Han llamado el martes negro al día en el que 615.000 franceses, según datos oficiales, salieron a las calles para protestar contra la reforma de sus pensiones planeada por el jefe de estado Emmanuel Macron. Un total de ocho sindicatos convocaron a la huelga que dura ya dos semanas y que llegó antes de ayer […]
InternacionalDirigentes Digital
| 18 dic 2019
Han llamado el martes negro al día en el que 615.000 franceses, según datos oficiales, salieron a las calles para protestar contra la reforma de sus pensiones planeada por el jefe de estado Emmanuel Macron. Un total de ocho sindicatos convocaron a la huelga que dura ya dos semanas y que llegó antes de ayer a un punto culminante. Se paralizaron una vez más los trenes de larga distancia y el transporte local en París y sus alrededores. Pero las protestas también afectan a las escuelas, las compañías de energía, la atención médica en los hospitales y la eliminación de residuos. En Europa ya estamos acostumbrados a la fuerza de la calle en Francia, pero las manifestaciones de este martes se celebraban un día después de la dimisión del alto comisionado para las Pensiones, Jean-Paul Delevoye, por un supuesto conflicto de intereses. Él era el arquitecto de estas reformas que promocionan una jubilación más tardía y con más sacrificios para funcionarios y buenos asalariados. Las protestas afectan también a España por las cadenas logísticas y el turismo.
Lo que quiere hacer el gobierno francés tampoco es un ataque del malvado capitalismo a las pensiones de la gente común. Por el contrario, el plan podría poner fin a un sistema profundamente injusto que no encaja en absoluto con el slogan de la república libertad, igualdad, fraternidad. Hay 42 fondos de pensiones diferentes y derechos especiales desactualizados para unos pocos que deberían dar paso a un sistema de puntos uniforme a partir de 2025. Daría lugar a la igualdad de derechos para los nacidos después de 1975 sin tener en cuenta la condición de funcionario público o el empleo en el sector privado. Hay un punto por cada diez euros pagados. Hasta un límite de ingresos de 120.000 euros anuales. Si ha acumulado suficientes puntos y tiene al menos 62 años, puede retirarse. La realidad ahora es que muchos se jubilan a los 50. Sin embargo también con 62 años, según el deseo del Primer ministro, nadie debería recibir la pensión entera, sino solamente a partir de los 64 años, lo que sigue siendo antes que en el resto de Europa. Los sindicatos huelen que al final el gobierno de Edouard Philippe lo que quiere es aumentar la edad de cobro de la pensión e igualarla al estándar europeo y es justo esto lo que molesta a las todopoderosas representaciones laborales, según el diario económico alemán “Handelsblatt”.
Macron intenta mantener el pulso como siempre pero las fechas de Navidad lo complican todo. Su popularidad está en mínimos. Mientras tanto los sindicatos no están haciendo ningún movimiento para desbloquear el ferrocarril y partes del tráfico aéreo y tampoco tienen ganas de negociar. Hay un estado de ánimo de crisis, en lugar de ambiente navideño. Sin embargo, muchos franceses están preocupados por privilegios que nunca existieron en otros países como por ejemplo en el país vecino Alemania, también conocido por sus buenas políticas sociales. Las pensiones en Francia son a menudo el 75 por ciento de los últimos ingresos. En un país con salarios brutos mucho más altos que por ejemplo en España esto quiere decir que las jubilaciones normalmente son más que suficientes para poder vivir bien después de dejar la vida laboral. Pero cierto es que también las contribuciones son más altas. La mayoría de los trabajadores del sector privado pagan el 11,2 por ciento de sus salarios, los empleadores más del 16 por ciento. Esto reduce el atractivo de Francia como destino de inversión.
Aunque las reformas eran el proyecto fundamental para lo que se eligió a Macron, el país está en rebelión. A pesar de que la reforma apunta a una redistribución de arriba a abajo. Los trabajadores bien remunerados con un ingreso anual de más de 120.000 euros pagarán una contribución solidaria a los fondos de pensiones por cada euro por encima de esta cobertura, pero no adquirirán ningún derecho. Viéndolo así Macron es un presidente que gustaría a partidos como Unidos Podemos, igual que al PP, porque al mismo tiempo ha vuelto a convertir a Francia en atractiva para los inversores, ha fomentado la creación de nuevos empleos y ha mantenido la economía estable en tiempos difíciles. Ahora falta lo más importante, el retraso y así mejor financiación de la jubilación. Desde que Macron asumió el cargo, ha quedado claro que los sindicatos radicales se negarían a realizar estos cambios sistémicos. El gobierno organizó una extensa maratón de conversaciones con todos los sindicatos, pero parece que ellos no entienden la situación. Porque a pesar de las tasas de natalidad más altas, Francia tiene un problema demográfico y así también con la financiación de las pensiones. Teniendo una deuda estatal de casi el 100% del PIB, el presidente Macron no tiene mucho margen. Para 2070, se estima que solo habrá 1,7 contribuyentes por cada pensionista en Francia.