No hay duda de que el oro se ha consolidado como el mejor valor refugio en esta crisis, llegando a alcanzar su máximo histórico al superar los 2.000 dólares por onza. “Si bien antes era un activo alternativo `extravagante´, los inversores lo están considerando para diversificar y proteger sus carteras, según Ned Naylor-Leyland, gestor de […]
BolsasNo hay duda de que el oro se ha consolidado como el mejor valor refugio en esta crisis, llegando a alcanzar su máximo histórico al superar los 2.000 dólares por onza. “Si bien antes era un activo alternativo `extravagante´, los inversores lo están considerando para diversificar y proteger sus carteras, según Ned Naylor-Leyland, gestor de Jupiter Asset Management. A su juicio, “los inversores en acciones globales están analizando un entorno que es negativo para muchos subconjuntos de acciones, pero que es positivo, y sigue mejorando, para las acciones de minería de oro y plata”. Junto a ello, “los inversores de alternativas globales ahora también se ven impulsados a considerar un movimiento hacia el área de alternativas de mejor rendimiento”. En definitiva, este experto cree que la tormenta perfecta que se ha gestado durante mucho tiempo está encima e impulsa al oro. “El capital global está perdiendo la fe en el dinero emitido por los gobiernos y el largo ciclo monetario está llegando a su culminación. Esto no nos sorprende, ya que durante mucho tiempo hemos creído que el oro físico es el único dinero verdaderamente sólido dentro del sistema financiero”.
Respecto a la plata, este gestor cree que hay varios factores que apuntan a que tenga “un movimiento incontrolado al alza en algún momento de los próximos años”. Así, recuerda que se cotiza actualmente en un rango medio de 20 dólares la onza, pero cree que vale la pena recordar que en 2011, cuando los mercados también estaban en modo de “hacer lo que sea necesario”, la plata alcanzó los 50 dólares la onza. “Ahora, los balances de los bancos centrales son mucho más grandes que en 2011. En el pico de los metales monetarios de 1980, que vio al sistema del petrodólar en peligro real, la plata también subió con el oro y alcanzó brevemente los 50 dólares la onza”. Y Naylor-Leyland hace sus cálculos: “ajustado por inflación y pérdida de poder adquisitivo desde 1980, 50 dólares por onza es mucho más alto que donde está el precio al contado de la plata en este momento. De hecho, mirar hacia atrás hace 40 años sugiere un máximo real de varios cientos de dólares la onza en plata”, concluye. Eso sin olvidar que en los últimos años se han encontrado muchos usos nuevos para la plata (solar, médica, electrónica)…
Para OFI Asset Management, gestora del fondo OFI Financial Investments Precious Metals, las perspectivas sobre el oro siguen siendo favorables. “En la situación macroeconómica actual, parece muy probable que el precio del oro siga avanzando. Si las expectativas de inflación aumentaran hasta un razonable 2,5% anual, el precio del oro se elevaría hasta los 2400 dólares por onza”. Un escenario que consideran que se enfrenta a pocos riesgos. “Únicamente el desarrollo de un tratamiento contra el coronavirus podría alterar las perspectivas a corto plazo del metal amarillo, pero no supondría una amenaza para nuestro escenario a medio plazo”.
Es más, defienden que si por el contrario, “la demanda industrial, del sector de la joyería y de los bancos centrales se recupera gradualmente, los precios del oro podrían aumentar aún más”.
Mientras, por lo que toca a la plata, desde esta gestora estiman que “ofrece un enorme potencial de crecimiento en los próximos años gracias a su importante papel en las tecnologías de transición energética, que predominan cada vez más”, Eso sí, reconocen que “la actividad económica tendrá que recuperarse antes de que este potencial pueda hacerse realidad. A corto plazo, la trayectoria de la plata está vinculada a la del oro, debido a su estatus de metal precioso”, señalan.
El cambio de política de la Fed hace brillar los metales
Para Mobeen Tahir, director de análisis de WisdomTree, el cambio de métricas de la FED anunciado en Jackson Hole influye en el precio de los metales preciosos e industriales y apoya que se fortalezcan por tres razones clave.
La primera es que son objeto de demanda como refugio seguro. “El dólar estadounidense normalmente sirve como un activo de refugio seguro durante tiempos de dificultades económicas. Con la continua debilidad del dólar, los inversores seguirán interesados en activos alternativos como mejores “reservas de riqueza”. Los metales preciosos permanecerán a la vanguardia para satisfacer esta necesidad de los inversores”, subraya.
La segunda razón tiene que ver con la demanda física. “Cuando el dólar está débil, se puede esperar que aumente la demanda física de productos básicos de los tenedores de otras monedas, ya que a esos compradores les resulta más barato comprar activos denominados en dólares. Esto podría impulsar aún más la recuperación y el repunte de los metales industriales”, explica el gestor de WisdomTree.
El tercero de los argumentos es la demanda de cobertura. “A medida que la inflación se recupere (y supere el 2% en los EE. UU.), la necesidad de mantener coberturas efectivas contra la inflación que erosiona el valor de la cartera se volverá aún más importante”, afirma Tahir. En este sentido, estima que “los metales preciosos, especialmente el oro, y canastas más amplias de materias primas, especialmente los sectores cíclicos como los metales industriales, servirán a los inversores como parte de su asignación estratégica de activos”. De hecho, el director general de BNY Mellon para España y Latinoamérica, Sasha Evers, destaca que en sus carteras moderadas y con perfil de largo plazo cuentan con un peso del 10% en oro “porque creemos que es un buen activo a largo plazo para protegerse tanto contra escenarios de deflación como de inflación, si al final los estímulos fiscales de los gobiernos y los estímulos monetarios de los bancos centrales acaban generándola”.