El próximo domingo 26 de septiembre, Alemania decide en las urnas quiénes serán sus nuevos mandatarios. Se posicionan como los primeros comicios clave en Europa que pueden traer consecuencias para empresas y mercados. Y es que los resultados parecen estar muy ajustados entre los principales partidos, por lo que el desenlace de los comicios está […]
BolsasEl próximo domingo 26 de septiembre, Alemania decide en las urnas quiénes serán sus nuevos mandatarios. Se posicionan como los primeros comicios clave en Europa que pueden traer consecuencias para empresas y mercados.
Eso sí, parece que los datos de los sondeos muestran la indecisión de los alemanes al frente del gobierno del país, lo que conllevará, de forma casi inevitable, a un proceso largo de negociaciones y coaliciones para forma la cancillería definitiva.
“Está surgiendo una coalición tripartita para Alemania, aunque la composición aún no está clara poco antes de las elecciones. No solo se notaron fuertes oscilaciones en las encuestas durante los últimos meses, sino que la proporción de votantes indecisos también es significativamente más alta de lo habitual con más del 40%, según el Instituto Allensbach para la opinión pública. Esto lleva a esperar que las encuestas puedan diferir de los resultados electorales”, apunta por su parte Hans-Jörg Naumer, director global de Mercados de Capitales y Análisis Temático de Allianz GI.
Un resultado favorable a Scholz desbancaría a la alianza conservadora democristiana (CDU/CSU) de Angela Merkel por primera vez en quince años y, sin lugar a duda, este giro político puede traer consigo largas negociaciones para formar gobierno, y con ellas, cambios, aunque se esperan moderados, en las decisiones también de cara a las empresas, la fiscalizad, los mercados y el medio ambiente.
Naumer hace hincapié además en que el impacto de las elecciones al Bundestag sobre las bolsas de valores parece tener “poco recorrido”, tal y como señalan en el siguiente gráfico.
Fuente: Allianz GI
“Si nos remontamos al desarrollo del DAX desde sus inicios y alrededor de los días de las elecciones, aparte quizás de las elecciones de los 80, apenas tiene vida propia. El rendimiento muestra pocas desviaciones en comparación con el MSCI Europe y el MSCI World tres meses antes y después de las elecciones. Con esta elección, también la economía, la política monetaria y la situación en general en los mercados de capitales internacionales deberían dominar a medio y largo plazo. Y también podría ser el caso en esta ocasión”, destaca el experto para adjuntar: “El mercado de valores, nacional e internacionalmente, hasta ahora casi no se ha dado cuenta de las elecciones federales. En el ámbito internacional, no es de esperar que se produzcan efectos mayores. Este solo sería el caso si se llegara a una alianza que, por ejemplo, cambiara la situación geoestratégica de Alemania, lo que sería una señal claramente negativa para las bolsas de valores. Esto no se puede descartar, ya que tanto el candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, como la candidata de verde, Annalena Baerbock, han mantenido abiertas las opciones sobre una coalición con el partido “Die Linke”. Este último está a favor de que Alemania abandone la OTAN”.
Para Eiko Sievert, director de Scope Ratings, el reto de inversión al que se enfrenta Alemania es crítico. “El potencial de crecimiento a medio plazo, del 1,1%, se sitúa notablemente por debajo del de otros países con calificación AAA, como Austria (1,6%) y Suecia (1,8%). Durante más de 20 años, Alemania se ha quedado por detrás de sus países comparables con calificación AAA en cuanto a inversión neta del sector público y privado, debilitando un importante motor de crecimiento de la economía. La inversión neta anual del sector público se estancó en torno al 0% del PIB de media en los 25 años anteriores a la pandemia y, aunque ha aumentado hasta alrededor del 0,4% desde la crisis, sigue estando muy por debajo del 1,4% de otros países con calificación AAA”, señala.
Y es que, siempre según el entendido de la agencia de rating, como consecuencia del envejecimiento de la población alemana, el potencial de la población activa para contribuir al crecimiento económico disminuirá notablemente en los próximos años si no se produce un aumento significativo de la inmigración neta o una mayor participación de la población activa.
Sievert insiste en que se hace necesario, de cara a que el país mantenga su competitividad global en comparación con la de otros países con calificación AAA, que Alemania obtenga “inversiones adicionales y mejoras de su marco político”, tales como cambios en las leyes de planificación y en los procesos de aprobación, destinados a aumentar el crecimiento y la productividad para ayudar a limitar la disminución del potencial económico.
“Los manifiestos del Partido Socialdemócrata (SPD), el bloque de la Unión Demócrata Cristiana (CDU)/Unión Social Cristiana (CSU), los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP) indican que es probable que una coalición multipartidista -como la llamada coalición “Jamaica” o “semáforo”- dé prioridad a la disciplina fiscal, aunque con superávits fiscales que posiblemente pasen a ser una prioridad menor, al tiempo que promulga políticas y un gasto público específico para modernizar la economía. Sin embargo, la cuestión fundamental es si esto será suficiente para resolver el déficit de inversión existente”, resalta el entendido, que destaca que, dado el amplio consenso entre los principales partidos políticos alemanes sobre la necesidad de disciplina fiscal y el respeto a la ley de freno de la deuda -cuya reforma requiere una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Parlamento-, “esperamos una larga continuidad de la política fiscal independientemente de la próxima formación de Gobierno”.
El entendido Scope Ratings espera que, sea cual sea el color que gobierne la cancillería alemana los próximos años, “el impulso fiscal a corto plazo se mantenga con déficits de alrededor del 7% del PIB en 2021 y del 2,7% en 2022”, aunque recalca: “Sin embargo, a partir de 2023 se restablecerá el freno de la deuda alemana, que limitará los déficits estructurales al 0,35% del PIB al año, y al 0% para los gobiernos estatales. Como resultado, se espera que la proporción de la deuda de las administraciones públicas en relación con el PIB alcance un máximo este año del 72%, antes de descender fuertemente hasta alrededor del 61% en 2026, acercándose a su nivel anterior a la pandemia. Esta consolidación fiscal reduciría los niveles de deuda pública de Alemania más rápidamente que lo previsto en la mayoría de los demás países con calificación AAA”.
Desde la agencia de calificación matizan en definitiva, que para mantener el moderado potencial de crecimiento del país en los próximos años, se necesitan importantes inversiones. “El riesgo asociado, por tanto, es que las actuales normas fiscales se vuelvan a aplicar sin proporcionar suficiente margen de maniobra para abordar el déficit de inversión del país, con importantes implicaciones para el resto de Europa”, recalca y añade: “Esperamos escuchar más peticiones de cambios en el freno de la deuda para aumentar la inversión del sector público en áreas como la digitalización, la educación y la transición a una economía neutra en carbono. Sin embargo, es probable que la reforma, si la hay, sea marginal dado el consenso político para mantener la disciplina fiscal”.
Eso sí, cabe destacar que algunos partidos como los Verdes, han subrayado la importancia de reformar el freno de la deuda y movilizar las finanzas públicas para contribuir a la modernización de la economía. “En caso de que los Verdes se conviertan en socios de la coalición, los otros grandes partidos han señalado su disposición a considerar reformas alternativas, como un vehículo de inversión pública para complementar el freno de la deuda, que podrían facilitar la inversión del sector público”, aclaran.
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