La volatilidad ha tomado las riendas de los mercados. En marzo regresaba a niveles no vistos desde 2008, en los momentos más graves de la crisis financiera. Los diferentes activos de inversión caían a plomo ese mes. Como explica Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Banca Privada, en un primer momento se […]
BolsasLa volatilidad ha tomado las riendas de los mercados. En marzo regresaba a niveles no vistos desde 2008, en los momentos más graves de la crisis financiera. Los diferentes activos de inversión caían a plomo ese mes. Como explica Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Banca Privada, en un primer momento se respetaron las correlaciones de una reacción típica de extrema aversión al riesgo: subida del oro y de los bonos de gobierno como activos defensivos tradicionales y caídas de las bolsas, los bonos high yield y del crédito, pero la oleada vendedora alcanzó a todo poco después amplificados los movimientos por el peso de los instrumentos de gestión pasiva y las exigencias de garantías. Todo para dejar el mercado roto y el debate sobre la mesa en busca del suelo. Hasta el 24 de marzo el descenso anual en el Dow Jones superó el 27% y el 29% en el caso del Ibex 35. (ver gráfico) Descensos verticales en muy corto espacio de tiempo ante una crisis que no es comparable a la de 2008.
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No es 2008
A juicio de Alfredo Álvarez-Pickman, gestor del fondo Key Capital OCHO, “el coronavirus sólo es el viento que está haciendo que el enorme castillo de naipes que llevamos años construyendo se venga abajo. Lo que está castigando a los mercados financieros es la debilidad estructural de las principales economías del mundo, no el virus, por mucho impacto económico que pueda llegar a tener”. Una idea que subraya Ariel Bezalel, responsable de estrategia del área de Renta Fija de la gestora Jupiter AM, quien venía advirtiendo desde hace tiempo de que “el mundo era vulnerable a un shock deflacionario”, por lo que mantenía “más del 40% en bonos gubernamentales con calificación AAA y AA, con una mayor resistencia proporcionada por posiciones cortas en cestas CDS y coberturas de divisas”. En todo caso, los expertos tienen claro que hay que destacar que la crisis actual es diferente a la de 2008. “La gran crisis financiera fue una recesión de balances provocada por el hundimiento del mercado de la vivienda y la falta de confianza en los bancos”, recuerda Aditya Khowala, gestora de Fidelity International. Ahora, pese a que el varapalo en bolsa les ha llevado a cotizar netamente por debajo de su valor tangible en libros, el sistema financiero es más sólido, con mejores controles de riesgo y grandes colchones de capital. De hecho, a su juicio, “la mayor parte del riesgo crediticio reside actualmente en las entidades financieras no bancarias, como las sociedades de private equity y venture capital, los fondos de inversión libre y las aseguradoras”. Para esta gestora, la crisis actual “se asemeja más a la pandemia de gripe de 1918”.
Respuesta de gobiernos y bancos centrales
“A diferencia de lo que sucedió en 2008, esta vez los políticos están comprendiendo mucho más rápido que nos encontramos ante una situación precaria. Sobre todo porque las grandes empresas y las pymes, al igual que sus propios votantes, están sufriendo”, apunta Victor Verberk, director adjunto de inversiones de Robeco. De hecho, con mayor o menor celeridad y debate dependiendo del país o región se están movilizando recursos y poniendo en marcha medidas de apoyo. España ha dispuesto 200.000 millones iniciales como escudo para el shock económico, se ha congelado hasta nueva orden el Pacto de Estabilidad y Crecimiento a nivel europeo para que se pueda elevar el gasto y, más contundentes, en EE.UU. se ha pactado un plan de rescate económico de 2 billones de dólares. Todo mientras los analistas advierten: la solución “requiere una enorme respuesta fiscal” para evitar que “el escenario ya inevitable de recesión pueda convertirse en uno de depresión”, asegura Joachim Fels, asesor económico global de Pimco.
En la crisis sobrevenida por el Covid-19 “el problema es que el rango sobre el impacto en el PIB es extraordinariamente grande”, asegura Dave Lafferty, Chief Market Strategist Natixis IM. Para Florian Ielpo, senior multi-asset portfolio manager de Unigestion, el escenario que manejan ahora es “una contracción del 5% en el PIB mundial durante el segundo trimestre y una recesión significativa para la economía mundial”. Pero son estimaciones que podrían incrementarse aún más si “se extendieran los diversos periodos de cuarentena”.
