La falta de semiconductores paraliza numerosas industrias. La necesidad de estos microchips se acelera conforme aumenta el número de productos que los requieren para funcionar. Así, se espera que la producción se duplique en la próxima década, en un contexto marcado por la concurrencia de apenas un puñado de países productores. En particular, destacan Taiwán […]
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| 21 ene 2022
La falta de semiconductores paraliza numerosas industrias. La necesidad de estos microchips se acelera conforme aumenta el número de productos que los requieren para funcionar. Así, se espera que la producción se duplique en la próxima década, en un contexto marcado por la concurrencia de apenas un puñado de países productores.
En particular, destacan Taiwán y Corea del Sur, con un 22% y 21% de la producción respectivamente. Mientras, China y Japón producen cada uno el 15%, con Estados Unidos (12%) y Europa (9%) a la cola entre los grandes actores del sector. Pero China no pretende conformarse con la medalla de bronce, sino que quiere aumentar su producción para convertirse en el primer fabricante del mundo en 2030, según un estudio de Boston Consulting Group.
Los datos actuales dan una muestra de la dependencia de ciertos países de terceros. En particular, Europa ha visto comprometida la resistencia de sus manufacturas, aunque lidera en algunos segmentos concretos como componentes para electrónica, chips para la automoción y la industria manufacturera.
No obstante, en vistas de los problemas que se han producido en la cadena de suministro y de que “la demanda se ha disparado”, la Comisión Europea va a lanzar a principios de febrero una legislación para impulsar la producción de semiconductores. Según explicó la semana pasada la presidenta Ursula von der Leyen, “la mayoría de los suministros vienen de fuera de Europa”. “Es una dependencia e incertidumbre que no podemos permitirnos”, avisa von der Leyen.
“Necesitamos incrementar el desarrollo, producción y uso de esta tecnología clave“, plantea la presidenta. Como se ha visto, la Unión Europea ni siquiera llega a producir el 10% de los microchips a nivel mundial, pero la dirigente alemana quiere que la cuota se eleve hasta el 20% en 2030. Teniendo en cuenta que la producción se va a duplicar a nivel mundial, la Unión necesitará cuadruplicar la suya propia para alcanzar su objetivo.
Desde el punto de vista de la Comisión, se trata de crear interdependencias más equilibradas y, en último término, influir en todo el proceso de fabricación y distribución de los chips para conseguir cadenas de valor más estables. La legislación contempla cinco puntos clave: