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Viernes, 03 de mayo de 2024
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Inversión

Cuatro riesgos que ya descuenta el mercado y otros cuatro a tener en cuenta

La evolución de la inflación subyacente, los conflictos geopolíticos, la actuación de los bancos centrales o las elecciones de EE.UU. son los factores que más influirán en los mercados en los próximos meses.

Dirigentes Digital

25 abr 2024

riesgos mercado

La evolución de la reducción de la inflación, junto con los próximos movimientos de los bancos centrales, siguen siendo los factores más determinantes para los mercados y el comportamiento de los activos a lo largo de 2024, partiendo del consenso general sobre una caída progresiva de los tipos, que comenzará en el mes de junio, y de que la inflación, tanto la general como la subyacente, seguirá todavía durante un tiempo por encima de los objetivos de los Bancos Centrales en Europa y en EE.UU.

Este escenario viene acompañado de la previsión de que no se produzca una caída fuerte de la actividad económica a lo largo de 2024, aunque lo normal es que ese frenazo sea más pronunciado en Europa y suave en EE.UU., mientras se logren crecimientos razonables en los países emergentes.

A partir de estas premisas, Diaphanum SV, la entidad líder de asesoramiento independiente en España, ha elaborado un documento donde establece algunos riesgos para los mercados, que ya están descontados por el conjunto de los inversores, y otros riesgos que no son tan evidentes, pero que también podrían condicionar el devenir de los mercados en los próximos meses.

Cuatro riesgos ya descontados en el mercado

La inflación subyacente

El nivel de precios ha ido reduciéndose desde los máximos que alcanzó en 2022. La tasa de inflación general de la eurozona se moderó al 2,4% en marzo, aunque todavía se mantiene por encima de los niveles del 2% que se establece como el nivel óptimo del Banco Central Europeo. Por su parte, la inflación subyacente (excluyendo energía y alimentos), más persistente en los últimos meses, continúa estancada en el entorno del 3% en los últimos meses.

Es cierto que la inflación general se encuentra en niveles más gestionables para los bancos centrales, pero el efecto base desaparecerá y preocupa la evolución de la subyacente. Si persiste el enfriamiento del ciclo económico y crediticio, el avance de precios seguirá menguando.

Una sobreactuación de los bancos centrales

Que los Bancos Centrales empiecen las bajadas de tipos a partir del segundo semestre de 2024 es un elemento que los mercados ya empezaron a descontar, pero una sobreactuación en sus decisiones, mantenimiento de su política monetaria, sobre todo en la Eurozona, se podría convertir en el corto plazo en uno de los riesgos más destacados para los mercados. Para Diaphanum, si la desaceleración en Europa es mayor de lo esperado y el consumo de EE.UU. pierde dinamismo, los beneficios empresariales sufrirán, mientras que en China serán necesarios más estímulos para evitar incumplir sus objetivos de crecimiento, teniendo en cuenta que la incertidumbre geopolítica persistirá y que, a largo plazo, el alto endeudamiento disminuye la posibilidad de un crecimiento mayor.

Los riesgos geopolíticos

El riesgo geopolítico derivado de los conflictos abiertos en Ucrania, Oriente Medio y Taiwán es, sin duda, uno de los factores más importantes para entender el comportamiento de los mercados en los próximos meses. La solución de los conflictos de Oriente Medio y Ucrania, que a día de hoy no parece un escenario muy factible en el corto plazo, reduciría la prima de los activos de riesgo, pero incluso en ese supuesto, se mantendrían las distorsiones que han generado. En el caso de Taiwán, el estallido de una guerra que involucrase a China y EE.UU. provocaría un elevado impacto en la economía a nivel global, muy por encima de la guerra de Ucrania y otros shocks que se han producido en los últimos años, aunque por el momento es muy improbable.

Un resultado inesperado en las elecciones de EE.UU.

