China, resulta evidente, no tiene capacidad de sustituir a corto ni medio plazo todo el comercio perdido por Rusia con la Unión Europea. No puede, tampoco, ofrecer una alternativa sólida a las sanciones financieras. Y, dentro del ámbito tecnológico, China está lejos de suministrar los semiconductores necesarios que actualmente necesita la industria militar rusa. China […]
InternacionalDirigentes Digital
| 08 abr 2022
China, resulta evidente, no tiene capacidad de sustituir a corto ni medio plazo todo el comercio perdido por Rusia con la Unión Europea. No puede, tampoco, ofrecer una alternativa sólida a las sanciones financieras. Y, dentro del ámbito tecnológico, China está lejos de suministrar los semiconductores necesarios que actualmente necesita la industria militar rusa.
China sabe que no representa una alternativa realista, en estos momentos, al bloque conformado por EE.UU. y la Unión Europea. Por esta razón, desde Beijing se oponen a las sanciones occidentales contra Rusia, cuyos efectos podrían destruir su economía. Tanto la Unión Europea, como China, han venido siendo los principales socios comerciales de Rusia. En términos de exportaciones, sumando a Reino Unido, la Unión Europea representa el 40% de las ventas rusas al exterior (China es, solamente, el 14,7%).
Rusia, en 2021, exportó 16.500 millones de metros cúbicos de gas a China. Actualmente, es solamente el 5% del gas consumido por China, pero Moscú espera quintuplicar su suministro en los próximos años. Por un lado, el gaseoducto Power of Siberia-1 suministrará a China 38.000 millones de metros cúbicos en 2025. Y un segundo gaseoducto, Power of Siberia-2, podría alcanzar los 50.000 millones de metros cúbicos de gas suministrado a China. Sin embargo, la Unión Europea ha anunciado que espera reducir en dos tercios sus importaciones de gas desde Rusia este mismo año, unos 100.000 millones de metros cúbicos. Y, dentro del medio plazo, la UE planea dejar de importar gas ruso (al menos 155.000 metros cúbicos anuales). China, por su parte, podría importar unos 88.000 millones de metros cúbicos de gas ruso a medio-largo plazo. Quizás algo más, si se incluyen futuras extracciones de gas natural licuado procedentes del ártico, pero las exportaciones rusas también están cerca de perder todo lo exportado actualmente hacia la UE. Las pérdidas para Rusia, en este escenario simple, no bajarían de 60 mil millones de metros cúbicos anuales de gas.
En relación al petróleo, la UE es el primer cliente de Rusia, con un 65% en 2019. China, sin embargo, se mantiene siendo una cuarta parte. Si Europa dejara de comprar petróleo a Moscú, Rusia perdería de 40.000 a 80.000 millones de dólares aproximadamente, que difícilmente podría compensar con China. Dicho con otras palabras, para contrarrestar las pérdidas del petróleo que dejara de vender a Europa, Rusia debería incrementar sus exportaciones petroleras hacia China entre dos y tres veces. China, naturalmente, no incrementará su demanda petrolera en esas cantidades. Y los rusos también saldrían perdiendo, significativamente, de producirse una interrupción abrupta de las importaciones petroleras desde la UE.
Casi la mitad de las importaciones rusas, durante 2020, fueron manufacturas en forma de maquinaria y equipos de transporte procedentes de la UE. Concretamente, casi 35 mil millones de euros, un dato relevante considerando que el primer socio comercial de Rusia es la UE. China, pese a ser el segundo socio comercial de Rusia tras la UE, apenas representa un 20% del comercio ruso total. Y, al igual que sucede con algunas materias primas como gas natural o petróleo, los insumos industriales importados desde China no parece que serán suficientes como para contrarrestar las pérdidas del comercio con la UE. Las inversiones, además del comercio, son esenciales para la industrialización de cualquier país. Sin esto, difícilmente puede producirse una integración eficiente en las cadenas de valor, lo cual es clave para estimular el crecimiento económico vía exportaciones. Y, dentro del largo, para ensanchar el crecimiento potencial de la economía gracias al factor tecnológico. Por tanto, el futuro económico de Rusia ahora está en entredicho, debido sobre todo a las duras sanciones de Estados Unidos y la UE.
