En vísperas de la celebración del Día de Europa de este 9 de mayo, una periodista preguntó a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, acerca de las propuestas del presidente francés, Emmanuel Macron, para reformar la Unión Europea. Juncker, quien dirige el organismo ejecutivo comunitario desde 2014, aprovechó una de sus últimas conferencias de […]
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| 08 may 2019
En vísperas de la celebración del Día de Europa de este 9 de mayo, una periodista preguntó a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, acerca de las propuestas del presidente francés, Emmanuel Macron, para reformar la Unión Europea. Juncker, quien dirige el organismo ejecutivo comunitario desde 2014, aprovechó una de sus últimas conferencias de prensa para poner en valor su trabajo en contraposición con el dirigente galo.
Con pose napoleónica, el político luxemburgués contestó: “Me desesperé cuando hice propuestas en 2017 y obtuve muy poca respuesta, incluyendo al gobierno francés”. “Dice que Macron ha hecho 30 propuestas”, prosiguió Juncker, “¿puedo preguntarle cuántas propuestas hice en septiembre de 2017?”, espetó a la periodista.
En aquel momento restaban dieciséis meses de mandato de la actual Comisión Europea y el panorama se mostraba benigno. Ahora, con una mayor fragmentación política que entonces y una desaceleración económica en ciernes, Juncker enarbola un discurso de disculpa, por un lado, y en el que sugiere que lo intentó, pero no pudo.
De hecho, la cita de Mark Twain que utilizó en 2017 sirve para ilustrar cómo encara el final de su mandato. “Lamentaremos más las cosas que no hicimos que las que hicimos”, dijo Juncker. Lo que no se ha hecho abarca desde las fronteras, hasta el euro o la política migratoria. Estas son las más importantes.
Las prioridades de Juncker
Su primera prioridad era reforzar el comercio exterior. Cada 1.000 millones de euros en exportaciones generan 14.000 mil empleos en el continente. En este tiempo, la Unión Europea ha firmado acuerdos con Japón o Singapur, aunque se ha enfrentado al revés que ha supuesto la política comercial de Estados Unidos. La Comisión ha respondido imponiendo aranceles a los productos estadounidenses.
El segundo objetivo es el de fortalecer la industria. En este punto coincide con el gobierno francés, que ha avanzado en un pacto con Alemania para crear campeones europeos. No obstante, Juncker pedía al sector automovilístico responsabilidad y juego limpio. En ese contexto, los principales fabricantes se encuentran con el freno de mano echado y afrontan su propia reconversión.
Tercero: Europa debe liderar la lucha contra el cambio climático. Mientras que Estados Unidos ha renunciado a respetar el Acuerdo de París, la Unión Europea debe garantizar que se cumplan los compromisos. El propio Macron explicaba en marzo que hay que intensificar esa lucha, reduciendo el carbón a 0 en 2050 y los pesticidas a la mitad en 2025. Asimismo, proponía crear un “Banco del Clima” que sirva para financiar las acciones contra el cambio climático.
El cuarto objetivo es el de reforzar la ciberseguridad. El dirigente luxemburgués dijo hace dos años que los ciberataques “pueden ser más peligrosos para la estabilidad de las democracias y las economías que las armas y los tanques”. Durante el año pasado, el 70% de los usuarios sufrieron alguna modalidad de ciberataque, según un estudio de Softonic. Ante eso la Comisión propuso crear una Agencia Europea de Ciberseguridad. A día de hoy existe consenso para crearla y mejorar la que hoy se conoce como Agencia Europea de Seguridad de las Redes y de la Información (ENISA), pero aún no ha visto la luz.
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Otra de las prioridades marcadas era la de avanzar en la Unión Económica y Monetaria. Aunque existen países favorables a esta idea, el avance aún es reducido. Juncker planteaba la necesidad de contar con un ministro europeo de Economía y Finanzas que ayudara a promover reformas estructurales. En todo caso, no se mostraba convencido de tener que contar con un presupuesto de la zona euro. Ahora la situación ha cambiado. En su último discurso explicó que los 27 países deben formar parte de la eurozona y de la unión bancaria.
En cuanto a la política migratoria, existe una contradicción. Por un lado, Europa consiguió solucionar de forma temporal el problema migratorio en el Mediterráneo Oriental gracias al acuerdo de Turquía. Allí las llegadas irregulares se redujeron un 97%. A la vez, la adhesión de Turquía a la Unión Europea se aleja por los incumplimientos de Derechos Humanos. A eso hay que sumar la rígida política iniciada por el gobierno italiano.