La celebración de las elecciones en EE.UU., el primer martes del mes de noviembre, será uno de los grandes acontecimientos para los mercados y, la economía a nivel mundial, en el último trimestre del año. A día de hoy, las encuestas no aclaran si el actual presidente Joe Biden es el que tiene mayores posibilidades de repetir mandato o si es Donald Trump quién puede recuperar la presidencia, lo que genera una cierta incertidumbre que suele verse reflejada en el incremento de la volatilidad y las dudas sobre la política económica de la nueva Administración. Según se acerquen las elecciones, si se aclara el panorama sobre el favorito a lograr la victoria y luego se da un resultado sorprendente, podrían surgir las dudas en los mercados, teniendo en cuenta también la influencia sobre la política monetaria, que históricamente suele mantenerse neutral en los meses previos a unas elecciones, pero que en esta ocasión se enfrenta a un escenario complicado de gestionar por la situación actual de los mercados.

Cuatro riesgos a tener en cuenta

Una desaceleración económica más pronunciada

El escenario central dibuja una caída ligera de la actividad económica, ante la disminución del ahorro, el aumento de morosidad y la menor creación de empleo en un entorno de elevados tipos de interés, lo que justifican un crecimiento inferior al potencial, aunque la previsión es de una desaceleración más pronunciada en Europa, suave en EE. UU, y crecimientos razonales en los países emergentes, después de un 2023 que fue mejor de lo esperado. En este ejercicio, Diaphanum apuesta por que las economías con un mayor peso en el sector industrial mostrarán una mayor debilidad, mientras que los países emergentes ampliarán su diferencial de crecimiento frente a los avanzados liderados por la Asia emergente.

En este escenario de crecimiento tan débil, cualquier evento negativo podría inducir a una recesión a la economía, especialmente en Europa, con unos empresarios y consumidores que no son optimistas, con un ciclo crediticio continúa debilitándose por los efectos de la política monetaria y divergencia entre países, siendo los más afectados aquellos con mayor peso en el sector industrial.

Un rebrote de la guerra comercial

La geopolítica seguirá ocupando un papel protagonista, por la posible extensión de los conflictos bélicos y una guerra comercial con China que no desaparecerá, con el añadido del conflicto larvado con Taiwán, que seguirá siendo un foco de preocupación. La reunión celebrada en noviembre de 2023 entre Joe Biden y el presidente chino, Xi Jinping, no logró grandes avances en el objetivo de estabilizar una relación cada vez más tensa, por lo que el riesgo de conflicto comercial persiste y podría recrudecerse si se produce cualquier acontecimiento inesperado, causando ya incertidumbre económica mundial y una rápida "deslocalización" de empresas que buscan protegerse de las consecuencias de un conflicto entre las dos superpotencias.

Precio de la energía

El conflicto en Oriente Medio, que se encuentra en un momento de plena efervescencia, no hace más que elevar la incertidumbre, cuando parecía que podía empezar a descender. De cara a los próximos meses, es probable que la demanda de energía se mantenga, al igual que las restricciones impuestas voluntariamente por los productores. El barril de petróleo Brent, de referencia en Europa, llego a superar los 90 dólares tras el reciente ataque a Irán por parte de Israel, aunque posteriormente se relajó. Cabe esperar una ralentización en la demanda, relajación en los recortes de producción de Arabia Saudí o un enfriamiento del sentimiento alcista hacia niveles más normales, que podría apuntar a un escenario de tranquilidad. El escenario central es de un mayor ruido que impacto verdadero, teniendo en cuenta además que el mercado cuenta con amortiguadores y los países productores capacidad de ampliar su stock, pero una escalada de la tensión podría hacer saltar por los aires ese escenario inicial.

Exceso de deuda

Un problema a corto plazo, pero sobre todo que lo puede ser en el largo plazo, es el fuerte endeudamiento que existe a nivel mundial. Si sumamos la deuda pública y privada, el volumen alcanza el 330% del PIB. Esto tiene dos implicaciones principales: al estar tan alto el nivel de endeudamiento, no se puede subir a la velocidad que se viene haciendo, lo que lleva a quitar posibilidades de estímulos, tanto públicos como privados. Por otra parte, si se produce una subida de los costes de financiación, los Estados verían cómo una parte importante de sus presupuestos se destinarían al servicio de la deuda, igualmente las empresas verían sus resultados mermados por los costes financieros.

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