Los semiconductores son esenciales para cualquier industria. Desde transporte hasta usos militares, pasando por la computación cuántica e inteligencia artificial, todo requiere de chips. El sector, en toda la cadena de valor, está dominado por Estados Unidos y Taiwán. China no tiene presencia en desarrollo de dispositivos integrados ni equipos. Y carece de capacidad para producir semiconductores con un tamaño inferior a los veinte nanómetros. China lleva años intentando captar talento en Taiwán (actividad que, según las leyes de la isla, conlleva altas penas de prisión). Y tanto Estados Unidos como la UE están limitando las inversiones chinas con el objetivo de preservar su superioridad tecnológica dentro del sector. Rusia, por tanto, también podría sufrir un aislamiento de tecnologías clave sin alternativas de suministro desde China.
Imposible competir con el dólar
En un entorno de duras sanciones financieras, Rusia lleva tiempo aumentando el volumen de moneda china en sus reservas de divisas, conocida como yuan o renminbi. Sin embargo, el yuan o renminbi no opera como divisa plenamente convertible, por lo que solo serviría para ser utilizada en el contexto de las relaciones comerciales con China. El sistema chino de pagos CIPS sigue siendo dependiente del SWIFT. Y las transacciones internacionales en yuanes o renminbis, si bien han experimentado un crecimiento notable durante los últimos años, tan solo suman el 3%. Es decir, como alternativa a las sanciones occidentales, Rusia solo tiene una salida: incrementar sustancialmente su dependencia económica y financiera de China. Otra opción sería que China pudiera cooperar con Rusia suministrando divisas extranjeras para intentar burlar las sanciones. Pero un movimiento de esas características, arriesgado, sí podría abrir un nuevo conflicto de China con Estados Unidos y la UE.
La alianza energética de China, con Rusia, no solamente se limita al gas. Ambas naciones también desean colaborar para explotar energía ilimitada en el espacio. Concretamente, China aspira a construir una estación lunar, junto con Rusia, en 2035. Diez años antes, en 2025, ambos países tienen previsto enviar un robot para explorar la superficie lunar. Y, en 2035, esperan tener operativa una estructura permanente sobre la superficie lunar. Su principal objetivo pasa por desarrollar la minería espacial, es decir, obtener recursos energéticos del espacio para poder utilizarlos en nuestro planeta. Interesa, especialmente, el helio-3. Este isótopo, abundante en la luna, es necesario para generar energía de fusión nuclear. Y sus reservas estimadas en la luna serían suficientes para abastecer de energía a todo el mundo durante por lo menos cien siglos. China, por tanto, no respaldará política ni militarmente a Rusia en esta guerra con Ucrania. Pero, buscando un equilibrio estratégico, Beijing tampoco se enfrentará a Rusia tomando partido por Estados Unidos y la UE.
Rusia y Ucrania apenas representan el 2% del comercio mundial. Pero algunos bienes específicos, localizados en Ucrania y Rusia, representan una proporción notable. Las exportaciones de gas neón, básico para la fabricación de semiconductores, suman un 70% del total mundial. El paladio, un insumo importante del sector de la automoción, representa un 37%. Y los granos, o el níquel, suman aproximadamente un 10%. El níquel, además, es un componente fundamental para la fabricación de baterías de litio.
La guerra va a provocar un shock de oferta que se traducirá en escasez e inflación. La temida estanflación, una suma de estancamiento económico e inflación, es uno de los escenarios que se manejan durante esta guerra. Los precios agrícolas en todo el mundo se van a resentir. Los precios de la energía está previsto que se mantengan altos. Y muchos bienes industriales, debido al encarecimiento de los semiconductores, además del transporte marítimo, también van a subir de precio.
Estados Unidos, sin duda, se beneficiará al vender más gas a la UE. Sudáfrica, el primer productor mundial de paladio, debería poder asumir parte de las exportaciones rusas. Indonesia, en la esfera de influencia china, cuenta con casi el 40% de las reservas mundiales de níquel. Pero Estados Unidos y la Unión Europea juntos no reúnen la suma del grano producido por Rusia y Ucrania. En cualquier caso, la configuración del mundo en bloques puede afectar negativamente a las transferencias de tecnología, con la implantación de diferentes estándares en sectores como los semiconductores. Y las guerras comerciales también pueden acabar teniendo efectos negativos sobre comercio e inversión entre las cadenas globales de valor a partir de este mismo año 2022.