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Martes, 07 de mayo de 2024
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ESG - Sostenibilidad

Eva Hernández: “Los lanzamientos de nuevos productos en las categorías sostenibles superaron a los de fondos tradicionales”

Entrevista con Eva Hernández, colaboradora del Programa Finanzas Sostenibles de EFPA España

Patricia Malagón

29 feb 2024

Eva Hernandez inversiones esg

La inversión con criterios ESG ha atravesado un momento complicado, debido a la crisis de mercado del año 2022. Pese a ello, las gestoras han seguido apostando por el lanzamiento de este tipo de productos, que han seguido ganando cuota de mercado confirmando a la sostenibilidad como una tendencia imparable. De ello hablamos con Eva Hernández, Colaboradora del Programa Finanzas Sostenibles de EFPA España.

La regulación sobre los fondos ESG parece que está en ebullición con esas rectificaciones que vimos el año pasado entre fondos artículo 8 y artículo 9 y la posibilidad de incluir nuevas categorías que se adapten mejor al green mifid como fondos de taxonomía, etc. ¿qué podemos esperar en los próximos meses y años?

La entrada en vigor de la primera fase del Reglamento de Divulgación de finanzas sostenibles (SFDR por sus siglas en inglés), en marzo de 2021, obligó a las gestoras a clasificar los fondos de inversión según su nivel de sostenibilidad: artículo 6 para fondos sin características ESG, artículo 8 para fondos que promueven características de sostenibilidad, y artículo 9 para los fondos más comprometidos, con objetivos de inversión sostenible. Esta clasificación se realizó cuando todavía no estaba lista la segunda fase del reglamento, que incluye los estándares técnicos y una clarificación de los requisitos de información para cada una de las tipologías de fondos.

El anuncio de dichos detalles, en 2022, llevó a muchas gestoras a reclasificar sus productos a categorías inferiores de sostenibilidad (sobre todo de artículo 9 a 8) entre los últimos trimestres del 2022 y enero de 2023, cuando esta fase entró en vigor. Si bien, según datos de Morningstar, durante el 2023 han continuado las reclasificaciones, éstas ahora siguen mayoritariamente la dirección contraria, hacia mayor consideración de la sostenibilidad (sobre todo de artículo 6 a 8). El año pasado, los fondos artículo 8 y 9 ganaron cuota de mercado en detrimento del artículo 6, tanto en número de fondos como en activos gestionados, aglutinando el 59% de activos a finales de 2023 (con el 41% en fondos de artículo 6).

Pese a las difíciles condiciones de mercado, en ese año los lanzamientos de nuevos productos en las categorías sostenibles superaron a los de fondos tradicionales. A medida que avancen los trimestres, se espera que las gestoras dispongan de mejor información respecto de los datos de sostenibilidad de los emisores, por la aplicación de las normativas de taxonomía (todavía faltan datos respecto de la alineación de las actividades) y de reporte de información de sostenibilidad (directiva CSRD según sus siglas en inglés). Ello les permitirá seguir refinando y sofisticando las características de sus productos en las categorías de mayor compromiso con la sostenibilidad.

Ahora que ha pasado un año y medio desde la llegada del green mifid, ¿cómo está siendo la demanda de los inversores y que se puede esperar de la entrada de capital en estos fondos?

La entrada en vigor de Green Mifid, en agosto de 2022, coincidió con un momento complicado para los mercados en general, y en especial para las inversiones sostenibles. El inicio del conflicto de Ucrania, a principios de ese mismo año, había dado un impulso inesperado a los combustibles fósiles, un sector que era excluido por un gran porcentaje de fondos sostenibles debido su contribución al cambio climático. A eso se unió la preocupación por la inflación, la subida de tipos de interés y los riesgos macroeconómicos, contexto que contribuyó a reforzar los cuestionamientos respecto de la incorporación de la sostenibilidad en las finanzas.