En todo caso, existe consenso al señalar que “al tratarse de una crisis de oferta y demanda la compresión es muy fuerte pero luego el impacto de la recuperación probablemente sea también fuerte”, señala Félix López, director de inversiones de atlCapital. Hay debate de letras (“V”, “U”, “W”) pero lo cierto es que también los bancos centrales se han puesto a trabajar desde el principio. Primero para asegurar la liquidez y, segundo, para sembrar facilidades para la recuperación mediante rebajas de tipos históricas, facilidades de crédito y compras de deuda. De hecho, el anuncio del BCE de destinar 750.000 millones a la la adquisición de bonos tuvo una reacción inmediata en el mercado de deuda.
Junto a ello, “la escala de intervención de la Fed no tiene precedentes”, reconoce David Page, Head of Macro Research de AXA IM. Sin embargo, como apunta Simon Aninat, gestor de Seeyond (Natixis IM), “es difícil saber si el mercado ha medido correctamente el precio de las consecuencias de un periodo prolongado de incertidumbre/cuarentena/viajes reducidos, etc… sobre el consumo, las inversiones y los márgenes corporativos”. Y esa incógnita es una de las claves de la crisis actual.
¿Estrategia ahora?
“La historia económica nos dice que este tipo de recesiones provocadas por un shock exógeno (guerras, crisis del petróleo…) son muy profundas, pero afortunadamente temporales”, afirma Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank en España. Por tanto, una vez superado el factor que provocó la caída (en este caso, cuando el número de afectados deje de crecer), debería llegar la recuperación tanto de la economía como de los mercados, tal y como ha ocurrido en otras ocasiones (ver gráfico). No obstante, advierte de que “la crisis dejará un mundo nuevo, donde los altos niveles de deuda pública preexistentes se van a exagerar mucho más y esto implica, por un lado, que los niveles potenciales de crecimiento seguirán siendo muy bajos, y por otro, que los tipos de interés no van a poder subir en muchos años”. Bofetada de realidad que también señala Didier Saint-Georges, de Carmignac. “Después de impactos de gran calado suele venir la histéresis, como sucedió en 2008, en forma de efectos duraderos en la confianza, la propensión a ahorrar, el empleo y las cadenas de suministro”.
Sin embargo y ante esta coyuntura, ¿qué deberían hacer los inversores? Desde Deutsche Bank aseguran que “no es momento de caer en el pánico vendedor” y que “mantener las carteras bien diversificadas, dentro de nuestro perfil de riesgo es fundamental”, sobre todo teniendo en cuenta que “la mayor parte de nuestras inversiones suelen ser a medio-largo plazo”. Y desde Buy & Hold Gestión de Activos echan mano del manual del buen inversor: “en fuertes correcciones del mercado, lo más inteligente es concentrar las inversiones en los valores de mayor calidad”. Destacan que el mercado no distingue entre bueno y malo cuanto todo cae, de modo que “surgen oportunidades para comprar lo bueno a precios realmente atractivos”.
Una de las claves está en no ceder al comportamiento irracional de los mercados y mantener posiciones, subrayan desde Diaphanum, aunque para las carteras más agresivas sí consideran interesante aumentar el peso en renta variable. Pescar en río revuelto suele ser otro de los mantras de la inversión con vistas al largo plazo. En este sentido, Victor Verberk aconseja adoptar un enfoque alcista poco a poco aunque “no resulte muy cómodo porque estamos en medio de la crisis, pero la noche es más oscura justo antes del amanecer”. Defiende que es ahora cuando todo el mundo está asustado el momento de empezar a comprar, a sabiendas de que las cosas pueden empeorar antes de empezar a mejorar. Y muchos otros analistas lo suscriben. Por ejemplo, Roberto Scholtes, de UBS, cree que el desplome de los bonos corporativos y de países emergentes da la mejor oportunidad de inversión en estos activos de la última década, “dado que vemos una recesión corta y las políticas monetarias y fiscales se están desplegando con una rapidez y contundencia inusitadas”.