La economía búlgara tiene varios frentes abiertos que podrían pasarle factura tanto a corto como a largo plazo. Desde 2015, el crecimiento de este país se ha acelerado gracias a las exportaciones y el incremento del consumo privado, una evolución que se espera que continúe hasta cierre de este año. Según el último informe difundido […]
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| 06 nov 2018
La economía búlgara tiene varios frentes abiertos que podrían pasarle factura tanto a corto como a largo plazo. Desde 2015, el crecimiento de este país se ha acelerado gracias a las exportaciones y el incremento del consumo privado, una evolución que se espera que continúe hasta cierre de este año.
Según el último informe difundido por Crédito y Caución, las previsiones económicas apuntan hacia una pérdida de impulso para el próximo 2019. No obstante, las sitúan en niveles superiores o por encima del 3%. Dos son los factores que influyen en ella: el aumento de los salarios y la disminución del desempleo entorno al 5,5%.
Un dinamismo en el gasto de los hogares que, sin embargo, presenta contradicciones. Tras la crisis bancaria de 2014, el sector financiero búlgaro está capitalizado y es más resistente a posibles shocks, pero la tasa de mora se encuentra en niveles superiores al 10%.
“El marco de política monetaria de Bulgaria es sólido, con un compromiso firme de tipo de cambio fijo con el euro, que respalda la confianza de los inversores extranjeros”, señalan en el informe, en el que también subrayan que se trata de un acuerdo que limita la capacidad de Bulgaria para combatir los desequilibrios externos.
Otra de las advertencias que señalan como una amenaza para las perspectivas de crecimiento económico a largo plazo es la inestabilidad política. Un factor al que hay que sumar la corrupción y la burocracia que, según los analistas, obstaculiza el entorno empresarial. Por último, están el alto nivel de emigración y el envejecimiento de la población, circunstancias que pueden mermar el potencial de crecimiento a largo plazo.