Esa coyuntura tan desfavorable, que de algún modo todavía persiste, unida al hecho de que algunas de las regulaciones en las que Green Mifid se apoya, tales como el Reglamento de Divulgación de finanzas sostenibles (SFDR por sus siglas en inglés) o la taxonomía, están en proceso de aplicación, ha hecho que en muchos casos Green Mifid se convierta en un puro trámite. Se pregunta al cliente sobre sus preferencias de sostenibilidad, sin embargo, lo más sencillo para la entidad y el asesor es que éste diga que no las tiene. Respecto de la demanda, según los datos de Morningstar, las entradas trimestrales en fondos sostenibles se redujeron sustancialmente en el año 2022 respecto de los dos ejercicios anteriores, y siguieron experimentando una caída sostenida a lo largo del 2023. De hecho, en el cuarto trimestre del 2023, y por primera vez desde que hay mediciones, se produjo una salida de dinero de los fondos sostenibles a nivel global, impulsada por el mercado de EEUU.

En Europa ha habido entradas durante todo el período, aunque en ese último trimestre fueron más reducidas que en trimestres anteriores, casi testimoniales. Si bien la situación actual es complicada, con una coyuntura difícil para sectores importantes para la sostenibilidad como las energías renovables, los factores estructurales no han cambiado. La necesaria transición hacia una economía neutral en carbono significa ingentes necesidades de inversión, con lo que las inversiones sostenibles van a seguir representando una macrotendencia relevante y grandes oportunidades de futuro.

¿Cuáles están siendo los principales retos para los asesores a la hora de adaptarse a este nuevo entorno regulatorio y cómo están reaccionando los clientes?

Existen dos grandes retos para los asesores que tienen que ver con su propio conocimiento. El primero es alcanzar un entendimiento adecuado del sector de las finanzas sostenibles y de la sostenibilidad en general. El hecho de que se trate de un área bastante técnica, alejada de los temas relevantes en las finanzas tradicionales, ha constituido una barrera a la hora de que los profesionales se formen. De hecho, cuando empezó la explosión en el interés inversor y las entradas de fondos en productos sostenibles, muchos pensaron que se trataba de una moda que iba a pasar, y que en algún momento el enfoque volvería a las variables financieras tradicionales.

Una vez superada esta barrera de entrada, el otro gran reto es mantenerse actualizados de todas las novedades que se están produciendo. Ha habido una gran avalancha de regulación sobre finanzas sostenibles en los últimos años, que todavía está en proceso de implementación, lo cual se une a un rápido proceso de cambio, aprendizaje y creciente sofisticación de los productos. Luego viene el cliente final, que tiene diferentes grados de interés y compromiso con la sostenibilidad, y que en general tiene poco conocimiento de este tipo de inversiones y no está familiarizado con el lenguaje técnico. Ahí se encuentra el otro gran reto, ser capaz de trasladar a los clientes toda esta complejidad de forma que sea comprensible e interesante para ellos.

¿Cuáles son los principales escollos que se deben resolver a nivel regulatorio para poder seguir avanzando en estas finanzas sostenibles?

En gran medida, las normativas más importantes del plan de acción de finanzas sostenibles ya están definidas. Sin embargo, como ya hemos comentado, su implementación está en curso, con lo que todavía no se dispone de toda la información, algo que se irá resolviendo a medida que discurran los calendarios para la taxonomía y la normativa de reporte CSRD. También, como hemos comentado, el sector va evolucionando y se va sofisticando, con lo que algunas normativas irán también cambiando y adaptándose a dicha evolución. De hecho, en diciembre de 2023 la Comisión Europea cerró una consulta sobre el funcionamiento del Reglamento de Divulgación SFDR, lo que posiblemente llevé a que se realicen cambios en el futuro en esa normativa, además de que hay una propuesta de las autoridades europeas de supervisión para modificar los estándares técnicos regulatorios del reglamento.

Otra pieza importante de la regulación, la taxonomía, se considera un trabajo en proceso, ya que se va a ir adaptando y ampliando a medida que avanza la ciencia y las innovaciones en el terreno de la sostenibilidad. Este será un aspecto clave, dada la importancia de que llegue financiación a aquellas actividades y proyectos relevantes para hacer el camino hacia un futuro con cero emisiones netas.

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