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Motivos para aumentar la exposición a Europa

Parece que los primeros compases de 2022 están marcados por la inflación alcista y la consiguiente subida de los tipos de interés. Este aumento de los datos de inflación, que comenzamos a ver durante 2021, se debe a una combinación de factores. En primer lugar, al cambio en los hábitos de consumo a raíz de […]

26 ene 2022

Parece que los primeros compases de 2022 están marcados por la inflación alcista y la consiguiente subida de los tipos de interés. Este aumento de los datos de inflación, que comenzamos a ver durante 2021, se debe a una combinación de factores. En primer lugar, al cambio en los hábitos de consumo a raíz de los confinamientos; en segundo, a los problemas de las cadenas de suministro globales y, por último, a ciertas estructuras oligopolísticas en varios mercados. Además, mientras que la demanda ha registrado una recuperación en forma de «V», la oferta se ha recuperado en forma de «U». A la larga, la oferta se ajustará a la demanda y la inflación volverá a disminuir. Pero hasta que eso suceda, a los bancos centrales les corresponde poner en marcha la normalización de la política monetaria sin poner en peligro la continua recuperación económica. Falta por ver si pueden hacerlo sin problemas.

En cualquier caso, los mercados de capitales tendrán que vivir con las subidas de los tipos de interés. Esta vez, será la macroeconomía la que tenga que sostener a los mercados financieros. Sin duda, el crecimiento del PIB no alcanzará los niveles de 2021, que se vio marcado por la rápida recuperación tras el impacto del coronavirus del año anterior. Pero debería ser superior a su potencial, sobre todo en Europa, que sigue a la zaga debido a la prolongación de las restricciones. La dinámica de beneficios también debería verse beneficiada, lo que a su vez debería favorecer a la renta variable. En este sentido, la Fed será probablemente el primer banco central en normalizar su política monetaria, lo que podría afectar a las acciones estadounidenses, al menos temporalmente. Pero hay más motivos para aumentar la exposición a Europa. Las acciones europeas están ahora sumamente infravaloradas con respecto a las estadounidenses. Además, los valores industriales, que están sobrerrepresentados en los índices europeos, deberían beneficiarse del aumento del gasto en bienes de equipo. También consideramos que China tiene atractivo a medio plazo, aunque el endurecimiento de la normativa para las plataformas de Internet y el sector inmobiliario probablemente siga pesando a corto plazo. La señal para volver a invertir podrían ser medidas de estímulo del gobierno y una moderación de la política del banco central chino. Así pues, la atención debería centrarse en las acciones cotizadas en China y en los sectores que cuentan con el respaldo del Estado, como la movilidad eléctrica.

El aumento de los rendimientos debería favorecer a las acciones value y los sectores cíclicos, mientras que perjudicaría a los valores tecnológicos. En general, somos positivos con los sectores que vayan a beneficiarse de la inversión pública o privada, la transición energética y la transformación digital como, por ejemplo, los del automóvil y la construcción. Los bancos también siguen ofreciendo oportunidades, dada la subida de los tipos de interés y la transformación de sus modelos de negocio. Para los inversores, también es hora de prepararse para la transición sostenible, en la que temas como la energía limpia, la eficiencia energética o la movilidad sostenible registrarán tasas de crecimiento anual compuesto de dos dígitos en los próximos años. En el mercado de renta fija, esperamos un pronunciamiento de la curva de tipos. El aumento de los rendimientos de la deuda pública provocará importantes pérdidas de capital en las carteras de larga duración. Sin embargo, la combinación de un crecimiento económico superior a la media y la continuación de la política monetaria flexible en Europa seguirán sosteniendo el mercado de bonos high yield en 2022. La mayor volatilidad y la lenta retirada del apoyo de los bancos centrales a los mercados de capitales indican que la gestión activa será clave en 2022. Los gestores activos tendrán que apostar por empresas con suficiente capacidad de fijación de precios para repercutir la inflación de costes en sus precios o cuya deuda sea lo bastante sostenible incluso en un periodo de subida de los tipos de interés. Por el contrario, las estrategias pasivas que reproducen el mercado en su conjunto, lo tendrán más difícil.

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