Robert Waldner, estratega jefe y jefe de investigación macro en Invesco, analiza la actual situación económica generada por los bancos centrales y las oportunidades que los inversores pueden encontrar en estos momentos dentro de la renta fija. Son varios los expertos que hablan de una posible deflación en la economía en lugar de una inflación, […]
Robert Waldner, estratega jefe y jefe de investigación macro en Invesco, analiza la actual situación económica generada por los bancos centrales y las oportunidades que los inversores pueden encontrar en estos momentos dentro de la renta fija.
Creemos que va a depender del destino de la deuda que se está generando para contrarrestar la crisis. Es conocido que los elevados niveles de deuda pueden tener un efecto depresivo en el crecimiento económico. Sin embargo, si esa deuda es lo que llamamos “productiva”, destinada a financiar inversiones en proyectos productivos que generan los recursos suficientes para repagar su importe e intereses y una prima, entonces no tiene por qué tener ese efecto. Pero si la deuda es “improductiva”, incapaz de generar una actividad económica adicional suficiente, entonces si puede provocar ese efecto deflacionario. Y no olvidemos el efecto que pueden tener las materias primas, que han sido un tradicional impulsor de inflación. Estas materias primas acumulan años y años de caídas de precios, lo que suele provocar desequilibrios entre la oferta (se reduce) y la demanda que pueden provocar movimientos bruscos.
La deflación es la pesadilla de los bancos centrales y, por extensión, de los inversores. Complica la recuperación económica, dificulta el crecimiento de los beneficios empresariales y perjudica al pago de la deuda, ya que provoca que los precios reales pagados por esa deuda son mayores que los precios nominales. Dicho esto, un periodo concreto con precios negativos no tiene porque tener un impacto en los mercados. Otra cosa sería un periodo deflacionario prolongado y con tasas negativas significativas. Eso ya nos pondría en un escenario que ya hemos visto en el pasado con consecuencias negativas contundentes a largo plazo: Japón.
Si hace 10 años nos hubieran comentado que los tipos de interés llegarían a estar donde estamos hoy no nos lo hubiésemos creído. Con esto lo que queremos decir es que no se puede descartar nada para el futuro, aunque si pensamos que cualquier decisión que puedan tomar los bancos centrales en este sentido debería tener un impacto limitado, ya que el margen de descenso ya no es ni de lejos tan amplio como lo era hace unos años. De hecho, el propio BCE ya tiene el tipo de depósito en terreno negativo, en el -0,5%.
Como hemos comentado antes, no pensamos que esta medida tuviera un impacto muy significativo en los mercados, ya que las rentabilidades ya están en mínimos y el recorrido a la baja es limitado. De hecho, no se puede descartar que incluso pueda tener un efecto negativo ante una interpretación menos favorable de la medida, como por ejemplo si la situación económica es peor de lo estimado.
Pensamos que los bancos centrales ya están adoptando muchas de las medidas potenciales que pueden llevar a cabo. Probablemente se pueda profundizar en varias de ellas, como inyectar liquidez, favorecer el crédito y recomprar deuda tanto gubernamental como corporativa. Este último punto es especialmente importante en Europa, ya los gobiernos están aumentando su endeudamiento de forma muy importante y es el apoyo decidido del BCE el que está manteniendo las rentabilidades artificialmente bajas. Un cambio de esta política podría desencadenar una crisis de confianza como la que se produjo en 2012. Otras medidas que se han comentado en varias ocasiones son las que se denominan “helicóptero del dinero”, que equivale a repartir dinero directamente al público para reactivar el crecimiento vía consumo, aunque es difícil evaluar el impacto real que tendría una medida como esta.
Aunque el nivel de precios y rentabilidades alcanzados han obviamente reducido las oportunidades de inversión en renta fija, lo cierto es que siguen existiendo segmentos del mercado donde vemos valor. En nuestra opinión, uno de estos segmentos es la deuda subordinada del sector financiero, también conocidos como bonos convertibles contingentes o CoCos. Su atractivo radica en que la solvencia del sector financiero ha mejorado mucho desde la crisis financiera. También vemos un cierto valor para los inversores europeos en los bonos gubernamentales estadounidenses protegidos para la inflación (también llamados TIPS). Y también creemos que hay una buena parte de bonos gubernamentales de mercados emergentes que todavía tienen recorrido.
Es una buena pregunta. La renta fija gubernamental ocupa una parte importante de una cartera diversificada, por lo que es muy difícil obviar esta clase de activo si de verdad un inversor quiere tener una cartera equilibrada. El problema es encontrar el balance entre esa contribución positiva a nivel de diversificación con unas rentabilidades en mínimos históricos. Aunque hay pocas, todavía quedan alternativas, como hemos comentado anteriormente.