Playas arenosas, pequeños pueblos pesqueros, valles frondosos que dan paso a castillos y senderos de acantilado. Son solo algunos de los motivos que llevarán al viajero a recorrer los 247 kilómetros que conectan Belfast con Derry-Londonderry a través de la ruta costera de la Calzada, una aventura de legendaria belleza con el mar como testigo. […]
Dirigentes Digital
| 14 jun 2018
Playas arenosas, pequeños pueblos pesqueros, valles frondosos que dan paso a castillos y senderos de acantilado. Son solo algunos de los motivos que llevarán al viajero a recorrer los 247 kilómetros que conectan Belfast con Derry-Londonderry a través de la ruta costera de la Calzada, una aventura de legendaria belleza con el mar como testigo.
Todo comienza en la capital de Irlanda del Norte: Belfast. Situada a solo dos horas en coche de Dublín y conectada desde junio con Valencia gracias a la nueva ruta que operará EasyJet, y que se suma a la ya existente desde Barcelona, plantean un punto de partida excepcional de la mano de uno de sus imprescindibles: Titanic Belfast, el centro interactivo que trata como ningún otro la historia del transatlántico más famoso del mundo y el papel de la ciudad en que fue construido. Nadie sabe tanto de este barco como su ciudad de origen.
La primera parada ineludible de la ruta costera de la Calzada se sitúa a 32 kilómetros de Belfast: el sendero de los Gobbins. Se trata de una experiencia única para los visitantes. Un recorrido lleno de biodiversidad, repleto de historia y con envolventes vistas que se alza sobre el mar pendiendo de los acantilados de basalto. Sus creadores lo erigieron hace más de 100 años y, desde entonces, se ha convertido en una experiencia rompedora a nivel mundial gracias a su acuario, el puente tubular y el Wise’s eye, un punto espectacular del sendero desde donde puede sentirse el rugir de las olas de los acantilados.
El recorrido sigue por la costa de Antrim que guarda un rincón con una peculiar perspectiva de su litoral, recientemente asociada a una de las series del momento, Juego de Tronos. Situadas más allá de la localidad costera de Cushendun, en una playa a la salida de los valles de Glendun y Glencorp, las Cuevas de Cushendun fueron la localización donde Melisandre da a luz a la sombre que mataría a Renly Baratheon. Una estampa que encandila a cualquier viajero, amante o al margen de esta ficción de éxito.
Aunque sin duda, una de las experiencias más espectaculares de este viaje es cruzar el puente de cuerda Carrick a Red, donde el viajero tendrá la oportunidad de avistar una de las mejores panorámicas de la ruta costera de la Calzada. Construido hace unos 350 años por pescadores que se dedicaban a la captura del salmón, une la isla de Carrick con el condado de Antrim; atravesarlo supone disfrutar de un envolvente paisaje que permite divisar la isla de Rathlin e incluso Escocia mientras la brisa se siente en el rostro y el balanceo, a 30 metros de altura sobre el mar, se hace hueco en la aventura.
El itinerario continúa por la Calzada del Gigante. 40.000 columnas hexagonales de basalto esculpidas a capricho por la naturaleza se adentran en el Atlántico para formar uno de los espacios naturales más espectaculares de Europa, declarado a su vez Patrimonio Mundial por la UNESCO. Un paseo placentero de menos de un kilómetro conduce hasta la propia Calzada, donde la instantánea invita a sentarse a admirar su enigmática estructura y una luz que cambia a lo largo del día regalando desde tonos verdes y grises profundos a cálidos marrones rojizos.
En la mitad del camino, se ubica Dunluce, un castillo cómplice de la historia. A pesar de estar en ruinas, estas le bastan para equipararse a uno de los lugares más espectaculares del mundo. Desde su construcción en el siglo XIV, Dunluce ha sido el centro de relatos de banshees y sus lamentos, contrabandistas e historias de amor. Una gran tormenta lo derrumbó en el siglo XVII dando lugar a vestigios encaramados al acantilado, a 30 metros del océano. Absolutamente asombrosos.
El último tramo de la ruta costera de la Calzada llevará al viajero hasta la arena impoluta de la playa de Downhill, vigilada por uno de los monumentos más emblemáticos de Irlanda del Norte, el Templo de Mussenden. Erigido originalmente como una réplica del templo de Vesta, en Roma, se ha convertido con el tiempo en un icónico lugar donde ir a relajarse, dejarse llevar por el ritmo del mar y, sobre todo, contemplar la puesta de sol justo detrás del templo, con tonalidades que bañan de oro el atardecer.
La Historia se abre camino a cada paso en la ciudad de las murallas que este año cumplen su 400 aniversario. Su trazado urbano y los alrededores ofrecen preciosas panorámicas y múltiples opciones de ocio y turismo activo, entre las que destacan las proporcionadas por Slow Advernture NI. Recorrer el valle de Glenelly buscando inspiradores sabores por el camino, hornear pan según la receta tradicional en la granja Bradkeel, conocer el proceso de elaboración artesanal del queso, adiestrarse en el arte de la pesca del salmón o dar paseos a caballo en el valle de Faughan son sólo algunas de las propuestas para disfrutar este vivo enclave.