandemia por la falta de procedimientos para el trabajo remoto, el aislamiento social, la falta de desconexión, etc.
Estos datos son de por sí alarmantes y se sospecha que la situación podría ser aún más grave debido al elevado estigma existente en relación a la salud mental en las organizaciones. Todavía existen entornos en los que los trabajadores no se atreven a hablar abiertamente sobre su situación emocional y llevan su verdadero estado en silencio. Es crucial destacar la necesidad de visibilizar estos temas y crear organizaciones que pongan a las personas en el centro, apoyando su bienestar.
Considerando los casos que veo en organizaciones y profesionales a mi alrededor, desde mi punto de vista el problema está en que estamos gestionando y liderando empresas con una fórmula anticuada que ya no es apropiada para el mundo laboral actual. El contexto profesional ha experimentado cambios muy significativos y no tiene sentido que tengamos unas reglas del juego similares a las de hace décadas, buscando al mismo tiempo unos niveles de rapidez, crecimiento y exigencia que no son sostenibles en el tiempo.
Esta carrera sin fin regida por normas obsoletas carece de sentido. Creo que es tiempo de reflexionar sobre los cambios a realizar en las empresas, aprovechando las innovaciones tecnológicas que vienen por delante. En mi opinión, todo este proceso evolutivo nos llevará a poner aún más a las personas en el centro de las organizaciones, ya que el valor diferencial vendrá por aquellas habilidades y capacidades inherentemente humanas.
Desde el punto de vista individual, no hay receta mágica que sirva para todo el mundo, por lo que la propuesta es actuar a través del denominado modelo del extintor que se explica en el libro. En él se indican los tres niveles a los cuales hay que prestar atención y que se encuentran interrelacionados. Por un lado, el plano físico centrado en aspectos como cuidar nuestra alimentación, practicar actividad física, descansar o mantener nuestras conexiones sociales. El segundo nivel sería el plano mental, trabajando el autoconocimiento, la inteligencia emocional o practicando mindfulness entre otros aspectos. Y, por último, el nivel conductual que serían actuadores a tener en cuenta si queremos que los dos planos anteriores tengan un efecto beneficioso a largo plazo. Cada persona deberá evaluar su situación y condicionantes para construir su propia fórmula.
A nivel colectivo, la propuesta es trabajar desde los tres niveles de prevención. La prevención primaria enfocada a evitar que el burnout aparezca, a través de estrategias y planes de bienestar que incluyan la formación, el diagnóstico y el establecimiento de planes de acción apropiados. La prevención secundaria que, llegado el caso, pondrá el foco en la identificación temprana de los afectados. Y, por último, el nivel terciario que busca tratar al trabajador quemado, disminuyendo en la medida de lo posible las consecuencias que pueda conllevar, así como evitar posibles recaídas.
El éxito en la gestión del burnout pasa por una combinación del enfoque individual y el colectivo, empoderando a trabajadores y organizaciones para superar los desafíos que suponen los nuevos tiempos que estamos atravesando.
Construir entornos laborales saludables comienza con la toma de consciencia de la importancia del bienestar desde los puestos de liderazgo. Solo si se comprende realmente su valor, se podrán impulsar culturas de apoyo y respeto hacia los trabajadores de manera real y auténtica. Es esencial trabajar en los valores y el propósito de la organización, para que todos los empleados comprendan las líneas maestras y desde ahí crear planes de actuación con una dirección clara.
Asimismo, es fundamental establecer espacios de escucha, donde las personas puedan expresar cómo se sienten y a la vez contribuir al desarrollo del negocio poniendo en valor sus capacidades y habilidades. Solo desde la colaboración de todas las partes se podrán desarrollar planes de bienestar que saquen lo mejor de cada persona y hagan brillar a las organizaciones.
