El acuerdo con el FMI por la deuda terminó de fracturar al Gobierno argentino, convirtiendo a la vicepresidenta Cristina Kirchner en antagonista del presidente Alberto Fernández, a quien impulsó con apoyo del peronismo y de quien ahora se aleja por desenlaces negativos que ella vaticina para el corto y mediano plazo. Perder las elecciones presidenciales […]
InternacionalDirigentes Digital
| 31 mar 2022
El acuerdo con el FMI por la deuda terminó de fracturar al Gobierno argentino, convirtiendo a la vicepresidenta Cristina Kirchner en antagonista del presidente Alberto Fernández, a quien impulsó con apoyo del peronismo y de quien ahora se aleja por desenlaces negativos que ella vaticina para el corto y mediano plazo.
Perder las elecciones presidenciales de 2023 y que el país le explote en las manos a Fernández es el presagio que mueve a la familia Kirchner a distanciarse del mandatario después del acuerdo al que su Gobierno llegó con el FMI para renegociar la deuda argentina de 45.000 millones de dólares.
El cristal con que se mira…
Tal es, en resumen, lo que afirma un intelectual muy próximo de la vicepresidenta que, avalado por esa proximidad, ha publicado en su web: “El Presidente está convencido de que firmó una tregua con el FMI. Cristina piensa que es un pacto suicida” (Horacio Verbitsky).
En un escenario en el que prácticamente la mayoría de los argentinos están decepcionados, cada uno con sus razones, la publicación asegura: “Él se ilusiona con la reelección en 2023. Ella da por perdidas las elecciones y piensa en el mes que viene”.
Esa diferencia de visiones explica el distanciamiento del Gobierno que también protagoniza la corriente liderada por el hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner, que renunció a su jefatura en Diputados y encabezó (el 24 de marzo, aniversario del golpe militar de 1976) una marcha para mostrarle a Fernández su fuerza callejera.
Familia y tiovivo
El gesto, más allá de sus connotaciones políticas y psicoanalíticas (su fallecido padre inauguró el clan político del que él se asume heredero), refleja lo que piensa una buena parte de la sociedad argentina, peronistas y no peronistas: Fernández, testaferro político de los Kirchner.
Pero, a diferencia de otros “empleados” del clan familiar, el socialdemócrata Fernández se les fue de las manos y “chocó la calesita”, expresión local que significa incapacidad de conducir algo que no requiere siquiera de conducción, como un tiovivo.
De ahí que la cita de la vicepresidenta en la nota ensombrece los ánimos, pues alude al estallido social que, tras otro acuerdo con el FMI, produjo el caos que en 2001 llevó al entonces presidente Fernando de la Rúa a renunciar en un escenario de violencia generalizada, con decenas de muertos. Es decir, cuando “el país le explotó en las manos”.
Déjà vu peronista
El escenario de aquel año era bastante diferente al actual: la pobreza rondaba el 36% y la inflación el 41%. Hoy esos porcentajes están en torno de 52% y 60%, respectivamente. Otra diferencia: el Gobierno no era peronista, sino de la Unión Cívica Radical, partido de centro a cuyos líderes, sin embargo, el actual presidente ha elogiado diversas veces.
Esa afinidad política también ha influido en que el peronismo de inclinaciones más netamente fascistas, encarnado actualmente por las juventudes kirchneristas, viera en Fernández a un “gorila” (expresión peronista para aludir a conservadores) amigo de los enemigos (el FMI).
De ahí entonces que Cristina Kirchner haya cortado relaciones con el mandatario, negándose inclusive a atenderle los llamados telefónicos (según lo afirma la propia vocera del Gobierno en esta conferencia) y pasando un mensaje muy claro a sus seguidores y a la sociedad, déjà vu que nadie quiere revivir: “se viene el estallido”.